jueves, diciembre 18, 2008

Siempre es tiempo de agradecer y acompañar

La verdad es que hay realidades que deprimen tan sólo con tener contacto con ellas. Ver cómo las nuevas generaciones reaccionan ante ciertas circunstancias es impresionante y alentador, pues se descubre cómo poco a poco gana terreno en ellos la sensibilidad en lugar de la indiferencia.
Pues eso precisamente sucedió hace unos días con una visita que unos adolescentes de secundaria y preparatoria hicieron a un asilo de ancianos para llevar despensas y unas horas de diversión y distracción a los inquilinos del lugar.
Al principio, imagínense, enfrentarse con la dura realidad del abandono de los familiares a los viejitos y viejitas que ahí viven y en algunos casos particulares el deterioro que ya manifiestan algunos de ellos (de los viejitos)..., para ellos fue deprimente. Incluso hubo quienes sintieron temor de acercarse, se sintieron deprimidos de golpe y porrazo.
Sin embargo, descubrir cómo los ancianos se abrían a ellos y se mostraban muy muy felices por su presencia de pronto los situó en una realidad de sensibilidad tal, que incluso algunos se sentaron a platicar con uno y otro, con tal de quizás abrir una ventana de esperanza contra toda la carga de insensibilidad a la que nos han acostumbrado los medios de comunicación y, ¿por qué no reconocerlo?, la familia misma.
Finalmente la actividad fue todo un éxito y una experiencia que los jóvenes incluso quieren repetir durante el año, pero veremos cuán verdadera es la intención, porque muchas veces la sensibilidad se queda cuando las puertas de lugares como el que visitaron se cierran al concluir la actividad.
Por lo menos una cosa es cierta: los viejitos disfrutaron, agradecieron y pidieron que los tomen en cuenta más seguido. En este caso el mensaje es muy certero y claro: debemos estar cerca de quienes de verdad necesitan un amigo, alguien que se interese en sus cosas y no esperar a la cercanía de festividades que literalmente nos empujan, muchas veces incluso como obligación, a hacer obras de caridad, pero sin ningún sentido.
Remate
Aunque usted no lo crea, nuestra presencia (la sola presencia) puede hacer mucho bien a los demás. Muchas veces eso mismo que hacemos de ser ingratos con los ancianos lo hacemos de manera cotidiana también con la familia, con los amigos. La gratitud es algo que no debemos olvidar nunca, sobre todo porque es algo que nos debemos a nosotros mismos porque gracias a muchas personas somos quienes somos. Es algo que ya deberíamos tener como una práctica normal y nunca olvidar que es bueno agradecer siempre, porque no estamos seguros cuándo nuestras oportunidades se acabarán ni cuándo el tiempo se detendrá para nosotros o para quienes queremos mucho.- Mérida, Yucatán.

martes, diciembre 16, 2008

¡Santa Claus no lo sabía!

Y qué creen, la Navidad ya nos invade poco a poco, como sentimiento, como época, como ambiente, como festividad... es algo que simplemente nos rebasa y nos llena.
Amén de todas las cosas malas que a diario escuchamos, ahí está: la Natividad nos espera para tomarnos y envolvernos con su manto de alegría y sentimientos de paz.
A veces me doy tiempo para hacer en internet lo que muchas veces hacemos con la tele: "zapear", es decir brincar y "navegar" de un lado a otro, de una página a otra para leer, aprender y acercarme a los sentimientos de otras personas en el mundo con quienes puedo comulgar.
Y gracias a ese "zapeo" encontré una historia, "¡Santa Claus no lo sabía!", escrita por Héctor Ugalde. No digamos que es un cuento de Navidad "normal" y con un final feliz, por el contrario tiene un final muy cruel, pero contiene una cruda lección que nos puede servir a los adultos, sobre todo a todos aquellos que muchas veces no quieren entender y simplemente amar a los niños y aprender de ellos. Me tomo la libertad, y creo que Héctor Ugalde entenderá, de transcribir esta "historia navideña". Lo importante es la lección, hay que leer profundamente, pues de eso se trata el espíritu navideño, de aprender, de amar, de llorar y de crecer, pero siempre juntos.
* * *
¡Santa Claus no lo sabía!
"No debimos haberlo hecho".
Luis, de ocho años, se restregaba inquieto las manos, mientras esperaba la respuesta de su amigo. Ricardo, dos meses menor pero 10 centímetros mayor, dejó de jugar con el mecano y volteó a ver a su mejor amigo.
Contestó: "¿Por qué no?"
"Santa Claus nos va a acusar y todos se van a enojar mucho".
"No te preocupes, no lo sabe.
"¿Cómo no va a saberlo? Si Santa Claus lo sabe todo".
"No te preocupes. No sabe que lo hicimos".
"¿Cómo sabes que Santa Claus no lo sabe?".
Ricardo, desesperado por la insistencia de Luis, replicó: "¡Porque yo sé más que Santa Claus!".
La respuesta de Ricardo no convenció mucho a Luis, pero ya no siguió insistiendo.
Caminando de regreso a su casa, Ricardo no comprendía la preocupación de su amigo. A Ricardo no le importaba que Santa Claus este año tampoco le volviera a traer nada, ¡la idea de hacer estallar con un cohete el buzón del director de la escuela había sido fantástica! ¡Cómo había volado el Buzón! ¡Cómo había sonado la explosión! ¡Cómo...!
En ese momento apareció una ardilla en la banqueta y Ricardo, corriendo tras de ella, se olvidó del asunto.
María estaba preocupada. Se acercaba la Navidad y los niños se ponían más nerviosos, cometían más errores y prestaban menos atención a las clases. Pero lo más importante de todo: se ponían tristes, en vez de alegrarse con la llegada de la Navidad.
Desde que había llegado como maestra hace cuatro años y le habían explicado la costumbre que tenían de que alguien se disfrazara de Santa Claus para leer ante todos la lista de fechorías que los niños del pueblo hacían para castigar a los niños malos y convertirlos en niños buenos, la idea del Santa Claus regañón no le gustaba.
María suspiró. Lo que para ellos eran fechorías, para María eran simple travesuras. Para ella no había niños malos ni niños buenos, sólo niños tranquilos, niños inquietos que no podían contener el bullicio de la vida que tenían dentro.
Allí estaba el caso de Ricardo y Mauricio: los niños rebeldes y traviesos del pueblo, o el de Luis, muchacho tímido y sensible que lloraba cuando se hablaba de Santa Claus.
María no creía que eso fuera bueno para los niños, pero todas sus tentativas de acabar con esa "nueva" tradición habían sido infructuosas.
Ricardo comenzó a inquietarse por su amigo Luis, lo veía cada vez más triste y callado.
"¿Qué te pasa?".
"Nada".
"¿Cómo que nada? ¿Qué pasa?".
"¡Te dije que nada!".
"Somos amigos, así que me tienes que decir qué te pasa".
"Nada, el próximo lunes es Navidad".
"¿Y?"
"¡Y Santa Claus les va a decir a todos que soy un niño muy malo y mis papás ya no me van a querer!".
"No. Te aseguro que Santa Claus no lo sabe y te lo voy a demostrar. ¡Te lo prometo!".
Ricardo no sabía cómo, pero tenía que encontrar pruebas de que Santa Claus no sabía que ellos habían sido los del "Buzón cohete".
¡No podía tener ojos en todos lados! ¡No podía saberlo todo! Si así fuera, hace dos años Santa Claus lo habría regañado por lo de la miel derramada en el interior de los pantalones de deportes. Creyeron que había sido Abelardo, ese niño raro que expulsaron y se fue a una escuela en la ciudad. Y no le hubiera dado regalos, bueno, el pequeño regalo que le dio. ¡Ni eso le hubiera dado!
Pero Ricardo pensaba y pensaba, y no se le ocurría cómo cumplir su promesa. Hasta que llegó el 24 de diciembre y decidió resolver el asunto de una manera directa: ¡enfrentaría a Santa Claus cara a cara!
Ricardo se situó en un lugar estratégico, una calle por la que a fuerza tenía que pasar Santa Claus cuando se dirigiera al kiosco donde cada domingo tocaba la banda del pueblo, pero cada 24 de diciembre el show lo daba el gordo Santa Claus.
Cuando la figura de Santa Claus apareció caminando por la estrecha calle, Ricardo corrió y se interpuso en su camino. Santa Claus trastabilló y se paró en seco.
"¿Qué quieres, mocoso?"
"Preguntarte algo".
"¿Qué cosa?".
"Quiero preguntarte si sabes quién puso cohetes en el buzón del director".
Santa Claus se quedó un rato extrañado por la pregunta. Después dirigió una mirada furiosa a Ricardo.
"¡Así que fuiste tú, chamaco endiablado! ¡Me lo suponía, pero no estaba seguro! Podría haber sido Mauricio, ese otro monstruo enano que me saca canas verdes".
¡No lo sabía! Santa Claus ahora sabía que él había sido, pero no importaba, de todos modos por lo de la bicicleta sin frenos no iba a tocarle regalos. ¡Lo importante era que Santa Claus no sabía que Luis le había ayudado!
El niño se sonrió y se fue corriendo, dejando al Santa Claus haciendo un berrinche navideño.
Ricardo entró corriendo a la casa de Luis. ¡Tenía que darle la noticia!
Subió las escaleras de dos en dos y entró apresuradamente en la recámara de su amigo. El cuerpo de Luis colgaba del techo, balanceándose sin vida. Una opresión se formó en su pecho y sintió que se ahogaba.
Corrió escaleras abajo, tropezó con el papá de Luis y salió a la calle a tomar aire. Lo único que rondaba en su cabeza era ¿por qué?, ¿por qué?
Seguía sintiendo un nudo en el estomágo y para soltarlo, para liberarlo, comenzó a gritar a media calle: "¡No lo sabía! ¡No lo sabía! ¡Santa Claus no lo sabía!".
Mérida, Yucatán.

miércoles, diciembre 10, 2008

De lo más bajo del ser humano, la agresión

La agresión no es una forma de expresión humana. Si algo da tristeza y coraje es conocer cómo la violencia y la agresión se aprovecha de víctimas vulnerables, de personas realmente buenas.
De la cosecha que los agresores han hecho últimamente tenemos entre las víctimas a niños, mujeres, gente buena que no tiene por qué pagar las consecuencias de esta enfermedad del alma.
Y entre todo esto, siento una profunda tristeza por la salvaje agresión que recibió un amigo sacerdote, el padre Fernando Cervera Milán, al grado tal que lo inevitable puede llegar en cualquier momento, pues el último diagnóstico médico indica que ya tiene muerte cerebral.
¿Qué lleva al ser humano a tan drásticas acciones que ofenden y dañan a todos? No lo sé y en esta ocasión no puedo escribir, el coraje y la impotencia me impiden pensar con serenidad...
Elevo una oración por el amigo que hoy nos da una dura lección ante la cercanía de la muerte y lamento mucho las circunstancias en las que esta tragedia se dio.— Mérida, Yucatán.
aaldazg@gmail.com http://angelaldazg.blogspot.com/ http://www.poderato.com/CronicasFM

lunes, diciembre 08, 2008

El ayer, una vez más...



Lo prometido es deuda: para quienes disfrutan de la bellísima época musical de los 70 y 80, aquí les dejo una pareja de hermanos que hizo historia y nos dejó un excelente repertorio de canciones para disfrutar: The Carpenters. Esta canción en especial, "Yesterday once more", fue como un himno en una época donde el romanticismo golpeaba a las jóvenes generaciones del momento... ¡Ah!, y para disfrutarla mejor, este vídeo en especial tiene la letra al estilo karaoke, por si también la quieren cantar. ¡Que la disfruten mucho!

¡El ser humano no ha muerto!

“Yo creo en el ser humano, creo en una sociedad más justa y que los sueños se pueden hacer realidad. Creo que hay muchos líderes jóvenes y de mediana edad que están dispuestos a seguir con esta bandera”, afirmó Luis Mella Gajardo, candidato a alcalde de Quillota, en Chile. Valiente afirmación en medio de un mundo en el que la violencia y la insensibilidad del mismo ser humano nos obliga a no creer en nadie, a desconfiar de todos, a cuidar la seguridad personal y la de quienes nos rodean.
En términos generales, la verdad es que el ser humano ha dejado de creer en el ser humano mismo y, como en muchas ocasiones hemos afirmado, se ha vuelto insensible, deshumanizado, porque perdió la fe en sí mismo.
Nietzsche dice que es muy erróneo clasificar las cosas por buenas y malas como a los elementos de la naturaleza por sexos. Hay cosas por encima del bien y del mal, como el amor, y, por lo tanto, ahí está el hombre.
De ahí que una de las emociones naturales del ser humano sea el temor o el miedo.
Vivimos constantemente con miedo porque simplemente la razón del miedo es una reacción para mantenermos a salvo de los peligros, es una emoción que sirve como medio de defensa; por ejemplo, si vemos un animal salvaje sentimos temor, lo que nos permite huir a salvo del peligro.
En este análisis, es posible que el ser humano sienta temor de sí mismo de manera natural, ha perdido la confianza en sí mismo, ha permitido que las bases de la sinrazón lo alcancen y acepta sus consecuencias sin aprender, sin luchar para salir adelante y conquistarse de nuevo para confiar, para sentirse feliz consigo mismo.
Y el mejor ejemplo de la confianza en el ser humano está en los niños. Son los grandes maestros de la vida que nos recuerdan a los adultos que no importan nuestras circunstancias personales, no importan los problemas ni los obstáculos, cualquiera que sea el tamaño de éstos, pues ellos siempre confían y aman; primero caminan y luego corren; siempre creen para aprender a hablar y a besar, porque para ellos la vida es un constante aprendizaje, una nueva experiencia que se agrega para madurar, para nunca dejar de admirar.
Muchos psicólogos opinan que muchas veces el solo hecho de “pensar” en el temor es suficiente para sentirlo.
Yo quiero hacer mías las palabras de Luis Mella cuando dice: “Yo creo en el ser humano”, porque realmente tengo fe en él, porque sé que en el fondo tiene esa capacidad de supervivencia, la cual lo mueve a proteger al débil y a defender a quien necesita apoyo.
Dentro de todo lo negativo que nos rodea, he tenido la experiencia de la humanidad tocando a la puerta de alguna persona, lo he visto, sentido y vivido.
Estoy seguro de que no todo está perdido: ¡el ser humano está vivo, hoy más que nunca! Y no es una idea fatalista ni falsa como la muerte de Dios que Nietzsche afirma. No, el ser humano vive, sólo hay que despertarlo para que se sacuda de ese letargo de flojera y de indiferencia que carga... Confío en que todos juntos podemos emprender la aventura de encontrarlo en nosotros mismos y confiar, pues es la parte más excitante de creer porque nos da alas para ser plenos y madurar como especie humana.

Remate
Es claro que la crisis económica que hoy vivimos se debe al egoísmo del ser humano. La codicia, la avaricia, la corrupción, el egoísmo y la ambición se convierten en la base de la “religión” de muchas personas, son la razón de su fe, creen en ello y no en sí mismos y en los demás. En realidad superar la crisis depende de cada uno. Si fuésemos cada día menos egoístas y más solidarios con los que menos tienen, si actuáramos con responsabilidad, si hiciésemos a los demás lo que queremos que nos hagan a nosotros, entonces todos viviríamos mejor y no tendríamos que sufrir por culpa de una economía que, al fin y al cabo, los seres humanos hemos inventado y hecho muy compleja. Insisto: creo que sí podemos, que somos capaces de superar todo. Al ser humano lo he visto ser, porque en los peores momentos se muestra verdaderamente por encima de sí mismo y entonces nos sorprende por su misma naturaleza humana.— Mérida, Yucatán.

sábado, diciembre 06, 2008

¿Explotar o vivir feliz?, esa es la cuestión...

En su mirada se siente el odio, la rabia contenida que asusta. "¡Coño, no quiero hablar más de eso!", grita, y decidido se levanta de la silla y avanza hacia la puerta.
Antes de llegar se da la vuelta y dice, como queriendo enfrentar el asunto: "La verdad no me siento bien cuando hablo de mis problemas, no es contra ustedes, sino contra mí mismo", y dicho esto sale de la habitación.
Al parecer la rabia y la intolerancia que Miguel siente obedecen a que nunca aprendió a manejar sus frustraciones; él no acepta que los problemas se puedan resolver de manera inteligente, pacífica y mejor, o al menos no sabe cómo hacerlo. Es una situación a la que muchos nos enfrentamos a diario en nosotros mismos o cuando nos encontramos con alguien que tiene cualquier tipo de problemas y no sabe cómo resolverlos.
¿Y sabe qué? Toda la molestia de este hombre fue porque un amigo le preguntó cómo iba su matrimonio, nada más.
¡Cuántas veces mostramos intolerancia y estallamos ante nuestras frustraciones! Ser paciente y resolver los problemas, los que se pueden solucionar, sin complicar las cosas no siempre es fácil, pero depende de que uno ponga de su parte y dé los pasos necesarios para lograrlo.
Hace unos días me platicaba una persona que conoce a alguien muy "explosivo": ante cualquier atisbo de frustración o cuando no sabe qué hacer, termina con gritos, golpeando las manos en las paredes y en cuanto mueble encuentre a su paso en su huida del lugar.
Y vaya que a todos nos ha tocado alguna vez perder la cabeza y/o poner un punto final a todo con un grito o a manotazos. Lo importante es ser conscientes de que las soluciones se dan en la medida en que manejemos nuestra inteligencia y, con base en el diálogo y la buena disposición, tengamos la voluntad para encontrar la mejor respuesta a nuestros problemas, a nuestras angustias.
Es un ejercicio constante que como reto todos deberíamos asumir; estoy seguro de que nos evitaríamos toda clase de problemas, en cualquier ambiente y en cualquier ámbito de nuestra vida.
Remate
Es definitivo, las lecciones vienen solas. Hoy tuve la oportunidad de platicar con Daniella, voluntaria del grupo "Alas al vuelo", quien me dijo que en lo que se refiere a los niños maltratados y abandonados que están en casas hogar lo importante es creer en ellos, porque ella aún cree en las personas y está segura de que en el fondo el corazón nos mueve, nos motiva a ser precisamente muy humanos y a arropar a quien lo necesita, eso, claro, con sus muy contadas excepciones, que no por eso se les puede llamar "malos". Sí, creer siempre en el ser humano, en las personas, nos abre enormes puertas de esperanza que nos empujan a ser mejores cada día y a hacer mucho más llevadera la vida de quienes no han tenido las oportunidades que nos tocó vivir a nosotros. Gracias, Daniella.— Mérida, Yucatán.

viernes, diciembre 05, 2008

Derechos humanos sin seres humanos, ¡cómo!

La historia reciente incluye graves violaciones a los derechos humanos. Es un asunto que no es obligación exclusiva atender de los diferentes organismos, gubernamentales o civiles.
En todo el mundo los casos de violaciones a los derechos humanos se dan por montones; lo grave del asunto es que esto sucede en nuestro entorno, incluso a nuestro lado, pero no somos capaces de mover un dedo para defender y prevenir cualquier abuso.
Y digo esto porque hace unos días, al volver del trabajo, me encontré caminando en las calles a 12 niñas vestidas con el traje típico de Oaxaca; eran las 10:15 de la noche y andaban sin zapatos, apenas con la ropa que traían puesta, y la que vendían en las manos, caminando bajo el frío que nos ha tocado en estos días; ningún adulto iba con ellas… calculo que tendrían entre 10 y 12 años, pero no más.
Y nadie, ni los visitantes nacionales y extranjeros, ni la gente que iba a pie, ni los conductores que por ahí avanzaban —y me incluyo— ni los policías que por ahí esperaban en las esquinas (estoy seguro de que no hacen nada más que eso, esperar, porque ni educan a la gente para el uso correcto de los semáforos peatonales ni ayudan a que el tránsito de vehículos sea más fluido) se atrevió a acercarse a ellas y preguntarles qué hacían a esa hora solas, sin zapatos y vendiendo. Incluso me pareció ver a una de ellas estornudando y con el rostro enrojecido quizás por alguna especie de alergia o catarro que tenía.
Cuando Juan Pablo II afirmó que la humanidad se deshumaniza no estaba inventando ni haciendo atractivo su discurso. El ser humano se ha vuelto muy insensible, al grado tal que puede haber un problema cerca de alguien y nadie actúa porque prefiere evitar un enfrentamiento, cargar con culpas ajenas pues.
Lo cierto es que es muy doloroso darse cuenta cómo ante tanta violencia que a diario nos llega a través de los medios de comunicación, en especial los electrónicos, lo que sucede a nuestro alrededor se pierde, ya no interesa, ya no se valora en su justa dimensión para hacer lo que como seres humanos nos corresponde.
Y es que en esto de los derechos humanos los problemas que vemos obligan, nos obligan a todos, sociedad, gobierno, religión, organismos de todo tipo, a actuar en consecuencia y luchar por el debido respeto de las personas, no importa edad, posición social, situación física, preferencias, todos merecen nuestra lucha por el solo hecho de ser personas.
Contrario a lo que pensamos, a diario nos encontramos con pequeños detalles que deberían prender los focos de alerta, pero simplemente no sucede nada, no nos mueve nada. Y entonces en todo momento nos enfrentamos al narcotráfico, a nuestros gobiernos, a la corrupción, a las mentiras, las apariencias, los abusos, la desigualdad, la guerra, la pornografía, la pederastia, al vecino que golpea a la esposa y a los hijos, que viola, que le valen los que viven a su alrededor, al conductor que reta, insulta, agrede, al alumno que se enfrenta a sus compañeros, que reta a sus maestros, que amenaza, en fin, la lista es interminable, todo nos vale, no hacemos nada, todo “para no meterme en problemas con nadie”.

Derechos humanos, un término que suena hueco cuando nos damos cuenta de que la realidad demuestra que tales derechos no existen, porque nadie lucha por ellos; es más, ni los organismos llamados autónomos asumen su papel obligado porque mejor se ocupan por lo que la política les podría ofrecer o por lo que en el mismo ámbito podrían lograr.
¿Será posible humanizarse? ¿Qué nos falta para alcanzar la excelencia como personas? Es algo que debemos pensar en serio y actuar, sobre todo por quienes vienen atrás empujando y por los que llegarán; por nuestro propio bien y para que luego no nos alcancen nuestras propias acciones, porque el golpe puede ser muy duro.

Remate
Empiezan las fiestas por todas partes, ya se respira el ambiente navideño. En muchas partes se escucha la música que nos envuelve con temas que nos ubican en el tiempo que estamos a punto de vivir. Junto con esta “preparación” nos llega la mercadotecnia que permitimos que nos envuelva y nos venza. Ofrecimientos de todo tipo para gastar, ninguno habla de dar la persona, de visitar al desvalido, de acercarse al necesitado, sea el padre, la madre o cualquier pariente, amigo o desconocido olvidados. Vale ésta como una oportunidad para empezar a humanizarnos, ese tema tan recurrente que nos golpea constantemente para gritarnos que nos estamos perdiendo como seres humanos. El fondo de todo no radica en cuánto das a los demás, sino en cuánto te das a todos, en especial a quienes te necesitan. Podemos empezar ya, es urgente y necesario.— Mérida, Yucatán.
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martes, diciembre 02, 2008

Estos cuatro minutos son para levantarse


Y para no perder de vista que la música siempre puede hacer milagros en cualquiera, aquí está Tracy Chapman con una canción estupenda llamada "Fast car". Personalmente puedo decir que hoy me levantó mucho el ánimo que ya andaba caído; vale la pena compartir este vídeo y procuren darse esos 4:25 minutos que dura esta canción para reflexionar y recargar pilas. Arrancamos un nuevo bloque de escritos en este sitio que, gracias a sus visitas, se mantiene alimentado con experiencias todos los días. Gracias de nuevo.

miércoles, noviembre 05, 2008

Ese ingenio que nos caracteriza

Hace unos días caminaba por el centro de la ciudad y me llamó la atención la manera tan peculiar como una persona promovía su producto, aunque confieso que, a fin de cuentas, nunca supe qué producto vendía.
El individuo daba primero un fuerte silbido para después cantar... al terminar se echaba un discurso tan rápido sobre su producto, que por un momento me pareció que ni él lo entendía, para finalmente terminar con otra canción, cuya letra supongo que se relacionaba con lo que vendía porque tampoco le entendí, y luego con la misma tonada del fuerte silbido con el cual empezaba.
Esta persona me hizo recordar a muchos vendedores con las cuales me he topado a lo largo de mi vida, quienes cantan, bailan, gritan o silban de una manera peculiar, a fin de anunciar su producto y vender. Uno de ellos es aquel famoso "Miguelito, el de los pastelitos" que acotumbraba echarse una canción de promoción que variaba de acuerdo con las circunstancias, para vender pastelitos rellenos en el parque de béisbol "Kukulcán".
Pero no es el único; entre los recuerdos que tengo de mi infancia hay uno de una persona que pasaba vendiendo leche de chiva, que empezaba chiflando de un modo muy peculiar, para luego cantar el producto con una tonada parecida al de las rezadoras (con todo el respeto y admiración que me merecen), cambiando la voz al "soltarla por la nariz". Al escucharlo, todos salíamos corriendo a ver a las chivitas, primero, y, después, a esperar a que nuestra abuelita saliera con su envase a comprar la leche tomada directa de la ubre del animal, misma que de inmediato nos atrevíamos a beber. ¡Cómo son los tiempos! Nunca nos enfermamos por hacer esto, y eso que hoy consumimos todo tipo de leche alterada —desnatada, descremada, desengrasada, deslactosada y cuantos des encontremos—, a fin de evitar enfermarnos por consumirla.
Y ahí está también el que vende elotes, el de los esquites, los afiladores, quienes venden banderillas y, en algunos lugares donde se tiene la suerte de verlas, algunas vendedoras de frutas y verduras ambulantes (que realmente caminan para vender su producto), quienes al pregonar pareciera que cantan lo que venden.
Lo cierto es que el ingenio de muchas personas que se dedican a vender en las calles logra la meta final, pues gracias a su creatividad la gente le compra sus productos.
Pero volviendo a la persona que encontré en el centro de la ciudad, no tuve tiempo de acercarme para saber qué vendía, pero pude observar que muchas personas se detenían, sea por interés o por simple curiosidad, a su improvisado puesto y luego salían con algo en las manos; o sea, que resultaba la mecánica de silbar, cantar, hablar, cantar y silbar. Qué bueno que pude ser testigo de esta peculiar escena, porque además de que me pareció algo muy curioso, también me transportó a una época en la que lo único que podía hacer era disfrutar del momento siendo niño, y créanme que me hizo muy bien.— Mérida, Yucatán.
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lunes, noviembre 03, 2008

El ser humano cae por culpa de sí mismo

La noticia llegó como un golpe seco, como una puñalada directa y artera al corazón, así como asesinaron al pequeño.
¿Hasta dónde puede llegar la crueldad humana?, me pregunto. Creo que hasta donde el corazón del hombre cruel se atreve.
Una de las degradaciones más notorias del ser humano está en la manera como trata a sus congéneres, en especial a los más débiles, a los más indefensos.
La noticia circuló en los medios de comunicación: unos secuestradores en la ciudad de México asesinaron a un niño de cinco años inyectándole ácido directamente en el corazón, luego de enterarse de que la policía los buscaba.
Pregunto de nuevo: ¿Hasta dónde llega la crueldad humana? Estos asesinos, además, enterraron al menor en un cerro, lo abandonaron...
¿La víctima pagó alguna culpa, algún pecado? Simplemente la locura del ser humano llega a tales extremos que es capaz de perder los motivos de su existencia y envilecer su corazón a un grado tal que acaba consigo mismo y, cuando no, con pequeños indefensos.
Y es que en México, hablando de cifras oficiales, entre enero y septiembre de este año se reportaron 651 secuestros, de los cuales el 60% tuvo como resultado víctimas fatales.
Si ya de por sí las cifras son alarmantes en cuanto a niños no nacidos asesinados, es muy doloroso enterarse cómo en algunas partes del mundo se asesina a pequeños, sin piedad, y más triste aún saber que en México tanta insensibilidad ya nos enfermó.
Hay informes que revelan que aproximadamente entre cada seis a 10 minutos se asesina la vida de un inocente, es decir, cerca de 100,000 niños muertos, sin darles siquiera la oportunidad de haber nacido... imagínense, lo que tardamos en tomar un café.
Los niños son esos seres maravillosos que siempre nos enseñan que la vida es algo valioso y que hay que vivirla sin complejos, con libertad y con la inocencia natural que todos poseemos.
Ante este evento, confieso que hoy se cruzó por mi mente la extraña tentación de exigir la muerte para esta clase de asesinos, pero la voz de la prudencia me dice que no es así como debemos combatir este problema. El mal no se contrarresta con el mal.
Quizás sea un iluso, pero creo en las palabras de Teresa de Calcuta cuando dice: "Ama profundamente... hasta que duela; y después de que duela, ama de nuevo".
Todos tenemos una tarea urgente: la de buscar la manera de cambiar nuestra visión del mundo y de todos los que nos rodean, a fin de preservar al ser humano; no sólo es una obligación urgente, sino que es una cuestión de supervivencia, de vida o muerte para nuestra raza. ¿Hasta cuándo lo entenderemos?

Remate
Elevo una oración por este pequeño que no mereció sufrir la estupidez ajena en su versión más baja y denigrante... Siento culpa ajena por esto que sucedió.— Mérida, Yucatán.
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viernes, octubre 31, 2008

El día que la muerte salvó a Juan

Juan era un hombre simplemente escéptico en eso de las cosas de fantasmas y aparecidos, y de cuanta historia de terror se encontrara. Simplemente, las cosas que había estudiado y los libros que había leído le dictaban a su mente que ninguna cosa sobrenatural existe, que es a los vivos a quienes hay que temer, no a los muertos ni a la muerte... al menos hasta hace unas semanas.
"Sólo lo recuerdo y me pongo a temblar, la piel se me eriza como nunca me había pasado...", me dice, mientras toma asiento y bebe un sorbo de su vaso de café bien caliente.
Con la mirada perdida y el rostro desencajado, Juan recuerda aquella noche cuando llegó a su casa y la encontró vacía, su familia había salido y aún no regresaba. Todo estaba a oscuras... cerca de la puerta, la sombra del alto flamboyan abrazaba con su negrura todo el jardín y parte del frente de la vivienda; tomó sus llaves y abrió la puerta... entró y cerró detrás de él.
Como todos los días cuando vuelve cansado del trabajo, lo primero que hace, casi como un movimiento automático y programado, es ir a la cocina para revisar qué puede encontrar en el refrigerador para cenar.
Al cruzar el pasillo rumbo a la cocina sintió un dolor agudo en el bajo vientre seguido de una sensación nauseabunda... todos los pelos de su cuerpo se elevaron de una manera por demás desagradable.
Indeciso, pretendió atravesar el pasillo hasta la cocina lo más rápido posible, pero de nuevo esa sensación extraña en el cuerpo lo detuvo.
Como si de pronto alguna razón lo impulsara, Juan levantó la mirada y observó que detrás de una columna había una sombra: parecía un hombre que trataba de esconderse y esperaba en la oscuridad con algo en la mano... ¿un arma?
Al darse cuenta de la situación comprometedora, la extraña sensación en el estómago y en el bajo vientre aumentó y subió hasta su cerebro, donde se dispararon miles de señales de alerta sobre lo que estaba a punto de suceder.
Haciendo el menor ruido posible, Juan se acercó lentamente a la sala y tomó de atrás del sofá un bate que siempre guardaba, "para casos de emergencia". Lentamente y como pudo caminó dispuesto a encender la luz para atrapar al extraño visitante que tenía en su casa, cuando de pronto escuchó un murmullo, como si hubiera dos personas... y hablaban en voz baja en ese lugar; entonces percibió cómo la sombra ahora se movía al parecer dirigiéndose a "alguien" más.
Juan se detuvo un instante para pensar mejor su estrategia, cuando de repente, en medio del silencio que reinaba en la habitación, le pareció oír un regaño hecho en un murmullo, luego un gemido, un grito aterrador y después... un silencio que duró casi nada, seguido del ruido de un cuerpo sin fuerza al caer en el piso.
Indeciso, Juan pensó que lo mejor sería esconderse y esperar, pero recordó que tenía con él su teléfono celular y decidió llamar a la policía. En eso estaba cuando de la nada se escuchó una voz que decía: "Juan, Juan, Juan... no te preocupes, no es por ti..., en realidad sus días estaban contados y nada más me adelanté... vine por él...".
Al levantar la mirada, el hombre observó una figura que le pareció reconocer; con la luz en sus espaldas, el extraño ser se veía imponente, brillante y a la vez aterrador.
"No, no te equivocas —se escuchó de nuevo—, sabes quién soy...; te repito que sólo vine a salvarte pues tu destino aún se escribe, pero el de este desgraciado llegó al final", y luego de decir esto, el extraño ser soltó una terrible carcajada y se esfumó, dejando una especie de humo negro detrás de él.
Con el corazón saltando aún y a punto de salírsele del pecho, Juan logró alcanzar el interruptor de la luz. Al iluminar la habitación descubrió una escena dantesca: un hombre muy joven, como de unos 17 años, estaba tirado en el suelo boca arriba..., en una mano tenía una pistola y en la otra un cuchillo de carnicero. Extrañamente sus cabellos estaban completamente blancos y llevaba en la mirada el horror de un encuentro con el más allá, con la muerte: sus pupilas estaban dilatadas y una mueca en su rostro lo decía todo.
Los resultados de la autopsia revelaron que el asaltante había muerto de un "infarto agudo de miocardio, un ataque al corazón, producido por una obstrucción en una de las arterias coronarias."
"Quizás por ser novato su corazón no resistió tantas emociones", le dijeron, pero Juan sabía que en realidad la muerte le había llegado por sorpresa, literalmente hablando.
Hoy, aunque mi amigo entiende que su destino "aún no está escrito", los recuerdos de aquella noche lo persiguen y vigila siempre, pues, según dice, sospecha que cualquier día y a cualquier hora la muerte lo visitará y entonces el final para él habrá llegado de manera inesperada.
Y es que yo, pese a que Juan relata esto con una angustia que hace pensar que su historia es creíble, confieso que, como él era antes, yo también soy escéptico ante este tipo de narraciones...— Mérida, Yucatán.
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miércoles, octubre 29, 2008

El héroe del día

Hay historias que tienen todo para enseñar grandes lecciones. Algunas veces nos encontramos en internet, sobre todo en los correos electrónicos, cadenas y bromas que no sirven para nada.
Sin embargo, de vez en cuando nos topamos con historias, inventadas o reales, Dios sabrá, que van cargadas con lo mejor del ser humano y mueven completamente a nuestra naturaleza para ser positivos y contribuir al bien común tan deseado. Tal es el caso de un correo que me llegó apenas hoy en el que se cuenta una historia que vale la pena transcribir. Aquí está y se llama "¡¡Sin palabras!!":

En una cena de beneficencia para una escuela de niños con capacidades especiales, el padre de un estudiante pronunció un discurso que nunca será olvidado por las personas que lo escucharon.
Después de felicitar y exaltar a la escuela y a todos los que trabajan en ella, este padre hizo una pregunta:
"Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza, el orden natural de las cosas alcanza la perfección. Pero mi hijo, Herbert, no puede aprender como otros niños lo hacen. No puede entender las cosas como otros niños. ¿Dónde está el orden natural de las cosas en mi hijo?"
La audiencia quedó impactada por la pregunta..
El padre del niño continuó diciendo: "Yo creo que cuando un niño como Herbert, física y mentalmente discapacitado, viene al mundo, una oportunidad de ver la naturaleza humana se presenta y se manifiesta en la forma en la que otras personas tratan a ese niño".
Entonces contó que un día caminaba con su hijo Herbert cerca de un parque donde algunos niños jugaban béisbol. Herbert le preguntó a su padre:
"¿Crees que me dejen jugar?". Su padre sabía que a la mayoría de los niños no le gustaría que alguien como Herbert jugara en su equipo, pero el padre también entendió que si le permitían jugar a su hijo, le darían un sentido de pertenencia muy necesario y la confianza de ser aceptado por otros a pesar de sus habilidades especiales.
El padre de Herbert se acercó a uno de los niños que jugaban y le preguntó, sin esperar mucho, si Herbert podría jugar. El niño miró alrededor por alguien que lo aconsejara y le dijo: "Estamos perdiendo por seis carreras y el juego está en la octava entrada. Supongo que puede unirse a nuestro equipo y trataremos de ponerlo al bate en la novena entrada".
Herbert se desplazó con dificultad hasta la banca y con una amplia sonrisa se puso la camisa del equipo, mientras su padre lo contemplaba con lágrimas en los ojos por la emoción. Los otros niños vieron la felicidad del padre cuando su hijo era aceptado.
Al final de la octava entrada, el equipo de Herbert logró anotar algunas carreras pero aún estaba debajo en el marcador por tres...
Al inicio de la novena entrada, Herbert se puso un guante y jugó en el jardín derecho. Aunque ninguna pelota llegó a Herbert, el niño estaba obviamente extasiado sólo por estar en el juego y en el campo, sonriendo de oreja a oreja, mientras su padre lo animaba desde las gradas.
Al final de la novena entrada, el equipo de Herbert anotó de nuevo. Ahora con dos auts y las bases llenas, la carrera para obtener el triunfo era una posibilidad y Herbert era el siguiente en batear. Con esa oportunidad, ¿dejarían batear a Herbert y renunciarían a la posibilidad de ganar el juego? Sorprendentemente sí, Herbert estaba al bate.
Todos sabían que un solo jit era imposible porque Herbert no sabía ni cómo agarrar el bate correctamente, mucho menos podía pegarle a la bola.
Sin embargo, mientras Herbert se paraba sobre la base, el pícher reconoció que el otro equipo estaba dispuesto a perder para permitirle a Herbert un gran momento en su vida, así que se movió unos pasos al frente y tiró la bola muy suavemente para que Herbert pudiera al menos hacer contacto con ella.
El primer tiro llegó, Herbert abanicó torpemente y falló.
El pícher de nuevo se adelantó unos pasos para tirar la bola suavemente hacia el bateador. Cuando se hizo el tiro, Herbert abanicó y golpeó la bola suavemente, justo enfrente del pícher. El juego podría haber terminado ahí, pues el pícher pudo haber recogido la bola y tirado a primera base. Herbert hubiera quedado fuera y habría sido el final del juego.
Sin embargo, el pícher tiró la bola sobre la cabeza del niño que estaba en primera base y fuera del alcance del resto de sus compañeros de equipo.
Todos desde las gradas y los jugadores de ambos equipos empezaron a gritar: "¡Herbert, corre a primera base, corre a primera!". Nunca en su vida Herbert había corrido esa distancia, pero logró llegar a primera base. Corrió justo sobre la línea, con los ojos muy abiertos y sobresaltado.
Todos gritaban: "¡Corre a segunda!". Recobrando el aliento y con dificultad, Herbert corrió hacia la segunda base. Para el momento en que llegó a la segunda base, el niño del jardín derecho tenia la bola... era el niño más pequeño en el equipo y sabía que tenía la oportunidad de ser el héroe del día.
Él pudo haber tirado la bola a la segunda base, pero entendió las intenciones del pícher y lanzó la bola muy alto, sobre la cabeza del niño que estaba en tercera base. Herbert corrió a tercera base, mientras que los corredores delante de él hicieron un círculo a su alrededor. Cuando Herbert llegó a tercera, los niños de ambos equipos y los espectadores estaban de pie gritando: "¡Corre a 'home'! ¡Corre!".
Herbert corrió a "home", se paró en la base, fue vitoreado como el héroe que bateó el "grand slam" y ganó el juego para su equipo. "Ese día —dijo el padre con lágrimas bajando por su rostro—, los niños de ambos equipos ayudaron dándole a este mundo un trozo de verdadero amor y humanismo...".
Herbert no sobrevivió otro verano. Murió ese invierno, sin olvidar nunca haber sido el héroe y haber hecho a su padre muy feliz, haber llegado a casa y ver a su madre llorando de felicidad y ¡abrazando a su héroe del día!

Como dije antes, no se necesitan más palabras...— Mérida, Yucatán.
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lunes, octubre 27, 2008

¿También con la terquedad se educa?

"¿Está seguro de que no se vengará? Yo creo que hasta de usted va a tomar venganza, maestro...", fueron las palabras de un grupo de alumnos que al parecer no podían resolver un problema de malos entendidos con otro maestro, porque sentían que nada lo haría cambiar de opinión (al maestro) respecto a ellos.
"No se preocupen, vamos a buscar soluciones en lugar de ver todo negattivo, acepten el reto, no pasa nada... ya verán que todo se soluciona y con su esfuerzo las respuestas a sus dudas llegarán muy pronto", les respondí...
Hasta hoy el problema sigue y es preocupante que la terquedad a veces nos ciegue cuando de nuestros intereses personales se trata. Ni ha habido solución ni diálogo.
Tenemos una cita para platicar con este profesor junto con el director y para plantear posibles soluciones a fin de evitar más malestar y que luego esto se refleje en las notas finales, en las calificaciones.
Sí, es cierto, muchos adolescentes ponen cualquier pretexto para no acudir a las escuelas y abandonan las oportunidades de educación que se les presentan. El problema se empeora cuando los maestros colaboramos a que con nuestras actitudes la vida de los alumnos se compliquen. Despues de todo, educar es algo más que sólo enseñar conceptos o exigir resultados en números.
En este caso, como en muchos otros, estoy seguro de que la solución llegará.
Mientras tanto, vale la pena recordar la responsabilidad tan grande que tenemos ante las personas a quienes educamos. Hoy me pregunto si lo que hacemos es suficiente para alcanzar los objetivos o hay que hacer mucho más. Tendremos tiempo para reflexionar sobre este asunto...
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miércoles, octubre 22, 2008

Cuando uno no quiere, dos no pelean

En un ciudad ya tan complicada como la nuestra —hablo de Mérida, la de Yucatán—, ya resulta muy difícil mantener la ecuanimidad a la hora de transitar en un vehículo a determinadas horas del día, sobre todo con el sol disparando sus rayos como si nos reclamara nuestra actitud ante la naturaleza y, claro, muchos pierden la cabeza y se ofenden, se desquitan, se insultan y crean infiernitos a su lado cuando a veces los que los rodean no tienen la culpa de lo que les pasa. Y confieso que a veces soy uno de ellos... o era y ya me controlo bien gracias a Nora, mi esposa, quien siempre me insiste en que me eduque en la paciencia.
Hace unos días, con el cierre de un tramo de la calle 60 —cruzamientos de la 67 a la 69— del centro, el caos se hacía evidente ante la falta de señalamientos cuadras antes de llegar a la 60 x 69, pues quienes están acostumbrados a transitar del lado izquierdo para entrar a un estacionamiento que se ubica precisamente en ese costado de la calle o bien por la facilidad que generalmente da moverse en el carril izquierdo por culpa de los choferes de autobuses del transporte público de pasajeros que se detienen a veces a media cuadra del lado derecho de pronto se topaban con que tal carril izquierdo tenía colocados dos conos de señalización para evitar el paso y sólo quedaba libre la vía derecha de la calle.
Ya se imaginarán que, por consiguiente, al tratar de entrar al carril de la derecha que estaba libre y con el policía de crucero haciendo todo lo posible por controlar el caos (algo realmente imposible porque el caos es precisamente eso: un caos) se armaba un conflicto vehicular impresionante.
Y ahí estaba yo, ubicado precisamente en el carril izquierdo, enfrentando la sorpresa de que sólo podría seguir circulando en el paso de la derecha, pero me enfrentaba al asunto de tener que cruzarme para continuar, de modo que imploré ayuda con la mirada al policía de azul que dirigía el tránsito en ese momento.
Cuál sería mi sorpresa que el oficial al ver mis intentos fallidos de pasar y escuchar el escándalo acostumbrado de los otros choferes que soltaron el claxón de sus vehículos —hasta ahora no entiendo qué utilidad tiene hacer eso si de todas maneras tanto ruido no resuelve absolutamente nada—, en lugar de ayudarme a que el tránsito de un carril al otro sea más liviano y ágil simplemente, me gritó, así como lee, "me gritó": "Qué esperas..., a la izquierda y si te equivocaste das toda la vuelta para que aprendas, pero no me perjudiques el tránsito...".
"¿Qué? —pensé— ¿Dar la vuelta con lo complicado que está esto? No, no estoy dispuesto a hacerlo, pues sólo es una cuadra la que me falta"... De modo que le respondí: "Pero si voy al estacionamiento de ahí, vea, no le engaño oficial, soy del Dia... Imposible, no me dejó terminar y de inmediato me volvió a gritar: "¿Qué no entendiste? Ahora te pasas al carril de la izquierda y das la vuelta, tú no pasas".
Lo siento, soy muy terco cuando de luchar contra las injusticias se trata, porque además para ese entonces ya estaba en el carril de la derecha listo para pasar y lo único que impedía que continuara era precisamente el policía del crucero. Así que le pedí que por favor me dejara pasar y entonces se acercó, se dio cuenta de que llevaba el uniforme con el logotipo del periódico para el cual trabajo y me dijo, aunque ya no con gritos, sí con voz muy dura: "Pase y se estaciona adelante, por favor", y así lo hice. "Problemas y a perder el tiempo", pensé, pero traté de no hacer juicios previos ni prepararme para nada.
Creo que el policía se acercaba dispuesto a gritar de nuevo, porque no llevaba cara de buenos amigos. Sin embargo, al ver que precisamente por el caos vehicular un compañero de trabajo, reportero gráfico, captaba algunas imágenes con su cámara y que al pasar junto a mí me saludó con un "Hola,Ángel, ¿problemas?", a lo que respondí que no, la actitud del oficial cambió y entonces me dijo: "Jefe, comprenda por favor, tratamos de hacer nuestro trabajo, nos tienen que apoyar, ya ve que nosotros siempre apoyamos al periódico cuando lo necesitan; además, no lleva usted ningún logotipo o credencial que lo identifique".
Creo que la prudencia y la necesidad de no quedarme tanto tiempo discutiendo me llevaron a decirle: "Mire, oficial... Yo comprendo lo duro que debe ser estar bajo los terribles rayos del sol, es un trabajo duro, pero todos estamos sometidos a presiones y no vale que desquite su enojo, su furia con los automovilistas, que nadie tiene la culpa de lo que le pasa, así como usted no tiene la culpa de cada uno de los problemas de todos lo que andamos en nuestros vehículos en este momento y pasamos junto a usted. Así que, ojalá que esto se aprenda y se sugiera que una cuadra antes se coloque una señal de aviso para los conductores que vienen confiados en que la vida es como todos los días y de pronto se encuentran con algo como esto... todos estaríamos felices y agradecidos y, ¡claro que sí!, ayudaríamos a que la carga que usted tiene encima sea más liviana".
No me respondió, simplemente me pidió que continuara mi camino y agradeció mi sugerencia. Quedé sorprendido, aunque claro que no estoy seguro si el desenlace se debió al uniforme que representa a un periódico muy importante en el sureste o fue que realmente entendió lo que le quise decir.
En fin, que cada día se aprende algo importante, y en esta ocasión fue que lo mejor para evitar pleitos precisamente no hay que pelear. Dice mi padre que cuando uno no quiere, dos no pelean y muchas veces lo he comprobado. Al parecer cuando nos ofuscamos por un problema y perdemos la paciencia acabamos por perder la cabeza y hacemos cosas de las que luego ya no podemos arrepentirnos; por eso es importante conocernos y aprender a manejar nuestras cualidades y nuestras debilidades a nuestro favor. Es una tarea de todos los días, pero vale la pena trabajar constantemente en ello.

Remate
Y es que lo que a los adultos angustia, que se supone manejamos con "madurez" nuestros sentimientos y emociones, resulta que a los adolescentes también y aún más, sobre todo en lo que se refiere a las frustraciones y el cansancio. Tengo una anécdota relacionada con este asunto, pero no quiero cansarlos hoy con más palabras; será en la próxima Lección que les cuente y comparta lo que resultó de ello.— Mérida, Yucatán.
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lunes, octubre 20, 2008

Educar, un asunto de gran responsabilidad

"Cada persona es un mundo", me dice siempre mucha gente. Y es cierto. Sólo que así como en el mundo, cada persona entonces es un enredo de problemas y angustias que debemos tomar en cuenta para hacer de nuestras relaciones con los demás algo mejor, en especial para practicar todos los días y a cada rato la empatía.
Y es que esto me quedó claro hace unos días de un jovencito, un adolescente con quien platiqué hace un par de días, por un asunto de calificaciones en la escuela. A veces pensamos que compartir académicamente nuestros conocimientos en un salón de clases significa abarcar una parte pequeña del cerebro del educando, pero resulta que no es así, porque no se trata de hacer panuchos o embolsar cacahuates, sino de estar con personas que necesitan más que pasar una lección con un 10, sobre todo si tomamos en cuenta que la actual situación que vivimos todos en el ambiente que nos toca vivir no ayuda para nada en la formación de los jóvenes de hoy.
"Me preocupa saber que aunque me esfuerzo nomás no puedo, y si del maestro se trata, entonces se complica la cosa porque no le interesa más que cumplir su trabajo y nada más; hasta parece que le molesta que lo cuestione... No sé qué hacer, estoy muy preocupado".
Es un hecho que los maestros tenemos un papel muy importante en el desarrollo y en la madurez de los alumnos; cierto, no debemos ni tenemos por qué exigirles que nos den a conocer su situación personal y familiar para apoyarlos, pero pienso que sí debemos estar pendientes de sus necesidades para saber cuál estrategia es la mejor para ayudarlos a crecer, o por lo menos para que no fracasen en el ámbito escolar.
¡Cuánto daño podemos hacer los maestros con una mala decisión, por un prejuicio o simplemente una mala apreciación de un problema! Ciertamente, quien se preocupa por sus cosas sólo tiene un nombre para ser descrito: responsable.
Como seres humanos tenemos muchas obligaciones en este mundo rodeado por seres humanos como nosotros: el primero es como padres de familia, primer educador y formador de personas; en segundo lugar, aquellos que tienen también el privilegio de enseñar y compartir los conocimientos que libros y experiencia les han regalado a través de la hermosa profesión docente. En tercer lugar, los ancianos, tremendos contenedores de sabiduría a quienes debemos respeto y cuidado. Finalmente, aun después de la muerte podemos seguir enseñando, gracias a las acciones que en vida pudieron hacernos trascender en quienes nos rodearon.
Por eso creo que el secreto para que nuestro país salga adelante está en la educación, la de la familia, en primer lugar, y la de la escuela, en segundo. Ambas son vitales, pues forman personas que finalmente se harán cargo de nosotros en nuestra vejez y también de las generaciones que vienen empujando detrás de ellos. Es una responsabilidad muy grande la que tenemos.
En la plática con este joven pude apreciar que el problema es que los formadores, los docentes, somos humanos y nos podemos equivocar, pero al hacerlo dañamos el producto final de nuestro compromiso: la persona. "Al maestro no le gusta que lo cuestionen y que a veces le digamos que está equivocado en lo que nos dice; tampoco le gusta que le pidamos información para saber cómo estamos en su materia, porque dice que no está obligado a darla... Estoy muy preocupado, ¿así es como se debe educar? ¿Usted qué opina?"... Son preguntas que todos nos deberíamos responder, pues a todos nos corresponde una parte de esa obligación. Por lo pronto, yo ya estoy cuestionándome sobre mi papel real y serio en la educación, primero de mi familia y finalmente de mis alumnos.

Remate
"Educar —decía un gran maestro de Filosofía que tuve— es tomar de la mano al discípulo para conducirlo por el camino correcto; pero no se queda ahí el concepto, es ir más allá, es transmitirle algo más que conocimientos, es darle tu persona, tu visión del mundo y ayudar a tu educando a que se forme un concepto personal de lo que le rodea, es facilitarle las cosas para que sepa cómo levantarse cuando ha caído, es, en fin, formar personas para una sociedad mejor, un futuro bueno para los seres humanos"... Es una lección que todos debemos asumir como nuestra, sobre todo los maestros, incluyendo los papás, que creen que con lavar la boca a los niños resolverán un problema de fondo.— Mérida, Yucatán.
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domingo, octubre 19, 2008

En conclusión, hay "Crónicas" para todos

Una de las cosas más importantes para entender un proyecto es conocer sus objetivos y a sus participantes, y en el caso de "Crónicas de una noticia anunciada" cabe decir que lo que se busca finalmente es analizar las noticias más importantes del día o de la semana a través de comentarios de expertos, combinado con las opiniones de personajes irreverentes y representativos del quehacer político, social y religioso, a fin de dar una visión más amplia de la realidad de una manera amena, sin que con ello se pierda la seriedad del contenido. Claro, el programa depende de las noticias que se generen en Yucatán y en el mundo, y dependiendo de los temas, se hacen comentarios que muevan a la reflexión y, sobre todo, al diálogo y a la solución de problemas.
Aunque el programa está planeado en su esencia y en la mecánica para comunicar, los diálogos son libres, de tal manera que las opiniones surgen de manera espontánea. El objetivo principal es informar y analizar.
Pero ¿quiénes intervienen en el programa? Pues vale la pena conocerlos y saber un poco de la historia previa a su participación en
"Crónicas de una noticia anunciada", eso nos acercará más, pero también nos hará entender mejor el concepto del programa.

Chich Jé es uno de esos tipos que nacieron en familia acaudaladas y que nunca, pero nunca ha padecido la pobreza con la que millones de mexicanos viven a diario.
Su fortuna es incalculable, además de que goza de un salario muy jugoso como burócrata (en realidad es aviador), y otras regalías que recibe de muchas empresas, sindicatos y medios de comunicación.
Al tener tanto dinero y no saber en qué gastarlo, decidió comprar una computadora, un programa de edición de audio, unos cuantos micrófonos y contratar a profesionales de los medios de comunicación, a quienes por cierto les pagaba muy bien para hacer un programa de radio.
Sin embargo, previo al proyecto ordenó efectuar un estudio de mercado en todo el Sureste, desembolsando una fuerte cantidad de dinero para tal motivo. Para su mala suerte, los resultados cuantitativos y cualitativos del programa piloto fueron nefastos, pues el público no se sintió identificado con un programa político bastante tendencioso y que hablaba de puras vanalidades que sólo podrían ser escuchadas del inicio de Paseo de Montejo hasta la 60 norte, un público que, hay que decirlo, prefiere ir a las discos, a jugar golf, o pagar el "gim", que estar descargando programas gratuitos de radio por internet.
Molesto y buscando quien pueda hacer un programa de radio en donde él pueda ser el protagonista, encontró a dos personajes bastante disparejos, Ángel y Pepe, a quienes les comenta de toda la tecnología que había adquirido, pero que en los estudios de mercado y en los sueldos de los anteriores locutores había desembolsado demasiado.
Por tal motivo, les ofrece un programa que ellos mismos puedan sustentar, pagándoles únicamente lo que vale un pasaje del barrio al centro y viceversa semanalmente, argumentando que con el tiempo tendrían un salario base competitivo si demostraban que el programa tendría buena aceptación.
Al escuchar el primer piloto, decide traer a su fiel siervo, el Inverosímil, a quien ha colocado en innumerables puestos y es su "mano derecha", pues consideraba que al programa le faltaba fuerza, seriedad e inteligencia de un hombre que ha recorrido el mundo en varias gerencias de importantes empresas.
Chich Jé a veces sale en el programa, pero generalmente llega al estudio a ver la grabación del mismo, y cuando considera la necesidad aporta algún comentario, claro, siempre y cuando no haya perdido la hilación, pues le apasiona descansar mientras otros le hacen su chamba.
Debido a sus constantes viajes por el mundo en busca de hacer más grande su fortuna, Ángel y Pepe se vieron en la necesidad de abandonar un tiempo las grabaciones de "Crónicas", pues todo el equipo (laptop, micros, etcétera) se quedó en la casa que Chich Jé tiene en La Ceiba, donde por cuestiones de seguridad nadie puede entrar al conjunto habitacional si no se encuentra la persona a la que se visita.
No obstante, se espera que cuando regrese a Mérida se retomen las grabaciones de "Crónicas".

José Krignere, mejor conocido como "Pepe", es uno de esos jóvenes que se dicen así porque se quedaron (mentalmente) con las ideas revolucionarias de la Universidad.
Criado en el seno de una familia judío-musulmana, este peculiar sujeto demuestra su devoción todo el año en las fiestas hebreas o en las dictadas por el Corán. Nada fácil para una persona que vive en el capitalismo del mundo cristiano, menos si se desempeña en el terreno profesional de los medios de comunicación.
"Pepe", para los amigos, y los ciberescuchas, se define como un tipo de clase media, con proyectos profesionales estancados gracias a la falta de apoyo del estado y de las empresas, y claro, por su horario laboral. Su más grande tesoro es su familia, aunque por cuestiones de seguridad no se puede mencionar su nombre, ni nada de eso.
Con un carácter enérgico y (dizque) entrenado por su padre (un ex miembro de las Tzavá Haganá Leisrael (Fuerzas de Defensa del Estado de Israel), "Pepe" es un tipo amigable, seguro, creativo, astuto con los que le dan su amistad. No obstante, no tolera la mediocridad, la mentira, corrupción, y otros males de nuestro amado México. Ten cuidado con él, pues no lo quisieras tener como enemigo.
En cuanto a su labor en el programa "Crónicas de una noticia anunciada", Pepe considera importante decir la noticia tal y como es, sin buscar ningún partido político, ni tendencia social o económica. Siempre busca la objetividad, por eso lee, escucha y ve todas las noticias, nunca se queda con la ideología de un solo medio, pues sabe que cada uno tiene su línea política y nunca sacará lo que no le convenga.
Trabaja en "Crónicas de una noticia anunciada" por amor al arte, pues no recibe un solo céntimo, algo difícil para esta persona, quien sólo anda pensando en ganar más de lo que actualmente obtiene en el ámbito profesional, donde, por cierto, "lo negrean", según comenta.

Ángel, mejor conocido como "Ángel". Durante mucho tiempo anduvo de un periódico a otro, vendiéndolos en una esquina, pero eso sí, se los echaba todititos, los leía sin distinción, en especial esa parte llamada "Económicos" para ver si encontraba algo que pudiera servirle. En sus intentos por incursionar como investigador y escritor, y gracias a sus intensas lecturas de los periódicos en sus ratos libres (que por cierto no son muchos) terminó intentando ser periodista..., pero sólo eso. Su labor de venta de periódicos se volvió entonces para él sólo un "hobbie" que disfruta, sin descuidar su trabajo de opinador y articulista.
Un día, mientras gritaba el extra en una esquina de la avenida Itzáes, pasaba por ahí el señor Chich-Jé a quien le llamó la atención el estilo tan peculiar de Ángel y entonces decidió invitarlo a formar parte de un proyecto al que sólo llamó "Crónicas". Por el nombre, a Ángel le pareció interesante y aceptó trabajar para él.
Más tarde y por consenso, los integrantes de este programa radiofónico decidieron cambiar el nombre al programa por el de "Crónicas de una noticia anunciada", dicho sea de paso, en honor a esos voceadores que gritan muy bien las noticias principales de los periódicos en cada esquina. Lo cierto es que gracias a su cultura e información (eso cree) y a su capacidad para echar a perder los análisis del grupo, Ángel se quedó con Pepe en el programa para intercambiar impresiones.
Y es que a este intento de periodista le apasionan las noticias y el análisis desde una perspectiva realista, sin complejos ni "colores políticos", como él mismo le llama. Para él, el Inverosímil es un ser incomprendido y de vez en cuando se molesta cuando Pepe o Chich-Jé tratan mal a ese engendro o lo regañan.
Se puede decir que a veces Ángel da chispazos de conocimientos con sus comentarios, pero de inmediato éstos son apagados por Chich-Jé o por el Inverosímil sin piedad. En fin que su papel dentro de "Crónicas" está claro, aunque para él aún se vea oscuro, porque su lugar está en la parte donde aún no se pone una lámpara en eso que llaman "el estudio".
Ángel fue el segundo invitado de Chich-Jé para la aventura radiofónica "Crónicas de una noticia anunciada" y, aunque él tampoco percibe aún un salario que el mitad funcionario y mitad mafioso le prometió, el amor a la camiseta (en realidad es la única que tiene) y los ruidos de su estómago lo obligan a seguir ahí.

El Tomandante Zalaz-Har es un ex judicial de elite con larga trayectoria y varios reconocimientos; el último de estos premios ya no lo pudo recibir debido a un prematuro retiro de las corporaciones policíacas por causas de fuerza mayor, pues fue despedido cuando él descubrió un plantío de droga... el único detalle es que el tal plantío era suyo.
El Tomandante tiene vastos conocimientos policíacos y siempre anda tras la nota roja, tiene contacto con las elites policíacas y normalmente es portador de noticias frescas en cuanto al narco (nadie sabe cómo le hace), los accidentes y la delincuencia en la ciudad, sin faltar los asuntos políticos de los cuales es severo crítico.
Se dice que ha sido "levantado" más de una vez... pero por la policía cuando lo encuentra tirado en alguna calle o parque, producto de sus constantes borracheras.
Ebrio consuetudinario, más bien alcohólico en recuperación ya que lo encontramos tirado en los bajos de portales hace unos meses y aprovechamos el receso de las emisiones del programa para pagarle su rehabilitación en Oceánica (con el patrocino de Chich-Jé), ahora ya no bebe alcohol, por lo menos ya no del barato.
El Tomandante recorre durante el día la ciudad, los cafés, bares y cantinas, y por la noche se presenta en los antros ubicados a la vera del Periférico, donde tiene varias "amigas" (¿o serán amigos?).
Ante su indiscutible talento, fue reclutado por Pepe y Ángel para su labor en "Crónicas" como reportero del programa. Su trabajo consiste en llevar la noticia, sin importar todos los obstaculos que se encuentre, incluido él mismo. También participa en el programa dando su opinión sobre los temas del día, claro, a menos que esté muy crudo o en el bote.

El Inverosímil, uno de esos sujetos coloridos que nuestro México tiene, debe su origen a una carnavalesca mescolanza de ingredientes. Es una personalidad que muy difícilmente se puede redactar aquí, pues incluso para un psicólogo sería imposible describir su perfil.
Nacido en una cuna de esclavos peones de un pueblo cercano a Mérida, este sujeto obtuvo su libertad por el llamado "Derecho de pedernar", por lo que adoptó hasta el apellido de su cacique, a quien por cierto hasta la fecha le sigue lamiendo las botas.
Gracias a su capataz, este sujeto llegó hasta a las más altas esferas del poder, sin cursar ni un solo grado de estudio básico, demostrando que en México las amistades políticas pueden llevarte hasta donde tú quieras, no hay límites.
No obstante, su demostrativa y radiante ineptitud lo han llevado a que claudique en todas las labores que ha desempeñado (todas ellas como ejecutivo, gerente, vicepresidente, etcétera).
Al tener mucho tiempo libre, incluso dentro de su horario de trabajo, su pasatiempo favorito son las revistas de vaqueros, de traileros y toda esa extensa gama literaria de alto coeficiente intelectual.
Actualmente su sapienza (y amistad lamebotas) lo han llevado a ser el director de una importante sección en un todavía más importante medio de comunicación, en donde su principal labor es hacerle la vida difícil a sus lacayos.
El Inverosímil trabaja para "Crónicas de una noticia anunciada" gracias a la amistad que tiene con sus creadores y porque, claro, el programa necesitaba un patiño, quien da desacertados comentarios y no tiene ni la más mínima capacidad intelectual como para realizar una entrevista, pero aquí lo tenemos.
Al principio el Inverosímil quiso ser quien lleve la batuta en "Crónicas", pero su ineptitud lo llevó a quedarse mejor como un simple "opinador", según define él con sus propias y sabias palabras lo que hace.
No obstante, sus acertados comentarios han ganado los aplausos de los ciberescuchas y se ha colado en sus gustos; es la gente que lo escucha la que lo solicita una y otra vez en el programa, aunque eso a los creadores no les gusta, pero bueno... habrá patiño pa'l rato.

Hasta aquí lo relacionado con "Crónicas de una noticia anunciada". Recuerden que andamos en busca de sus opiniones para mejorar el concepto y estamos ya en preparación de nuevos programas para lanzarlos en el ciberespacio. Les repetimos los lugares a donde pueden acudir para escuchar algo de nuestro material: http://www.poderato.com/CronicasFM, http://angelaldazg.blogspot.com/ (este sitio) y también puede escribir al correo cronicas_fm@hotmail.com, que ya está listo para recibir sus críticas y comentarios de los programas; además, los patrocinadores siempre serán bienvenidos. ¡Ah!, y muy importante: ayúdennos a distribuir la existencia de "Crónicas" para que muchas personas lo conozcan y valga la pena; quién sabe, a lo mejor algún director de alguna radiodifusora de AM o FM, o de internet incluso, considere que vale la pena y nos llame... de todas maneras, se vale soñar.— Mérida, Yucatán.
aaldazg@gmail.com http://angelaldazg.blogspot.com/

miércoles, octubre 15, 2008

Hay de crónicas a "Crónicas de una noticia anunciada"

Hay proyectos que surgen a partir de una simple plática entre cuates, entre amigos, para hacer realidad inquietudes personales y de grupo ante determinadas circunstancias.
Tal es el caso de "Crónicas de una noticia anunciada", proyecto cuyo objetivo inicial y actual es hacer del análisis de las noticias más importantes ocurridas en Yucatán, México y el mundo algo ameno, pero sin perder la seriedad que las propias noticias implican.
Y sí, del simple comentario, de los planes, se pasó al papel y de éste al podcast en internet. Y el resultado lo tenemos aquí, en esta misma página: cuatro programas piloto que pretendían medir si el concepto es el correcto a través de la opinión de los oyentes, comenzando con los más cercanos: amigos y familiares.
Pero qué cree, amable lector, ningún comentario recibimos. Pepe, el Tomandante Zalaz-Har, el Inverosímil, Chich Je y un servidor nos quedamos con la duda de si funcionaría o no... y dejamos de hacer el programa.
Obviamente la inquietud ahí permanece, porque creemos que las noticias no necesariamente deben tener un sentido de tragedia, pues en medio de la broma y la comedia, sin llegar a lo vulgar, también se puede informar, y muchas veces incluso mejor.
Hoy estamos en un periodo en el que esperamos que aún encontremos comentarios sobre el programa, que nos animen a continuar o que de plano nos hagan desistir de los planes, porque a fin de cuentas hay material todos los días y la ventaja nos la da internet para llegar a todos.
Hace unos días, platicando con el Inverosímil nos decía que le gustaría regresar al aire porque tiene mucho qué decir y que la sola idea de tener una oportunidad de hablar le emociona, sobre todo porque no se siente discriminado sino que se le toma en cuenta.
Nos hemos propuesto volver en cuanto tengamos la aprobación de los "ciberoyentes" a través de mensajes que se pueden dejar en este blog o bien en la siguiente dirección: http://www.poderato.com/CronicasFM. Sería un halago saber que se pueden hacer proyectos de calidad en el que todos podamos participar.
Y por cierto, la idea final es contar con un sitio en el ciberespacio donde podamos tener una radio dedicada con música, programas variados, incluyendo "Crónicas de una noticia anunciada", amén de los archivos o podcast de los programas para que se puedan escuchar en el momento que el ciberescucha desee.
En fin, ya saben que por proyectos no nos detenemos, con tal de estar cerquita de ustedes y, sobre todo, compartiendo lo que disfrutamos hacer: informar e intercambiar impresiones e ideas con todos ustedes.
"Crónicas de una noticia anunciada" es para informarse, para disfrutar y, sobre todo, para mantenernos en contacto con todos. Por favor, no dejen de opinar para ayudarnos a tomar una decisión, que a fin de cuentas es también la de ustedes.— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com http://angelaldazg.blogspot.com/

martes, octubre 14, 2008

¿Cuánto vale un burro? ¡15 niñas!

En esta vida hay de extremos a extremos y de tonterías a bajezas. En una nota publicada por el periódico español "El País" el pasado 8 de junio se relata una historia digna de un cuento de terror, en el que el ridículo y la insensatez, la intolerancia y la idiotez se unen para dar paso a un asunto dramático en su esencia.
En Paquistán, uno de los pocos países del mundo capaz de fabricar armas nucleares, se saldó un viejo pleito entre dos clanes con la entrega de 15 vírgenes de entre tres y 10 años de edad. Y póngase atento a la razón de esta decisión: "Para calmar un enfrentamiento que se desató hace ocho años debido a que un perro de un clan (el de los qalandari) mordió a un burro de otro clan (el de los chakrani). Al parecer el can tenía rabia porque el asno murió. Desde entonces, estos dos grupos se enredaron en una pelea sinsentido que ha costado la vida a 13 personas: 11 qalandaris y un hombre y una mujer chakranis. La Yirga (asamblea representativa de ambos clanes) pretendía con su intervención acabar con el derramamiento de sangre para lo que recurrió a su más ancestral sentencia: el ofrecimiento de impúberes en matrimonio, sin tener en cuenta la edad de los hombres con los que se desposarían". Es decir que la vida de un burro es más valiosa que la de 15 niñas.
Aunque el veredicto de la Yirga se ajustó al dictado en 2002 por el entonces jefe de la tribu Nawab Akbar Jan Bugti, quien para apagar el desenfreno de muertes organizado por los chakrani tras el fallecimiento de su burro multó a éstos con el pago de cuatro millones de rupias (unos 40,000 euros) y la "entrega en matrimonio de una niña por mes", los dueños del perro rabioso no aceptaron.
La necesidad de pacificar a sus clanes para tener una estrategia común ante las negociaciones con el nuevo Gobierno democrático paquistaní llevó a la Yirga a reunirse para buscar una solución definitiva al conflicto. De acuerdo con la tradición, optó porque las niñas pagaran la deuda de sangre y sellaran con su sacrificio la reconciliación entre chakranis y qalandaris. Por fortuna, tanto la ley religiosa islámica como la ley civil paquistaní prohíben los matrimonios infantiles, tan arraigados en la tradición feudal del país. Según la ley islámica (sharía), las mujeres sólo pueden casarse después de la pubertad, y las niñas de tres a 10 años son impúberes. En cuanto a la ley civil, no se permite el matrimonio a menores de 16 años.
En una entrevista sostenida en Karachi con Musarrat Perveen, coordinadora de Madadgaar —una de las ONG paquistaníes más importantes en la defensa de las mujeres y los niños—, ésta indicó que uno de los mayores problemas que enfrentan es el secuestro de menores para venderlas, casarlas o prostituirlas tanto dentro como fuera del país. "Tenemos registrados 6,886 casos desde 2000, pero éstos son los que han trascendido públicamente, lo que supone multiplicar al menos por 10 para saber el alcance real del problema", señaló.
Esa cifra incluye también a los niños, muchos de los cuales son secuestrados para ser vendidos por cantidades que oscilan entre los 300 euros y los 4,000, para ser esclavos en las ricas monarquías y emiratos del golfo Pérsico y, sobre todo, como jinetes de camellos. "Los raptan incluso a la edad de cuatro años, para someterles a un durísimo entrenamiento con el objetivo de que participen en las carreras de camellos. Les dan la mínima dieta alimentaria posible porque cuanto menos pese el jinete y más llore, más corre el camello", indicó Parveen.
Y es que este asunto no es cuestión de religión, sino de la crueldad más absoluta de las personas. No hace falta ir a Paquistán para encontrar tanta barbarie. En México, se sabe, crece a pasos agigantados el comercio de niños y mujeres para su explotación o para el "uso" de sus órganos en un tráfico por un mercado negro apoyado en una red que incluye a autoridades de México y de otros países del mundo.
Además, la pornografía infantil en internet es solamente la punta de un enorme iceberg que implica a gente muy poderosa, políticos y empresarios, mexicanos y extranjeros, que obtienen millonarias ganancias en dólares con esta actividad ilícita. Cámbiele usted el nombre al producto por el que se paga y llámele "burro", "negocios", "narcotráfico", "pedofilia", "pornografía", como usted quiera. Lo cierto es que nada ni nadie está por encima de las personas que nos rodean.
Si un asunto así nos escandaliza, más debiera hacerlo cualquier tipo de maltrato que a las mujeres y niños se les da, comenzando con el más cruel que es el familiar, maltrato que sucede en un lugar donde se supone que sólo se debe entregar amor, paz y protección. ¿Cuál debe ser nuestro compromiso y con quién? Vale la pena reflexionarlo...

Remate
Es increíble que un burro pueda valer más que la vida de 15 niñas, pero también lo es que en cualquier parte del mundo, en cualquiera, se permita toda clase de maltrato o violencia contra los pequeños, contra las mujeres, contra los más indefensos de nuestra propia raza humana. Sólo puedo entender esto con una frase lapidaria: ¡No sabemos lo que es ser persona! Un asunto triste que no es exclusivo de Paquistán.— Mérida, Yucatán.
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jueves, octubre 09, 2008

¡Cuidado! Llegaron los hombres y las mujeres "X"

Hoy aprendí una cosa muy importante relacionada con nuestros adolescentes: les vale el mundo, les vale todo.
Caí en la cuenta de que la situación y los problemas sociales que hoy vivimos ya enfermaron a un sector importante de la sociedad y lo han hecho terriblemente indiferente, insensible; lo peor es que éste es un síntoma generalizado, no es exclusivo de los jóvenes de Yucatán, sino de los de todo el país y, me atrevo a decir, de todo el mundo.
Estos jóvenes y adolescentes que hoy dicen "equis" a todo y que todo y todos les valen serán nuestros futuros abogados, médicos, contadores, mercadólogos, en fin, aquellos en cuyas manos confiaremos nuestros bienes, nuestra persona, nuestra vida.
Lo que más aterra es saber que entre ellos se pueden encontrar también a los futuros diputados, presidentes municipales, gobernadores y, ¿por qué no?, los presidentes de nuestro país, es decir, a quienes tomarán las riendas de nuestra nación. Así, ¿qué nos espera?
Los padres de familia tenemos una responsabilidad muy grande con nuestros hijos; pienso que todo es como una cadenita: a más indiferencia nuestra de todo lo que acontece a nuestro alrededor, más grave es el problema de insensibilidad de los hijos.
Les cuento: algunos alumnos se muestran preocupados por lo que acontece alrededor, pero no se informan de nada, sólo tienen las versiones (chismes) que corren en las calles respecto a todo: la economía del mundo que se quiebra y nos golpeará muy pronto, la delincuencia organizada, las drogas y todo lo que acontece alrededor de ellas.
Simplemente los chavos no quieren consultar ni leer, sino que les digas todo, que les des la información "masticadita". Pero lo peor y más preocupante es la respuesta que dan una vez que se enteran de la situación real que vivimos: "¡Ah!, no pasa nada, total, las cosas seguirán igual, aunque hagamos lo que sea..., pues mejor no hacemos nada".
La tentación de dejar que la situación siga como está y no decir nada es grande. Uno de los muchachos me decía: "¿Para qué escribe, denuncia y se queja si nadie le hace caso?". La respuesta es sencilla: para asumir el compromiso que me corresponde en todos los ámbitos donde me muevo y porque si no digo lo que siento y pienso me sentiría atrapado y vencido por los males sociales que nos aquejan a todos. Estoy seguro de que alguien escuchará y habré contribuido así con mi granito de arena para que las cosas no empeoren. Además es algo que le debo a mis hijos y precisamente a esa generación que, aunque sea socialmente enferma, viene luchando y empujando a quienes vamos adelante de ellos.
En fin, que duele escuchar que a los jóvenes hoy sólo les interesen tres cosas: ellos, ellos y sólo ellos.
Tengo la esperanza de que esta percepción irá cambiando poco a poco, pero es una tarea que debemos asumir los adultos no sólo como importante, sino como de vida o muerte, como de supervivencia de nuestra raza... así de ese tamaño es el reto.
Finalmente hay esperanza, eso sí, pues por lo menos escuché que una de ellos dijo: "Me preocupa lo que pasa y por eso me estoy esforzando para terminar bien mis estudios y hacer algo por corregir un poco las cosas, al menos donde vaya y esté". Esa es la actitud y eso es lo que nos debe impulsar a seguir luchando a continuar remando contra la corriente de los problemas sociales. Es la luz de esperanza que nos sostiene y nos ayuda a seguir en pie de guerra contra la enfermedad social que hoy enfrentamos todos.

Remate
"¿Cortesía? ¡Bah! Puras tonterías, porque si eres cortés te pisan, se aprovechan de ti, se burlan y luego terminas siendo como ellos o peor...", me dijo un compañero de trabajo. Y es cierto, si algo se descubre hoy es que ya se perdió esa sensibilidad que como personas debemos tener hacia el otro que va a nuestro lado. Es cuestión de empatía. El otro día transitaba por el centro de la ciudad, sobre la calle 63; desde la calle 72 y hasta la 64 iba adelante de mí un motociclista con una mujer de acompañante; el joven iba zigzagueando, de un lado a otro, se cruzaba entre los vehículos; ya nervioso porque en dos ocasiones se pasó delante de mí sin precaución para luego frenar casi totalmente para saludar a dos o tres personas que caminaban en la acera en puntos diferentes decidí sonarle el claxon del auto para avisarle que debía tener cuidado. Molesto volteó la mirada hacia mí y retadoramente, con ganas de pelear, con un movimiento de la cabeza me preguntó: "¿Qué te pasa guey?", a lo que le respondí: "¿Por qué no te decides en qué carril vas a circular para evitar un accidente, tan siquiera por respeto a tu acompañante que no tiene la culpa de tu imprudencia? Dime, ¿carril izquierdo o derecho?, yo lo respeto... De inmediato se acercó a la puerta de mi auto y me dijo con una risa burlona: "Voy donde se me pegue la gana, donde yo quiera, pen...", y como si hubiera visto al diablo aceleró de golpe y se alejó, como el niño que hace una travesura y huye para no ser castigado, no asumió su responsabilidad y además sé que entendió que no era correcto lo que hacía, pero no quiso quedar mal con su acompañante. Mi compañero tiene razón: ¿cortesía?, para muchos es "¡Bah! Puras tonterías". Nos hace falta ser más sensibles a las necesidades de otros. Así, ¿cómo podemos enseñar a los más pequeños si no empezamos con nosotros mismos?— Mérida, Yucatán.
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miércoles, octubre 08, 2008

"Mamma mía!", qué buenos recuerdos

Pocas cosas disfrutamos los seres humanos, cuando de distraerse se trata. En medio de los problemas de todos los días y de las inconveniencias del poco tiempo libre que nos deja por lo general el trabajo (el doméstico y el que resuelve nuestra economía), cada vez que tenemos oportunidad de salir a cenar, a platicar o a disfrutar una película no falta un pretexto para no lograr por lo menos el primer objetivo: salir, aunque sea a la puerta de la casa.
Hace unos días, de manera accidental, conste que no hubo planeación de ninguna manera, fui al cine con mi esposa y con Ceci, una gran amiga, quien por cierto tuvo el detallazo de invitarnos a cenar luego de salir del cine.
Tengo que confesarlo, lo cierto es que ese día sólo deseaba llegar a la casa y tirarme en calidad de "bulto" a dormir, y dormir y dormir, pero a veces las cosas no salen como uno quiere y a esta situación en particular le agradezco que haya salido de otra manera.
Obvio, el nombre de la película no me animaba mucho y, aunque ya había leído alguna reseña por allá de lo que vería en pantalla, no me sentía convencido, o no me quería convencer, quizás por el estado de ánimo que tenía o bien por la flojera que sentía para salir (a veces le llamo cansancio, pero cualquier pretexto es bueno); en fin, ¿la pelicula? Un músical escrito por Catherine Jhonson titulado: "Mamma mia!", dirigida por Phyllida Lloyd y extraordinariamente actuada por Merryl Streep, Amanda Seyfried, Stellan Skarsgård, Pierce Brosnan, Nancy Baldwin, Colin Firth, Rachel McDowall, Enzo Squillino Jr. y otros más.
Lo sorprendente es cómo de pronto de estar muy esceptico sobre la posibilidad de que tan siquiera me divirtiera la película el asunto se convirtió en un hervidero de recuerdos y de estar pegado a la historia, pues todo está basado en la música de aquel grupo tan famoso de los 70, ABBA.
¿Qué puedo decir? ¿Críticas a la película? Lo acepto, no soy analista de cine ni me interesa serlo; simplemente lo disfruté como hace tiempo no lo hacía y, por supuesto, sobre todo por la música.
Gracias Nora, gracias Ceci; ¡cómo me iba a arrepentir después si no veía esta película! Y para no quedarme con las ganas de seguir disfrutando, aquí les dejo dos vídeos del largometraje y uno de ABBA, el grupo intérprete original de las canciones. Ojalá que las disfruten y, para los que estuvieron cerca de la época de ABBA, recuerden algo que fue parte de su vida gracias a la música.— Mérida, Yucatán.
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lunes, octubre 06, 2008

Para que del amor no quede ninguna duda

Y allá iba, corriendo de un lado a otro. Reía y gritaba emocionado, como si fuera el único en el lugar. Luego de soltar una carcajada por la travesura hecha, el niño de nuevo corría de aquí para allá, mientras su mamá nerviosa lo seguía con la mirada y le gritaba.
"¡Juanito, estate quieto..., te puedes caer!"... "¡Juanito, por favor, bájate de ahí, no te vayas a lastimar!"... "¡Juanito...!", "¡Juanito...!"... y Juanito seguía en su mundo, riendo y corriendo, aquí y allá. Todos en la fila del banco reían con las ocurrencias del pequeño y por el nerviosismo de la mamá...
De pronto, el niño, con clara discapacidad motora, corrió hasta llegar a su mamá y la abrazó fuerte, la miró, le sonrió y le dijo, balbuceando con mucho trabajo: "¡Te quiero mucho, mamá!".
Así, espontáneo, Juanito permaneció con su madre abrazándola, con los ojos cerrados; en su rostro se podía apreciar cómo disfrutaba plenamente el momento.
¿10 minutos, media hora? No sé cuánto tiempo estuvo así, hasta que se durmió en los brazos de su madre. La fila del banco avanzaba lenta y Juanito y su madre permanecían casi en el final de ésta.
La pobre mujer luchaba ahora por sostener una bolsa de compras, su bolsa de mano y a Juanito que permanecía dormido. Quise ofrecerles mi lugar, pero confieso que el tiempo me apuraba, pues tenía que ir a trabajar; no lo hice y la verdad es que me arrepiento.
Sin embargo, gracias a un buen samaritano la mujer pasó exactamente detrás de mí y pudo llegar a la ventanilla casi al mismo tiempo que yo lo hice en otra.
Al terminar, como por arte de magia Juanito despertó y lo primero que hizo fue sonreírle a su madre, quien le devolvió una hermosa sonrisa, poniendo al descubierto los pocos dientes que tenía; la reacción del niño fue automática y la abrazó muy fuerte de nuevo.
Y antes de que ambos se retiraran del lugar, Juanito nos regaló una sonrisa y, como para que no quedaran dudas sobre lo que antes le había confesado a su madre, con un grito dijo: "¡Te quiero mucho, mamá!", y le plantó un fuerte beso en la mejilla.
Fue la mejor experiencia que tuve ese día y es algo que aún hoy me deja con un nudo en la garganta.

Remate
Las grandes experiencias, las grandes lecciones suceden a menudo junto a nosotros y, por lo general, vienen de personas sencillas; sucede que a veces nos ganan los ruidos de las actividades diarias y no vemos ni escuchamos, preferimos ocuparnos de otras cosas e ignoramos a los demás. Qué bueno es de vez en cuando sentir ese nudo en la garganta, en medio de la frescura humana de aquellos que nos enseñan algo para la vida... Hoy abracé a mis hijos tan fuerte como Juanito me enseñó, y de nuevo pude experimentar esa emoción de sentirme vivo, de ser persona. Es lo maravilloso de la naturaleza humana que, hasta hoy, nunca ha dejado de sorprenderme.— Mérida, Yucatán.
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domingo, octubre 05, 2008

Del maltrato a la vida sólo hay un paso

Ahí estaba callada, con los ojos rojos, como queriendo llorar; sólo miraba, pero su mirada estaba como perdida en el abismo de sus pensamientos. Una combinación de sentimientos le invadía, del odio a la decepción, de la tristeza a la furia..., pero en silencio.
"¡Al carajo! —gritó sorpresivamente— Es suficiente, ya no habrá más oportunidades, fue la última que me hizo y ya no habrá nuevo perdón... estoy cansada de decir que sí, que lo perdono porque lo quiero y que luego me demuestre que él no me ama... ¿Quién cree que soy? ¿No ve lo que valgo..., quién soy para él?".
Y así diciendo, Mariluz rompió en un llanto incontrolable. Fue todo, llegó al límite y espetó: "Esta vez sí lo dejo..., me separo de él... Habrá divorcio porque es necesario. No puedo seguir haciéndome esto y menos hacérselo a los niños, nadie merece esto. Y si ese idiota piensa que logrará que lo perdone luego de denunciarlo pues está muy loco, aquí se murió todo lo que pensé aguantar, ya no más. ¡Al carajo él y todo lo que me pida!".
Desde su lugar, la mujer dirigió la mirada hacia la ventana, como queriendo hacer suya una realidad que sentía ajena. En su rostro había huellas de golpes, de maltrato. Sus manos, encallecidas por el trabajo diario del hogar y del trabajo que hacía para completar el sostén familiar, mostraban raspones, aunque no estoy seguro de que fueran producto del pleito con el hombre con quien vivía. Mariluz no quiere contarme lo que le sucedió, pero pide que le indique qué hacer, quiere que la convenza de que su decisión es la mejor, necesita que alguien la apoye porque tiene miedo; le urge que alguien le diga que se debe separar de su pareja para no seguir herida, para evitar morir ante la realidad que le "tocó vivir".
El rostro de Mariluz es el resultado de la presencia de un monstruo que crece y no se detiene. La violencia intrafamiliar se hace presente todos los días en nuestro país ante el silencio de la mujer que ama, de los hijos que admiran a sus padres, por encima de todos sus defectos.
Y es en este ambiente que resulta difícil hablar, porque está de por medio la persona, los sentimientos, el miedo de la mujer a sentirse sola.
Y es que el caso de Mariluz no es único. En el país se libra una batalla silenciosa contra esta enfermedad social que representa el maltrato contra la mujer, contra los niños, ancianos y discapacitados. No es un asunto trivial, sino uno donde se juega la salud, la vida.
En medio del silencio y los hipos del llanto, Mariluz levanta la mirada para decir, esta vez resuelta y con firmeza: "Es mi culpa, lo sé... Desde el principio lo permití y no puse un alto; por eso me da trabajo tener que dejarlo, pero me ha hecho ya tantas pend..., que no estoy dispuesta a aguantar ninguna más. Estoy a tiempo, siempre me lo dices, pero he tenido terror de dar el primer paso, porque no me quiero quedar sola. Pero ya no más... ya no más".
Esto que les cuento lo viví hace aproximadamente un año y, aunque parezca increíble, desde entonces no volví a ver a Mariluz, no conocí el desenlace de su historia... hasta hace apenas unas semanas cuando me la encontré caminando en las calles del centro.
Mariluz estaba diferente, casi podría decir que irreconocible. Con el rostro vivo cargaba consigo una mirada alegre y vestía bien. Lo más importante es que descubrí su rostro sin golpes ni arañazos ¡y que sonreía!
Fue ella quien me reconoció y saludó de inmediato, con un abrazo y una enorme sonrisa en el rostro. Sus primeras palabras fueron: "¡Lo hice, Ángel, sobreviví!".
Tras una breve plática en la acera, porque ambos teníamos prisa pues íbamos camino cada cual a su trabajo, pude entender que por fin superó sus miedos y que venció, que ya estaba divorciada del hombre que ella amó, pero que la maltrató muchos años —y eso lo logró luego de un proceso legal muy breve—, y que tanto ella como sus hijos ahora viven felices.
Como dije, la plática fue muy breve, rápida, pero significativa. Al despedirnos me dijo algo que me sorprendió gratamente, fue una gran lección de vida: "No sé cómo pude esperar tanto para descubrir cuán bella es la vida, cuán bellos son mis hijos y cuánto puedo disfrutar al ayudar a otras mujeres a salir adelante, sin sentimientos de culpa..., hoy vivo sin tener nada de qué arrepentirme; aprendí mucho y puedo decir que ahora, aunque cometa los peores errores, ya nada me puede derrotar porque soy fuerte, porque valgo mucho... ¿cómo no voy a sentirme feliz por todo esto que es nuevo para mí...?".

Remate
Hay historias que son para contarse, porque llevan el sello de la enseñanza para todos. Mariluz me dijo que hoy habla mucho con sus hijos, que ellos están enterados de las razones por las cuales se dio su separación, del porqué no funcionó el matrimonio y lo que le maravilla es que ellos —sus hijos— entienden el problema y la apoyan mucho. "Gracias a ellos pude superar todo muy rápido, aunque aún a veces me duele lo que pudo ser y no fue", me dijo. El ejemplo de Mariluz vale la pena conocerlo, porque no es la única persona a quien le ha costado mucho tomar una decisión tan trascendente. La vida es para vivirla, no para sufrirla; el amor debe ser gratuito y natural, no el resultado de mendigar algo y no conseguirlo. Es algo que han entendido las mujeres que lograron salir de la oscuridad del maltrato a la luz de la vida y lo comparten para que ninguna mujer —ninguna más— sea entristecida y maltratada, porque su valor está al nivel de cualquier persona, porque finalmente ellas también lo son.— Mérida, Yucatán.
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