jueves, noviembre 22, 2007

Aprendamos a estimar a la familia

Se acaba el año calendario y en este último mes nos empezamos a preparar para celebrar muchas fiestas relacionadas con la Navidad y la llegada del año nuevo. Llegó el esperado momento de construir el pesebre y decorar la casa. Salen las guirnaldas de colores, las luces que se prenden y apagan, las figuritas del pesebre y los angelitos. Los niños aguardan ansiosos el momento de participar, todos quieren poner su adorno favorito o los objetos que con esmero han preparado.
La celebración comienza viento en popa. Sin embargo, a medida que pasan los días, nos acostumbramos a que toda esa decoración que colocamos con tanta dedicación y cariño se vuelve parte de la decoración tradicional de la casa y así, sin darnos cuenta, llegan los días 24 y 25 de diciembre...
Y comienzan las visitas, los apuros, las carreras. Subimos y bajamos de aquí para allá, en el automóvil o en el camión, los niños cansados, llorosos, algunos de mal humor, en sus manos llevan regalos que no saben siquiera quién se los dio. Olvidamos celebrar lo fundamental, lo más importante: el recuerdo de la buena noticia de un Dios hecho hombre.
¡Ah, la Navidad!, tiempo para recomponer relaciones, creer en un futuro mejor, preparar el corazón para el nacimiento del Niño Dios que cambió la historia de la humanidad, etcétera. Un momento, ¿recomponer relaciones? ¿Cuáles —preguntará alguien—, si ninguna está rota?
Sí, época de recomponer relaciones en la familia, principalmente en lo que a unión, comunicación y amor se refiere, bases firmes para fortalecer a las personas y, en general, a la sociedad. Aunque la familia es el espacio privilegiado de aceptación y amor de los seres humanos, y es de gran relevancia que la comunicación predomine en el clima de las relaciones intrafamiliares, a veces no entendemos ni aceptamos que los otros puedan percibir un mismo hecho de manera distinta.
Y para ambientarnos en la importancia de los valores, le ofrezco, amable lector, dos historias para reflexionar, que en lo personal me hicieron pensar en lo delicioso que es llenarse de amor para celebrar en familia:
* Zapatos para papá. Todos los años, cuando llega la época de Navidad, los fieles de la parroquia de un pequeño pueblo llevan a los niños de las familias más pobres a comprar regalos. Ese año Francisca acompañó a dos niños muy especiales: José y Nicolás. Ellos pertenecían a una familia muy pobre y les entregó a cada uno cuatro monedas para que compraran lo que quisieran. Los tres iniciaron el paseo. Pasaron por muchas tiendas y Francisca les daba muchas sugerencias, pero lo único que ellos hacían era mover la cabeza y decir: “No, eso no queremos”.
Después de un buen rato, Francisca decidió preguntar: "¿A dónde quieren ir? ¿Qué idea tiene ustedes?". Entonces Nicolás contestó: "Yo quisiera ir a una zapatería, queremos comprarle zapatos para el trabajo a papá".
Llegaron a la tienda y el vendedor les preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos mostraron un pie dibujado y contestaron que querían unos zapatos de ese tamaño y le explicaron que ellos habían dibujado el pie del papá mientras él dormía, para darle una sorpresa. El vendedor tomó el modelo y buscó un par de zapatos que fuera de ese tamaño. Se lo mostró a los niños y les preguntó: "¿Éste estará bien?".
José y Nicolás tomaron los zapatos, maravillados por su hermosura y porque eran perfectos para los pies de su papá. Pero José miró la caja, vio el precio y entonces dijo: "No nos alcanzan las monedas, sólo tenemos ocho de ellas". Pero el vendedor les dio buenas noticias: "16 monedas es su precio regular, pero sólo por hoy se venden a tres pesos". Los niños, dichosos, compraron los zapatos y con el dinero que sobró compraron dulces para la mamá y para sus hermanas.
El día después de Navidad, Francisca se encontró en la calle con el papá de los niños. Andaba con sus zapatos nuevos y con sus ojos brillantes de alegría le dijo: "Le agradezco que se haya preocupado por mis hijos". Francisca le contestó: "Y agradezca a Jesús por los hijos que usted tiene. La generosidad de ellos me enseñó más de lo que he aprendido en toda mi vida".
* El pequeño pedazo de pan. En un país muy lejano, hubo una vez una enorme hambruna. Como faltaban pocos días para la Navidad, un millonario pastelero decidió dar un regalo a los más necesitados. Mandó a buscar a los niños más pobres del pueblo y les dijo: "En este canasto hay pan para todos. Que cada uno saque uno para llevar a su casa, y vuelvan todos los días a buscar un nuevo pedazo, hasta que Dios nos dé tiempos mejores".
Los niños hambrientos se tiraron arriba del canasto y peleaban entre ellos porque cada uno quería sacar el pan más grande. Cuando todos tenían el que querían, se fueron sin dar las gracias al pastelero. Pero había una niña muy pobre, llamada Gretchen, que no peleó con los demás niños ni se arrojó al canasto con malos modos, sino que se paró modestamente un paso más atrás. Cuando todos los niños tomaron su pedazo de pan, ella sacó el último que quedaba, que era el más chico. Luego besó la mano del pastelero, le dio las gracias y se fue a la casa.
Al día siguiente volvieron los niños y se portaron tan mal como el día anterior. Por su parte Gretchen hizo lo mismo: esperó pacientemente su turno. Pero esta vez le quedó un pan más chico todavía. Cuando llegó a la casa y se lo dio a su mamá, ésta se dispuso a cortarlo en pedazos chiquititos para repartirlo entre sus hermanos. Pero al hacerlo, cayeron cientos de monedas de oro. La mamá estaba tan asombrada y alarmada, que las metió en una bolsa y le dijo a Gretchen: "Anda con el pastelero y devuelve estas monedas que por equivocación se quedaron dentro del pan".
Gretchen fue donde estaba el hombre rico y le entregó las monedas con el recado de su mamá, pero el pastelero le dijo: "No, no fue una equivocación; yo puse las monedas de oro en ese pequeño pedazo de pan, ya que tú fuiste la única agradecida, la única educada y la única que esperó hasta el final para que los otros sacaran su pan. Ahora, anda a casa y dile a tu mamá que las monedas son de ustedes".

Apunte final
La familia continua siendo para la mayoría una referencia esencial de su vida, pero este sentimiento generalizado padece el acoso de un cierto "complejo antifamilia". En este punto, todos nos debemos preguntar si la atención que cada quien presta en casa corresponde a la trascendencia de su propia familia y al aprecio de la misma que demuestra de manera reiterada, contra la gravedad de las asechanzas a la que está sometida. En los niños se percibe de inmediato desde el punto de vista positivo o negativo cómo es su familia, qué calidad tiene su "ecología" humana, qué le transmiten su padre y su madre, cuál es la experiencia de su hogar. Para la vida de la persona, la familia es insustituible. No es al azar la afirmación de Fernando Savater de que "por encima del derecho de tener hijos, está el derecho del hijo a tener padres. No se puede programar huérfanos. Nadie tiene derecho a obtener hijos de encargo para que satisfagan sus emociones, su soledad o su neurastenia". La persona no es producto de laboratorio. Aprovechemos estos espacios de celebración y recogimiento para fortalecer nuestros lazos familiares, fomentar los valores y agradecer, sobre todo, la oportunidad de vivir una auténtica vida en familia. Vale mucho la pena. Que en las fiestas de Navidad aprendamos a estimar a nuestra familia como se merece, y que la contemplación del misterio del Belén nos enseñe a custodiar la familia como un tesoro. ¡Feliz Navidad!-- AAG. Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com
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Artículo publicado en la edición de diciembre de 2007 de la revista electrónica Sociedad y Familia
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martes, noviembre 13, 2007

Una torre débil que nos lastima

La mítica Torre de Babel es una construcción que la Biblia menciona en el Génesis; de acuerdo con la narración, con la construcción de esta Torre los hombres pretendían alcanzar el cielo. A fin de evitar el éxito de esa empresa que se oponía al mandato de que la humanidad se extendiera y multiplicara por toda la superficie de la tierra, Yaveh hizo que los constructores comenzaran a hablar lenguas diferentes, tras lo cual reinó la confusión.
“Confusión”, palabra que ante la figura de la Torre se refiere a desorientación, pensamiento sin claridad, oscuro, es la incapacidad para pensar con la claridad y la velocidad usuales. Ésta —la confusión— interfiere con nuestra capacidad para tomar decisiones y hace que nos dispersemos y perdamos la atención de lo realmente importante.
Y es que es un asunto muy común, sobre todo en la familia, pues son tantas las cosas que quisiéramos lograr (alcanzar el cielo), que construimos pisos falsos en nuestra torre personal y lo único que con ello obtenemos es confundirnos los adultos y, peor, confundir a nuestros niños.
Todo este discurso viene a la luz porque hace unas semanas tuve un accidente en la mañana: un joven no alcanzó a detenerse a tiempo en un alto y golpeó mi automóvil “por alcance”. La primera reacción de ambos fue bajar de los vehículos y preguntarnos mutuamente si estábamos bien, a lo cual respondimos que sí.
Sin embargo, cuando estaba a punto de darme la vuelta para hacer todas las diligencias con la aseguradora (llamar, esperar y ese tipo de cosas) del auto de aquella persona descendieron dos pequeños —una parejita— de entre seis y ocho años de edad, a quienes el papá comenzó a regañar y a culpar del tal accidente.
De inmediato le reclamé al conductor su actitud y le recordé que el único culpable del accidente había sido él, pues sus hijos no manejaban el vehículo ni se distrajeron ni chocaron, sino que el único responsable fue él. Los niños aún no se recuperaban del susto, ambos estaban blancos como el papel: el pequeño tenía los ojos muy abiertos y la niña sólo lloraba.
La respuesta del papá fue una cara de enojo para mí, simplemente me ignoró y les dio a los niños un último regaño, para luego llamar a su aseguradora e intentar “resolver” el problema.
Los adultos de hoy vivimos en una auténtica confusión, no construimos una sociedad cuya base sea el bien común. Si así fuera, estos arranques de ira y ese descargar la furia en los más débiles no sucederían. Me pregunto qué estarían sintiendo esos pequeños, ¿cuál será el recuerdo que quedó de este accidente en el que se vieron tristemente involucrados? Definitivamente, nuestra ciudad se ha convertido en una jungla y los adultos olvidamos que fuimos niños.
La confusión es el principio de la dispersión. Si la familia es la base de la sociedad, no me quiero imaginar qué sucederá con esos pequeños que viven confundidos entre el amor y la violencia, y conste que no me refiero sólo a los niños del accidente. Y por eso vemos con frecuencia una violencia que crece, una corrupción que se arraiga, el desengaño que desalienta, la mentira que denigra...
Quien merecía una fuerte reprimenda era el papá bilioso. Descargar la furia, la frustración en los más débiles no es la solución, pues no se trata de levantar un edificio como la mítica Torre de Babel, sino de construir personas para que la sociedad sea una sociedad de bien. ¿Ser adulto nos autoriza a todo? Pienso que no.
Remate
Parece que todos hablamos idiomas distintos, pues incluso muchos a la hora de divertirse en familia no se ponen de acuerdo. Me ha tocado ser testigo de madres que gritan a sus hijos en la calle, de padres que maltratan a sus hijos hasta porque lloran. ¿Cómo cambiar esto? ¿Cómo salir de la confusión en la que vivimos? Como han dicho muchos poetas que retratan la vida y al ser humano: “¡Pobre hombre que te destruyes a ti mismo!...”.— Mérida, Yucatán.
Publicado en el Diario de Yucatán el 14 de noviembre de 2007
aaldaz@dy.sureste.com
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Educar para no castigar

A Erick Adrián Homá Matus,
Guadalupe Miranda Homá Cox
y Beatriz Adriana Álvaro
López, in memóriam


“Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Esta demoledora frase la dijo Pitágoras hace 2,500 años, tiempo suficiente para que hubiéramos reflexionado en ella y darnos cuenta de que, efectivamente, en la educación está la clave de que la sociedad mejore o empeore, es decir, de que el futuro sea peor o mejor.
Pero no. Hemos hecho oídos sordos a este conocimiento y nos seguimos preocupando más por las cosas y problemas de los adultos que por los niños.
Así es... y esto lo percibimos porque muchas veces anteponemos nuestra carrera profesional a la educación de nuestros hijos, o nos importa más que el colegio sea trilingüe y no que ayude a educar en los valores en los que creemos, o bien pasamos tan poco tiempo con nuestros hijos, que no tenemos el control de su educación, preferimos dejarlo en manos de la televisión, de los videojuegos o de la nana, olvidando que en realidad la misión de esta última es cuidar, mas no educar.
Pero luego, irónicamente cuando nuestros hijos crecen, nos sorprende su comportamiento irrespetuoso o irresponsable, no pensamos que cuando fueron niños nosotros fuimos igual de despegados, irrespetuosos e irresponsables con ellos: los niños son como una esponja y nosotros, el espejo donde se miran y aprenden. Muchas veces olvidamos eso.
Y es que no sólo deberíamos educar mejor a los niños, sino que sobre todo deberíamos aprender de ellos, de la forma en que se toman la vida, con esa mezcla de ingenuidad, trascendencia, diversión, asombro constante y sana impaciencia. Si los adultos fuésemos capaces de aplicar todo eso a nuestras vidas, seríamos mucho más felices y seríamos mejor ejemplo para los niños.
Además, la capacidad de ver el mundo con ojos de niño y de mirarnos a través de ellos nos aporta una valiosa información sobre cómo modelamos la conducta de nuestros hijos y nos ofrece pautas para guiar su educación.
Y es que los niños y las niñas no sólo aprenden lo malo, también las cosas buenas. Mi hijo de seis años dice “Gracias” y “Lo siento” con una naturalidad que sorprende, además de que repite algunas expresiones de las personas mayores que no van con él.
La capacidad “infantil” de sorprendernos por lo nuevo, extrañarnos de lo cotidiano, hacer asociaciones imposibles o reinventarnos cada día nos dará la medida de nuestra disposición para aprender y disfrutar... aun de la experiencia más banal.

Remate
La vida en familia es una aventura que cambia, mas nunca termina: equilibrar la conciliación con la disciplina, la llamada de atención con el abrazo, el reconocimiento y la admiración con la claridad y la rendición de cuentas resultan a veces difíciles, sobre todo cuando se conjugan al mismo tiempo. Mantener un término medio contribuye a la unión y a la armonía entre los integrantes de esta pequeña sociedad. Si algo he descubierto es que padres e hijos somos copia al carbón cuando de lidiar con los sentimientos internos se trata y que es cierto que lo que uno más rechaza de sus padres es lo que repite en las confrontaciones. A veces las cosas que vemos las anotamos para saber lo que no deberíamos hacer en una situación similar. Nunca hay que olvidar que alguna vez fuimos niños, que los hijos pequeños aprenden imitando todo lo que ven, al igual que nosotros lo hicimos de lo que vivimos. Conviene valorar todas las cosas buenas aprendidas, son muchas más que las que queremos ver. No debiéramos centrarnos sólo en los aspectos negativos, si bien tampoco debemos pasarlos por alto. No se trata de castigar a los hombres, dijo Pitágoras, sino de educar a los niños; nunca hay que olvidar eso.— Mérida, Yucatán.
Publicado en el Diario de Yucatán el 24 de octubre de 2007
aaldaz@dy.sureste.com
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viernes, octubre 26, 2007

Pese a todo, vale la pena vivir

"Cuando yo intenté quitarme la vida estaba en mi cuarto, con mi cabeza atascada de que yo ya no tenía que estar aquí porque para qué o a qué vine al mundo si mi mamá no me quería...", éste no es el inicio de una novela, sino el dramático relato que una joven hace de sus tres intentos de arrancarse la vida por problemas en su casa.
Cada año se registran en el país cerca de 3,200 muertes, en su gran mayoría de adolescentes y adultos jóvenes, por suicidios, según la Dirección General de Servicios de Salud Mental de la Secretaría de Salud. Estas cifras incluyen un aumento de muertes por esta causa en mujeres de 11 a 20 años, grupo que triplicó su tasa de mortalidad de 1990 a la fecha.
Yucatán reporta una de las cifras más altas del país: 17 por cada 100,000 habitantes, más frecuentes que Canadá y algunos países del Caribe que registran los índices más altos de América Latina.
Pero ¿qué mueve a una persona a pensar en la muerte como una opción para "solucionar" sus problemas? Las razones pueden ser diversas, pero todas confluyen en una sola: sentirse sola.
"La primera vez que me quise suicidar fue a los 10 años. Ese día estaba yo sola en la casa; a mí me deprimen los días nublados, los días sin sol y ese día estaba muy nublado, llovía y estaba muy deprimida porque me acababa de pelear con mi mamá. Me encerré en mi cuarto y ella salió. Para mí fue fácil decidir quitarme la vida porque sentía que sufría mucho. La que tenía la culpa aquí no era yo, sino ella..., yo tenía la razón, ella se equivocaba...".
Es el adolescente el que se puede encontrar en esta situación, pues lo que busca es alguien o un grupo de gente que lo valore y lo haga desistir de su decisión, que aún no está seguro de tomar. ¿Qué lleva a un adolescente a pensar siquiera en hacer algo así? La falta de atención, de cariño o de amigos; lamentablemente, la soledad es un mal que enferma al ser humano.
"La segunda vez intenté con una sobredosis; estaba muy muy mal, porque de plano ya no quería vivir. Estaba muy triste, me peleé con mi mamá y me corrió de la casa..., me enojé con mis hermanos, con mis tías, con mis amigas, con mi novio. No sabía qué hacer. Lo único que quería era ya no existir, no sufrir más, quería estar tranquila y pensé que si me quitaba la vida me evitaría los problemas en casa...
"Me sentía triste porque mi mamá nunca se había portado así conmigo, porque era de otra manera; para mí era la salida más fácil, me sentía sola, nadie me hacía caso ni me comprendía, no tenía apoyo de nadie.
"Mi tercer intento fue a los 12 años, más o menos, pero una amiga me salvó..., incluso ella se cortó al intentar quitarme la navaja y entonces me sentí culpable. Ella me dijo que la vida tiene sentido, que siempre hay una amiga y que a ella la podía considerar mi amiga, que me apoyaría en todo...".
Los amigos juegan un papel muy importante para restablecer la vida luego de un trance difícil, porque pueden llegar a tener mucha autoridad moral sobre quien experimenta estas crisis.
La luz en el camino existe, pero a veces no la vemos y preferimos la solución más sencilla, la que no tiene marcha atrás. Es más valiente aquel que lucha y enfrenta sus problemas que el que huye y causa aflicción a quienes se quedan.
La historia de esta joven termina bien y el mensaje es claro: "Hoy vivo conociendo todo y disfruto mucho la vida, cada momento, cada minuto y quiero enseñar a otros a amarla también".

Remate
Cuando hay una excelente comunicación en la familia, difícilmente hay salidas falsas y equivocadas. Es importante convencer con razones a los hijos por qué vale tanto la pena vivir.— Mérida, Yucatán.
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viernes, septiembre 07, 2007

Prometer no empobrece...

Uno de los valores que en el hogar y en las escuelas se enseña es el de la congruencia, esto es, la coherencia entre lo que se piensa y lo que se hace, e insistimos mucho en ello sobre todo con el ejemplo.
Sin embargo, poco logramos los padres de familia y los maestros ante el golpe impetuoso que nos dan figuras públicas en todos los ámbitos: ¿qué se puede hacer contra aquel artista admirado, “modelo” de la juventud, que demuestra que su vida es un fracaso envuelto en el ropaje de las drogas, el alcohol y los escándalos? ¿Cómo educar a los hijos para que se mantengan firmes en sus compromisos y los cumplan a cabalidad —con pleno convencimiento de ello—, si la realidad que perciben es completamente distinta?
La dificultad de educar no está en el sistema que un gobierno —cualquiera que sea su procedencia— propone, sino en la realidad que el estudiante encuentra, verdad que combate y contradice a la que en el hogar los padres enseñan y en el aula los maestros pregonan.
Y esto lo digo porque, amén de los tantos comentarios de especialistas sobre el tema del enfrentamiento entre los gobiernos estatal y federal, vale la pena recordar que ha sido la propia Ivonne quien, en su discurso de cierre de campaña del 13 de mayo, señaló: “Tendremos un gobierno ciudadano para un estado de ciudadanos”.
Empero, a un mes del inicio de la aventura que la “nueva generación, una que transforme a Yucatán sin odios y sin rencores”, anhela con el nuevo gobierno, sólo hemos visto enfrentamientos, acusaciones, zancadillas, amenazas de uno y otro lado, mientras el ciudadano, ése que espera realmente un “estado de ciudadanos”, permanece burlado y olvidado.
La congruencia que buscamos no permea en ningún ámbito, pues al parecer seguimos viendo campañas en Mérida, en el Estado y en el país, a pesar de que todos los niveles de gobierno ya iniciaron sus respectivos periodos.
Somos testigos de una ridícula guerrita sin sentido, en la que lo primero es evidenciar errores que la inexperiencia, en cualquier gobierno que inicia, produce.
¿Qué esperamos los ciudadanos de quienes nos conducen? Que ya dejen de jugar y fomenten en su trabajo la honestidad, la verdad y la responsabilidad. No es posible que los gobernados maduremos cívicamente y las autoridades sigan en pañales. Ya no vale prometer y luego sufrir amnesias, pues gobernar no es un acto lúdico, sino uno de seria dirección, por el bien común..., es una empresa que debe conducir a todos al progreso.
Ya electa doña Ivonne dijo que haría realidad cada promesa hecha, “porque creo en una política basada en la honestidad y en el cumplimiento de la palabra empeñada”. Pues bien, esa política que prometió es la que queremos, no la que se “hace” en medio de un juego de béisbol para luego crear intrigas, pues lo importante no es la popularidad, sino el trabajo.
Ella distribuye en su sitio de Internet que su gobierno será “uno para que en Yucatán se pueda crecer con dignidad, vivir con tranquilidad y desarrollarse a plenitud”; bueno, es tiempo de demostrarlo.
La discrepancia con el Fonden no la debe decepcionar ni entristecer, sino moverla a trabajar con más ganas. Es tiempo de que su corazón le recuerde su compromiso. Ya no se puede mostrar como una política de oportunidad que va en busca de un porvenir personal y egoísta que humilla a los yucatecos.
Por nuestra parte, tenemos que salir de nuestra mediocridad y exigir un trato digno a los gobernantes, para que muestren la verdad de las cosas y no sólo lo que a ellos les conviene que se sepa.
Yo espero mucho de su gobierno, según lo prometió. Las promesas no son inventos ciudadanos.

Remate
Me preocupa que doña Ivonne al parecer no se haya dado cuenta de que ya está gobernando y no “en campaña”. No es posible que siga con la carga del viejo PRI en las espaldas luego de que prometió uno joven, “un verdadero cambio” que aún no llega. La congruencia es importante y es con la actuación de las autoridades como podemos enseñar y consolidar los valores que las nuevas generaciones aprenden. Ella debe ser la diferencia de ese PRI que hoy chantajea al país para las reformas que se necesitan. ¿Será esto posible? Ivonne, usted tiene la palabra.— Mérida, Yucatán.
(publicado en Diario de Yucatán el 08/09/2007)
aaldaz@dy.sureste.com
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Eso que los niños logran

Uno de los temas olvidados en todos los gobiernos que hemos tenido es el trabajo que se hace con mujeres y niños, en especial de los sectores más vulnerables a causa de la pobreza, el desempleo y la desatención por parte del Estado y, tristemente, de la sociedad misma.
Llama la atención que los logros obtenidos en este tema no se mencionen en los informes de gobierno, cuando muchas veces son éstos los que brillan durante el sexenio.
Uno de los organismos de los que vale la pena hablar es el Centro Cultural del Niño Yucateco, mejor conocido como Cecuny.
Fundado en un antiguo cuartel que luego fue hospital en la ciudad de Mérida, el Cecuny comenzó a existir hace ya casi 14 años, y su objetivo principal es alentar y propiciar el desarrollo armónico e integral de niños y niñas a través del arte y la ciencia.
Poco a poco la institución ha ido incorporando distintas actividades cívicas, ecológicas y de concienciación social, cuyo resultado es un centro integral de desarrollo cultural infantil modelo en el país.
Es el único centro cultural de su tipo más completo en México: imparte distintas disciplinas artísticas de creatividad, teatro, música, ciencia, danza, etcétera, que a través de un enfoque constructivista busca dejar en el niño aprendizajes significativos y el goce por el arte.
El motor que impulsa al Centro lo forma un equipo de docentes no sólo con gran conocimiento de su área, sino y sobre todo comprometidos con los niños. Y en medio de todo, en su corazón laten pequeños de cuatro a 13 años, a quienes se les transmite el gusto por las disciplinas artísticas y se les apoya a través del arte para su formación y su desarrollo humano.
Son 1,025 niños inscritos de todos los niveles socioeconómicos, desde pequeños que viven en el norte de la cuidad, hasta aquellos que vienen de Izamal, Dzilam González, Ticopó, comisaría de Acanceh, y Sisal, comisaria de Hunucmá, por mencionar algunos.
Además, el Cecuny trabaja de la mano con el DIF, pues atiende a niños del Caimede y a los que viven en situación vulnerable de colonias, como San Antonio Xluch y San José Tecoh. Tiene 34 niños con alguna necesidad especial inscritos en un taller llamado “Integr-Arte”, cuyo fin es, como su nombre lo indica, integrarlos en talleres. La responsable del programa de niños con discapacidad es Marisol Palma Lozada, quien se encarga de hacer un historial del pequeño y observar sus capacidades para explotar al máximo sus posibilidades.
Aun cuando entre sus funciones el Cecuny no da terapias ni ningún tipo de rehabilitación, a través del arte consigue que niños y niñas aumenten su autoestima, su autonomía y el concepto que tienen los otros de ellos como seres capaces de crear y de presentarse ante un público.
Haciendo un recuento de las actividades que por la prensa y por los propios familiares de los niños conocemos, podemos decir que uno de los orgullos que los yucatecos tenemos está en este Centro: el ballet folclórico infantil “Ángeles del mayab” de niños down.
Se comprueba, una vez más, que si a los niños les damos oportunidades de crecer como seres humanos, de llenarse de nuevas herramientas que les abran nuevos horizontes, tienen menos oportunidades de estar en la calle cometiendo delitos.
Éste es de los pocos organismos creados por el gobierno que debería tener continuidad en todos sus programas, pues han demostrado un gran éxito y deja el mensaje a la comunidad de que sí se puede.
Y para muestra un hermoso botón: ¿recuerda usted a los niños de Ticopó que ya fueron dos veces a Nueva York a representar a nuestro Estado, a nuestro país? Hay muchas formas indirectas de prevenir delitos; en este caso los frutos se reciben a través de las mamás de estos niños, que comentan que nunca pensaron que ellos fueran capaces de tanto logro.

Remate
Es triste que el gobierno no promueva organismos como éste, cuyos logros están a la vista. Los resultados no son mágicos, son producto de un largo proceso que se reconoce y agradece siempre. Y es justo aplaudir el trabajo de talleristas, intendentes, administrativos, etcétera, que hacen con mucho amor esa labor maravillosa de brindar atención a los pequeños a través del arte.— Mérida, Yucatán.
(publicado en Diario de Yucatán el 27/08/2007)
aaldaz@dy.sureste.com
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La pedofilia, cada vez más cerca

En materia de salud, hay un mal que va en aumento en todo el mundo y que vale la pena analizar: la pedofilia; conocerlo es importante, sobre todo para combatirlo y para pensar en una prevención real, principalmente en la familia.
La pedofilia es una conducta en la cual un adulto siente “atracción” hacia un menor de edad; se trata de una parafilia (desviación sexual), pues alude al comportamiento sexual de ciertos individuos que se excitan a través de estímulos inapropiados practicados con los niños.
Este tipo de violencia contra los pequeños puede comenzar en el propio hogar, aunque los peligros se encuentran en todas partes: en la calle y sobre todo en Internet.
Las evidencias de esto lo encontramos en la prensa, donde se informa de ataques y violaciones contra menores por parte de padres, abuelos, tíos y conocidos, incluso con el “consentimiento” de la madre. Y generalmente sucede en el “hogar” del niño, donde se supone que el menor se siente seguro.
Hoy día en México se practica el llamado “turismo sexual” con menores, promovido a través de portales en Internet, principalmente en Europa, Estados Unidos y Canadá, con los que se ofertan “paquetes turísticos” que incluyen “servicios” de niños y vídeos o películas pornográficas. Entre los destinos más frecuentes están Cancún, Acapulco y Puerto Vallarta; lo preocupante es que en un comentario de alguien que conoce de este problema supe que al parecer ya se incluye a Yucatán como “opción”.
Y es preocupante por la dimensión que ya tomó esta situación, pues la delincuencia organizada encontró en este mal un negocio rentable, y lo distribuye sin ningún control en Internet.
Además, ya es un asunto grave de salud pública, porque los efectos de los abusos sexuales son diversos y van desde daños psicológicos, hasta enfermedades graves de transmisión sexual.
Las niños que han sido atacados necesitan largos periodos de terapia psicológica para superar el daño que se les causó; de hecho se sabe que muchos pedófilos en su infancia fueron víctimas de algún tipo de abuso.
De acuerdo con estudios de la UNAM, se estima que un 80% de los niños de la calle que han dado servicio sexual al menos el 40% pudiera estar infectado de sida.
Asimismo, un estudio de la Unicef dice que actualmente más de 16,000 menores en México son víctimas de la explotación comercial, como la prostitución, el tráfico de personas, la pornografía y el turismo sexual, y de ellos al menos 4,600 están en Guadalajara, Acapulco, Cancún, Ciudad Juárez, Tapachula y Tijuana.
Entre los casos más sonados en México están el que sucedió en Puerto Vallarta, donde Thomas Frank White Norman, acusado de pedofilia en Estados Unidos, se dedicaba a prostituir, abusar, drogar y videograbar a menores de edad mexicanos, y el de Cancún, con Jean Succar Kuri.
Hay que entender que la conducta pederasta atenta contra los derechos de los niños y tristemente en Yucatán no estamos exentos de este mal; de hecho las notas de policía sobre casos de este tipo han sido constantes.
Una persona me comentó sobre este tema que alguien le dijo con orgullo: “Soy pedófilo y lo acepto, es mi forma de vida y nadie la puede cambiar ni me lo puede impedir”; esto no sólo es grave, sino que manda un mensaje de alerta: los pedófilos siempre han estado cerca y mientras no hagamos nada para combatirlos cualquiera, incluso nosotros, puede ser su víctima.
Lo triste es que estos enfermos creen que lo que hacen es un “estilo de vida” y aunque la sociedad y sus gobiernos lo saben, sólo los toleran porque, para curarse en salud, creen que basta persignarse, escandalizarse o tan sólo tocar madera.

Remate
El tema es difícil de abordar, pero es de vital importancia conocer sus consecuencias, tanto para los pequeños como para la sociedad misma. Por fortuna ya se toman medidas al respecto: la ONU, la Unicef y los gobiernos de distintos países, así como varias organizaciones civiles ya tomaron cartas en el asunto desde hace tiempo. Aunque pareciera que nada es suficiente, es necesario hacer énfasis en la difusión del tema, porque para atacar un problema es necesario conocerlo a fondo. Si usted sabe de algún menor que sea víctima de abuso es necesario ayudarlo. No sea cómplice con su silencio, sino denuncie en el DIF, la PGR o la Procuraduría local, en los ministerios públicos. Incluso hay organismos civiles de protección a los niños, como Hogar Maná y otros más que le pueden apoyar, o le ofrezco mi correo para ayudarle si es necesario, pero hay que denunciar para acabar con este mal.— Mérida, Yucatán.
(publicado en Diario de Yucatán el 03/08/2007)
aaldaz@dy.sureste.com
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martes, julio 17, 2007

Humanizarse, el reto de hoy

Para seguir progresando, España necesita más familias y con más hijos... —José Luis Rodríguez Zapatero, presidente de España.
Varios países de Europa y Asia se enfrentan al problema del rápido envejecimiento y la pobre cantidad de nacimientos, lo cual hace que hoy baje el número de su población a niveles dramáticos.
El anuncio del presidente José Luis Rodríguez Zapatero de que entregará 2,500 euros (3,400 dólares) a cada familia por cada nuevo hijo que nazca es un reflejo de las consecuencias cada vez más avasalladoras del egoísmo y materialismo que reina en el —ahora sí— Viejo Continente.
Con este anuncio, España se une a países como Italia y Francia que dan incentivos para tener familia, luego de que por años promovieron los métodos anticonceptivos usados de forma indiscriminada e irresponsable, y la legalización del aborto. Hoy empiezan a comprender que se quedan sin hijos...
Esto demuestra que una vez que el ser humano se convierte en simple mercancía de consumo, con la complicidad de la misma población afectada, ya no hay mucho que hacer. Y es que la esencia de este tema no tiene que ver con aspectos morales, ni de valores, sino simplemente con seguridad social, pues “cuando una sociedad deja de producir juventud suficiente para mantener a la inmensa masa de jubilados y pensionados, sus horas están contadas”.
Hoy toda Europa occidental se da cuenta de que no es posible dejar de reproducirse en aras de vivir mejor. En México estamos a años luz de que nos suceda lo mismo, porque nuestra tasa de fertilidad permanece igual o ligeramente superior a la tasa de sostenimiento poblacional y también porque somos un país de pobres donde la acumulación de la riqueza es desigual.
La ayuda de 2,500 euros tomó por sorpresa a todos, como reconocieron en los ministerios relacionados con la medida: “La expectación ha sido tal, que cuando apenas pasó una hora del discurso de Zapatero, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales recibió ''infinitas llamadas''”.
Antes de equivocarse en los servicios involucrados con esta ayuda, en el Ministerio se animó a esperar a quienes llamaron: “¿Cuándo puedo volver a llamar?”, preguntaron muchos. “La semana que viene será pronto —afirmaron en Asuntos Sociales—. Es probable que hasta pasado el verano haya algo”. Con un poco de suerte pasarán menos de nueve meses hasta que los nuevos padres puedan cobrar.
Haciendo a un lado la estrategia económica de España, no se trata de hacer “leyes” o reglas pronatalidad, sino de cambiar. El progreso no se limita sólo a lo material sino también a lo funcional y estructural del ser humano. Urgen mejores valores y más conciencia.
Hablamos de un cambio social e individual del que poco a poco cada vez más gente se percata. Hoy el valor de lo existencial ha sido superado por lo material. El consumismo casi nos ha llevado a la destrucción del planeta, al no respeto de la naturaleza; nos olvidamos que somos parte de ella.
La educación es importante y debe incluir, sobre todo, el respeto, debe transmitir seguridad y fomentar la comunicación; es cierto, faltan muchos valores, pero ya es tiempo de actuar.

Remate
Nos abrumamos a diario por el trabajo y todo tipo de conflictos; por eso no entendemos que no podemos dividir el mundo para nuestra comodidad. Pedro Casaldáliga, obispo emérito de Sao Felix de Araguaya, Brasil, asegura que el gran desafío de hoy es humanizar a la humanidad e invita a no empezar la casa por el tejado ni a mirar al cielo para no ver qué ocurre en la Tierra. El gran reto es “cambiar el mundo para humanizarlo, primero con el corazón, después con la conciencia y luego con los gestos solidarios comunitarios”. Así, en el futuro no tendremos que pagar sólo para mantener el equilibrio económico del país.— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com
http://angelaldazg.blogspot.com/

(publicado en el Diario de Yucatán el 9 de julio de 2007)

“Cuerpos pequeños, mentes grandes”

La intervención de Cristina de Fátima González López, representante de Yucatán por el Distrito IV en el Parlamento Infantil 2007, al iniciar la celebración del tercer aniversario de la Campaña Permanente contra la Violencia Infantil el lunes 4 de junio pasado, demostró que en la lucha a favor de los derechos de los niños son precisamente ellos los más interesados en ser “la voz de los que no pueden hablar”.
Parlamentaria de 11 años, Cristina se presentó decidida, segura de que su voz se escucharía, y su mensaje llegó con claridad cuando dijo: “Niños y adultos debemos unirnos para ir más rápido...”.
Por eso platiqué con ella, para saber un poco más de lo que piensa del contraste entre el mundo infantil y el adulto, y por qué defiende con tenacidad a aquellos niños que “no pueden hablar”, pero sobre todo para saber qué tenemos que hacer adultos y niños unidos para combatir los delitos contra los pequeños.

¿Quién es Cristina de Fátima?
Me considero una niña tranquila; me gusta mucho todo lo que es política, voy a la escuela, saco buenas calificaciones y siempre trato de ir por el mismo camino. No me gusta ver cómo le está yendo a México y por eso fui al Parlamento. Me molesta mucho cómo son algunas personas que no consideran a los niños como personas, sino como objetos y los explotan…, es muy feo.

Me llama mucho la atención que usaste sólo el Principio número 1 de la Declaración Universal de los Derechos de los Niños como base para defender los derechos infantiles en tu ponencia...
Lo usé porque primero que nada tiene que ver con todos los principios y me gustó. También porque pensé que era el más importante.

¿Por qué ser la “voz de los que no pueden hablar”?
Porque no encuentro otra manera de cambiar a México; por eso decidí ser la voz de los niños de Yucatán. Me interesó el Principio No. 1 y estuve buscando información, pero ningún material me sirvió así que yo lo redacté. El trabajo sólo se lo di a mi maestra y ella me decía: “Puedes cambiar esta palabra para que no repitas”, pero el tema yo lo hice.

¿Qué aprendiste del Parlamento Infantil?
Algo importante: la gente cree que los diputados sólo están sentados allá 100 horas al día... De hecho hubo niños que se durmieron en las curules, pero sí es una tarea difícil, porque estar sentado y oyendo digamos que es un poco aburrido para los niños. En el caso de los diputados, yo creo que hacen una verdadera tarea, porque eso de estar sentados oyendo y, no sé, discutiendo algo no es muy fácil.
Hicimos mesas de trabajo y yo estuve con 14 niños; si con 14 fue muy difícil planear cosas, discutir..., ahora imagínate con todos los diputados: estar discutiendo todo el día que no, que esto está mal... sí es difícil.

Una de las frases que usaste en tu discurso que más impactó fue: "Cuerpos pequeños, pero mentes grandes". ¿Qué significa?
Bueno, nosotros los niños estamos pequeños y la gente puede ver que nos puede mandar, pero la verdad somos más de lo que los adultos piensan, podemos más de lo que ellos piensan y sabemos más de los que ellos piensan. Por eso fue la frase y entonces lo puse en mi tema porque siento que tiene mucho que ver con nosotros, y es fundamental para explicar bien las cosas.
Aquí estamos hablando de todas nuestras capacidades, de todo lo que podemos. La gente cree que porque México está cambiando los niños también están cambiando pero no, los niños van a seguir siendo los mismos siempre, seguirán siendo la voz más joven, la mejor voz, porque no mienten, dicen lo que ven y lo que piensan. Por eso es la frase...

Ser la única alumna de una escuela privada en Yucatán en haber sido elegida parlamentaria ¿significa algo especial?
No me dice nada; es lo mismo si yo estuviera en alguna sierra trabajando, seguiré siendo la misma, seguiré pensando lo mismo.

¿Conociste a los otros niños yucatecos que fueron al Congreso?
Sí y nos llevamos muy bien; sólo con el niño como que me huyó, pero era porque él quería, pues nosotras jugábamos con él...

Dices que tu idea es defender los derechos de los niños. ¿Qué piden los niños a los adultos en relación con sus derechos?
Pues los adultos creen que como papás los elegimos nosotros y que somos el presente y el futuro de México. Pero si quieren de verdad tener un México diferente, se tienen que enfocar más en los niños, porque nosotros seremos el día de mañana los hombres y las mujeres que cambiarán el mundo. Los adultos tienen que entender que su futuro está en nuestras manos, no al revés.

En este tema y a propósito de que se inician nuevos gobiernos en Yucatán y en Mérida, ¿qué le pides a la gobernadora electa Ivonne Ortega Pacheco y al alcalde César Bojórquez Zapata?
En el gobierno de Patricio Patrón Laviada sí se trató el tema de los niños, pero no como se debe y yo espero más; no puede ser que aquí en Yucatán, siendo un lugar tranquilo, en Mérida más que nada, haya muchos niños que estén en la calle por semanas y sin comer.
Yo sólo pido que lo vean, no lo estoy inventando: cuántos niños están en la calle, cuántos tienen que ir a un lugar, a un refugio; en esta temporada de ciclones cuántos niños estarán en las calles, cuántas familias.

Un joven de 12 años, "tienda ambulante" en los paraderos de camiones, me decía: "No es a nosotros a los que tienen que ayudar sino a nuestros papás". ¿Qué opinas?
Creo que a los dos, pero en caso de que el papá sea irresponsable, se meta a las cantinas y no trabaje, es a los niños a los que hay que ayudar. Si el papá decidió ser así, adelante. El día de mañana su hijo será un alcohólico que estará todo el día en las cantinas, consumiendo sustancias que no debe y qué le enseñará a sus hijos... En este caso, habrá que proteger al niño; si el padre decidió ser así, ni modos, pero el niño no tiene la culpa.

¿Qué les dices a los niños?
Que no se dejen. No tienen la culpa de que sus derechos no sean respetados, pero tienen que luchar para que sí se los respeten. Tanto los gobiernos, como los papás, los adultos en general y los niños tienen que poner su granito de arena para que esto funcione, si no, no hay nada...
¿Qué le falta al país para que todo lo que está escrito a favor de los niños se aplique? Creo que nadie cree todo lo que se dice. No puede ser que habiendo tantas personas en México la mitad padezca de alcoholismo, drogadicción y ese tipo de cosas. O que no tenga recursos suficientes para llevar comida a su casa, o a sus hijos a la escuela. Si los adultos ya decidieron su vida, allá ellos, pero a los niños los tienen que respetar.
Y falta ver a la otra mitad, a los que sí son responsables. También tienen que entender lo que les pasa y solucionar sus problemas. Los papás tienen que abrir los ojos y guiar a sus hijos por un buen camino, si quieren que triunfen. Cuando sea grande quiero ser abogada y no me gustaría que porque soy mujer o porque sea niña no me dejen ser abogada. O que porque soy morena no me dejen entrar a algún lugar.
Hay que decir a esos padres que les inculcan a sus hijos la discriminación por la posición o las características que hacen mal, porque eso qué tiene que ver. Si soy morena, bajita e incluso como Paris Hilton, nada tiene que ver. Todo es parte de la vida que Dios nos da. Uno tiene que respetar a la persona y los niños somos personas.
A los adultos se les olvida que fueron niños y por eso fallan. Para recordar cómo eran cuando fueron niños se tienen que poner en el lugar de los niños de ahora: pónganse en el lugar de sus hijos y piensen un momento, sientan lo que sus hijos sufren, para que entiendan..., eso tienen que hacer.

¿Qué harías para promover en Yucatán que la voz de los niños se escuche con fuerza?
Primero que nada tenemos que hacer que la gente piense en ellos. Los medios de comunicación se deben acercar más a los niños, preguntarles su opinión, darles más importancia... Los gobiernos nos deben una oportunidad para hablar; ellos están enfocados en otras cosas, en lugar de salir a las calles y ver la realidad.
Cuando estuve en México vi a un viejito acostado en una banca, a un niño en un no sé si era parque o qué. Muchos borrachos y personas tiradas en la calle, porque sienten que el gobierno no hace nada. El gobierno trabaja, pero no como se debe. En Yucatán hay gente en la calle, sobre todo en el centro. Así sean dos personas las que sufren, deben atenderlas de inmediato.
Los niños no somos tan débiles como parece; somos niños y tenemos el derecho a jugar, a divertirnos mientras hacemos las cosas. Aprendemos más jugando. Somos débiles físicamente, pero pensamos y también creemos en lo que vemos, nos damos cuenta de lo que la gente adulta muchas veces no ve.

¿Qué habrá el próximo curso para ti?
Seguiré siendo la niña de siempre, porque haber estado en el Parlamento no me cambió. Soy la misma Cristina que estudia en la escuela Monarca, la misma que quiere a sus hermanos, y a sus papás y a todos sus familiares, no he cambiado. Fui a México porque creí que era lo que faltaba para que mi voz se escuche, pero eso no me cambió. Si me llamaran para opinar de las actividades del gobierno a favor de los niños, aceptaría con gusto.
Ojalá llegue a todos el mensaje de que nosotros los niños somos parte fundamental de ustedes, de lo que hoy es México. Sin nosotros no hay nada. Ésa es la verdad.

Remate
Cristina tiene razón cuando dice que los niños son “cuerpos pequeños, pero mentes grandes”, con ella lo compruebo una vez más. Vale la pena escuchar a los pequeños; ojalá que las autoridades lo hagan y actúen, sería un primer paso fundamental para mejorar. Fue una gran lección. Gracias Cristina.— Mérida, Yucatán.

aaldaz@dy.sureste.com
http://angelaldazg.blogspot.com/

(publicado en el Diario de Yucatán el 2 de julio de 2007)

miércoles, junio 20, 2007

La autoridad es necesaria

Un castigo duele, pero confiar
en alguien y ser traicionado,
más —Roberto, de 13 años


En un correo electrónico que hace poco recibí, una persona me confiaba que su hijo no le obedecía, que le respondía a todo, que la enfrentaba e insultaba y que ya no podía con él. Decía: “Tiré la toalla, ya no sé qué hacer”, y en uno de los párrafos apuntó: “Mi hijo tiene dos años”... ¿Qué falló entonces? Esto me llevó a reflexionar en el difícil papel de la autoridad en la educación, pues involucra a personas que mandan y a otras que obedecen. Sabemos que el educando depende, en gran medida, del prestigio de su educador, de que sea eficaz, seguro y confiable. Por encima de los miedos a ejercer la autoridad, siempre surge un valor difícil de sostener y de defender contra todo, a pesar de todo y de todos: la verdad.
Hay que considerar que para los niños y los adolescentes, por lo general, la autoridad se vincula con el concepto de “héroe”, porque la seguridad y la firmeza para ellos es protección; por eso las acciones de los educadores tienen impacto en ellos, pues derivan en triunfos o en desastres: es una cuestión de justicia o injusticia.
Uno de los problemas de la educación hoy día es la falta de autoridad o el mal uso de ella, y por eso reflexionar sobre esta potestad y la libertad al educar es una tarea necesaria e irrenunciable: la educación es un proceso de mejora de la persona, en el cual se le forma en la libertad y en la responsabilidad.
La madre Mau, aunque ella no lo sabe es una gran amiga, dice que los padres debemos estar alertas ante las señales que los hijos envían, sobre todo cuando de respeto se trata, porque también es una manera de ejercer la autoridad, nuestra sagrada encomienda.
Estoy de acuerdo con ella y agrego que en esto también interviene la verdad, esa que interactúa en nuestros juicios y en las disciplinas impuestas. La frase “La verdad os hará libres” encierra mucho y es la base de la educación, en cualquier ámbito en el que uno se encuentre.
Generalmente nuestros focos rojos se encienden cuando los hijos, en especial durante la hermosa etapa de la adolescencia, tienen la confianza para hablar de algo que les molesta; pero ¿y si no les creemos y promovemos un silencio cómplice contra ellos? ¿Y si nuestra autoridad —como ha sucedido con la judicial en muchas ocasiones— se equivoca, ignora su papel y no hacemos lo que nos corresponde? Hay que recordar que la sociedad se mueve con base en reglas y leyes, y lo que se aprende en casa se proyecta afuera: cuando a un hijo se le trata como culpable y no le damos posibilidad de defenderse, el mensaje que damos es que es mejor callar o “solucionar” el problema sin pedir ayuda.
Ante la duda sobre qué hacer si la autoridad erra al momento de razonar y emite un fallo injusto, opino que hay que levantar la voz y denunciar el atropello cuantas veces sea necesario y dejar en claro que es una injusticia, pero sobre todo tener presente que la verdad es importante, está por encima de todo y nos hace libres.
A pesar de la máxima “Quien obedece nunca se equivoca”, que pone en la cuerda floja a la autoridad, ésta es muy importante para mantener orden en las cosas y no hay que tener miedo de ejercerla.

Remate
Tenemos un compromiso con la libertad de las personas a quienes ayudamos a ser cada vez más responsables y autónomas en su camino por ser mejores, superando sus limitaciones personales y ambientales. Ejercer la autoridad es difícil, pero es peor no hacerlo. A veces los padres olvidamos que somos los adultos los educadores y que debemos guiar y mantener el orden con amor, pero también con justicia, formando sobre todo en la verdad; nuestra obligación es educar personas, con firmeza pero más con amor. Es algo necesario.— Mérida, Yucatán.
(artículo publicado en el Diario de Yucatán el 20/11/2007)

Por la puerta equivocada

De acuerdo con el “Informe global de monitoreo de las acciones contra la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes”, elaborado por Ecpat Internacional, México es el segundo país en el mundo con mayor producción de pornografía infantil.
Según el informe, la gravedad de este problema radica en que aumenta, porque no hay leyes que sancionen la tenencia o posesión de este tipo de material. Pese a las evidencias de las denuncias, los reportes periodísticos, los informes y los estudios, no se puede actuar con contundencia jurídica porque aún hay vacíos legales para identificar y sancionar delitos cibernéticos y asociados, como la distribución de material pornográfico.
Según las estadísticas de la Policía Federal Preventiva, la explotación sexual de menores de edad a través de internet se incrementa de manera acelerada: este delito ya ocupa un tercer lugar, detrás de los fraudes y las amenazas por medios cibernéticos. Para tener una idea, a inicios del año pasado se detectaron más de 100,000 sitios de este tipo en internet. Lo terrible es la nueva clasificación en lo que a imágenes se refiere, según la Policía Cibernética de México: ahora se incluye la pornografía con bebés, es decir, niños y niñas de cero a un año de edad, además de las ya ordenadas en “de cero a cuatro años, de cuatro a ocho, de ocho a 12 y de 12 a 17”, y se incrementa 5% cada mes, con fotografías e imágenes de abuso de recién nacidos.
Pese a la reforma al Código Penal Federal en materia de explotación sexual infantil que el Senado aprobó para definir tipos penales de pornografía, turismo sexual infantil y lenocinio, el problema no disminuye, sino que crece a pasos agigantados. Hay que reconocer que esto se debe a que la legislación en México tiene muchos vacíos en este tema; aún hay áreas pendientes para armonizar la legislación de los diferentes estados con la federal y la normativa internacional, lo cual representa graves dificultades y deja una puerta abierta para que se delinca contra los pequeños.
Las noticias de los “levantamientos” de personas relacionadas con el narcotráfico y la posterior aparición de cadáveres prenden los focos rojos y obligan a arreciar el combate frontal de estos delitos a través del ejército y las policías estatales, pero considero que son igual de graves los “levantamientos” de miles y miles de niños y niñas cuyo destino es incierto, pero que estoy seguro que será el de la explotación y el comercio sexual, o bien el robo y tráfico de órganos o —digamos que en el “mejor” de los casos— la “adopción” en familias que no pueden concebir.
En México aún no hay leyes que incluyan a la pornografía infantil a través de internet como un delito. Desafortunadamente, en este asunto los niños son los más vulnerables, por lo tanto, los padres tienen que cuidar el uso que los hijos dan a internet. Algunos expertos sugieren que la computadora no debe estar en el cuarto del niño, sino en un lugar visible para los adultos. Igual que pasa con los casos de violación en los que a veces se culpa a la víctima por usar minifalda, en el delito cibernético hay que tener siempre presente que el culpable es el delincuente, jamás la víctima. Nunca debemos olvidar que es importante denunciar para erradicar este mal que a nosotros y a nuestros hijos nos ronda.

Remate
Hay estudios que indican que a través de una cámara web a un niño se le puede manipular en 10 ó 15 minutos para que se quite la ropa. Por eso es importante que los padres no tengan miedo de informar a sus hijos, pues en este terreno la información es un arma de seguridad. El combate a este crimen es trabajo de todos, gobiernos de todos los niveles, iniciativa privada, sociedad civil, entidades académicas y, sobre todo, la familia. No sólo es necesario el esfuerzo para legislar en la materia y cumplir los convenios internacionales, urge sobre todo el compromiso de la sociedad.— Mérida, Yucatán.
(artículo publicado en el Diario de Yucatán el 11/06/2007)

jueves, junio 07, 2007

Lo que sigue es caminar

La modernidad nos hace asumir un tipo de vida en el que todo el tiempo corremos y nos acostumbramos a que nuestros problemas no los resolvemos, como no hay tiempo... Nuestra sociedad “moderna” tiene prisa por “crecer”, exige tener más en el menor tiempo posible y, así, resolver problemas no encaja.
Nicholas Georgescu-Roegen explica esto con una metáfora: “El circúndrome de la máquina de rasurar”: “Rasurarse más rápido para tener más tiempo, para trabajar en una máquina que rasure con mayor rapidez, a fin de tener más tiempo para trabajar en una máquina de rasurar aún más rápida y así ad infinítum”. Bajo este principio, hoy creamos un mundo con cuatro características: El aumento imparable de las desigualdades. Con consecuencias graves e inmediatas como la inmigración, la precariedad laboral y social, y la inseguridad creciente.
Una sociedad menos democrática. Todo se rige por el principio de que quien más tiene más puede.
La guerra y la agresión al servicio de proyectos unipolares. El ejemplo más claro es Estados Unidos, el “gendarme mundial” que está por encima de las Naciones Unidas.
Las amenazas ecológicas. De las que todos somos culpables: deterioro de la capa de ozono, contaminación del aire, pérdida de suelos cultivables, derroche del agua, deforestación o extinción de especies animales y vegetales.
Surge una nueva preocupación: ¡los problemas empeoran! Hace poco preguntaba qué herencia preparamos para los niños que bogan en nuestros ejemplos, si hoy se enseña agresión, violencia y muerte, una vida desechable, no valores. Nos empeñamos en educar a los niños para que piensen que no tienen futuro. Mañana serán personas que despreciarán lo ajeno, destruirán para “resolver”.
Y es que los niños son los herederos de la lengua de los padres, de la experiencia de los abuelos, de los cuentos de los ancestros, son los depositarios de la herencia que transmitirán en el futuro. Absorben todo y lo procesan, lo archivan y lo repiten. Así se forma la sociedad: los pequeños aprenden lo que ven y perpetuan los valores morales y culturales que reciben. Nosotros vivimos el futuro que labraron otros, mientras nos crecían.
Cambiar depende de que estemos convencidos y demos lo mejor; los resultados siempre serán buenos, sobre todo para nosotros.

Remate
Y a propósito de que ganó Ivonne, su premio serán problemas: el combate del hambre y de la precariedad creciente; el trabajo por la democracia participativa, la defensa de los derechos para todos, la emigración, la promoción de la cultura, los valores y la vida, y más... Creo que el cambio es posible. Muchos dirán que es una utopía, pero como dice Eduardo Galeano: “¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”.— Mérida, Yucatán.

aaldaz@dy.sureste.com
http://angelaldazg.blogspot.com/

(publicado en el Diario de Yucatán el 2 de junio de 2007)

Ahora es nuestro turno

Los políticos están más
allá de las personas; por
eso quiero ser político
—un joven que votará
por primera vez
Se termina el plazo para que los candidatos hagan sus propuestas y se ganen la confianza ciudadana para el depósito de votos a su favor. Sin embargo, luego de observar el arranque de las campañas y estar atento a las propuestas y a tanto escándalo alrededor de cada aspirante, sucedió lo que me temía: no hubo propuestas, sólo ruido.
Siempre me he preguntado qué herencia dejaremos a las próximas generaciones cuando nosotros nos hayamos ido, qué futuro les estamos preparando.
Una de las principales incongruencias que vivimos es la desigualdad social: la realidad nos muestra que en nuestro país cada vez es más fácil practicar la desigualdad para triunfar, una situación que se confirma de manera particular entre la población donde las condiciones de vida son más severas, porque la infraestructura de servicios es pésima o no existe. ¿Propuestas en este sentido? Ninguna; lo único que aprendimos es que son necesarias la pobreza, la discriminación y la delincuencia para que los políticos sobrevivan.
Todos somos importantes por derecho propio: en lo humano, por ser personas dignas de ser amadas, y en lo legal, por ser ciudadanos con derechos constitucionales. Pero el gobierno aún no entiende que en la medida en que tome en cuenta a todos y abra oportunidades por igual, beneficiará el desarrollo socioeconómico de nuestro Estado.
Es una vergüenza que mientras una buena parte de la sociedad vive en medio de problemas a causa de la desigualdad, la pobreza, la desnutrición, la ignorancia, etcétera, los gobiernos despilfarren dinero a manos llenas en tonterías que no benefician a nadie.“Campañas” con pendones, espectaculares, medallones, banderines y camisetas; apoyos “no oficiales”, “promesas” y mentiras, spots y salarios exagerados son una burla, pretextos para decir que se trabaja, cuando en realidad no se hace; mientras tanto, la gente sufre.
Que no todos tengan las mismas oportunidades no sólo se vuelve una tragedia personal o familiar, sino que representa un costo enorme para las familias, para las comunidades y para el país. Velar por la salud y el bienestar de todos y ofrecer las mismas oportunidades es humano y justo, contribuye al bien común. Ya es hora de que los políticos incluyan en sus pautas y agendas de trabajo a la compasión social: un poco de empatía por toda la ciudadanía sería suficiente para descubrir la miseria que le rodea y, sobre todo, para actuar en su favor.
Lo que la política moderna, más bien los políticos nos enseñan es que no se llevan con lo humano, no saben qué significa la empatía y sólo promueven el egoísmo y la ambición. Y las campañas que recién terminan son un claro, triste y vergonzoso ejemplo de esto.
Nuestro futuro dependerá de lo que hagamos ahora los ciudadanos y, ciertamente, el próximo domingo habrá mucho por hacer.
Remate
Es desafortunado, pero la realidad demuestra que ni los proyectos de ciudadanos organizados en beneficio de la gente prosperan, porque las autoridades anteponen sus intereses económicos, personales y políticos al bienestar común. Si fuera de otra manera, con los esfuerzos conjuntos de gobiernos, asociaciones de profesionales, instituciones académicas y organizaciones no gubernamentales se lograría que cada persona tenga la oportunidad de una vida sana y próspera, en especial los niños, las mujeres, los discapacitados y los ancianos. Si hubiera congruencia entre educación y realidad, a partir del ejemplo en casa pero sobre todo de quienes nos gobiernan, no sería tan difícil describir el tipo de futuro que recibirán las próximas generaciones. Para esto es necesario y urgente un poco de misericordia y compasión social, esas que se refieren al corazón que se hace solidario y sobre todo actúa; por desgracia, es algo que nuestros “políticos” ya demostraron que no tienen.— Mérida, Yucatán.
(Publicado en el Diario de Yucatán el 14 de mayo de 2007)

viernes, mayo 11, 2007

Sólo un gran amor las mueve

Día muy caluroso, como los que hemos estado viviendo últimamente en nuestra ciudad, y a mí se me ocurrió caminar unas cuadras para ir al banco a hacer unos pagos necesarios. Confieso que llegué irritado por el calor.
En el banco, mientras esperábamos varias personas en una larga cola, Jaimito, un niño de unos siete u ocho años jugaba, sin importarle el lugar ni los ojos que sobre él se posaban. “Tengo sed y ya me quiero ir a mi casa”, decía, mientras su madre desesperada no sabía si atenderlo para evitar que se hiciera daño o permanecer en la cola, en espera de que le tocara su turno para ir a la ventanilla.
Jaimito mostraba claros rasgos de algún síndrome, ignoro cuál, pues no me atreví a preguntar, como tampoco me atreví —tonto de mí— a pedir que quienes estaban al frente de la cola le cedieran el lugar a esta mujer, a fin de que terminara su angustiosa preocupación.
Afortunadamente fue un ejecutivo del banco quien entendió la situación y le cedió el paso directo a un cajero para que la atendiera y su trámite concluyera. Yo le agradecí su gesto desde lo más profundo.
Mientras esperaba su turno, hubo un momento en que la mujer se desesperó, quizás porque le preocupaba la seguridad de Jaimito, quien jugaba en las escaleras, subiendo y bajando a gatas, o quizás porque pensaba que a quienes nos encontrábamos ahí nos incomodaba su hijo.
Tal vez para algunos, pero no para mí. Yo observaba sus atrevimientos, su despreocupación al jugar y, mientras lo veía, me desconecté, me puse a pensar..., y realmente me perdí en mi interior.
Pensé en el amor que esta madre le da a su hijo y en el que Jaimito le da a su madre que lo protege. Luego de terminar sus trámites, la señora cargó al niño y salió con él diciéndole que le compraría un refresco y que ya no se preocupara porque ya iban para su casa.
Confieso que quise salir detrás de ella para preguntarle muchas cosas y sobre todo para hablar con el niño, pero me detuvo un profundo respeto por ambos, una admiración por ese lazo tan fuerte entre madre e hijo y, lo acepto, se me hizo un nudo en la garganta.
Me puse a pensar en la importancia de una madre en la vida de las personas y recordé a la mía, cómo por ella aprendí a sonreír: “Una cualidad muy importante para hacerse agradable hasta para el enemigo más grande”.
También recordé una historia que leí hace tiempo que, aunque se refiere a un ave, retrata a la perfección el amor que la naturaleza regala a una madre por sus hijos, ese que aprendí de mi madre:
Después de un incendio forestal en el Parque Nacional de Yellowstone, los guardabosques iniciaron una larga jornada montaña arriba para valorar los daños del incendio. Un guardabosque encontró un pájaro literalmente petrificado en cenizas, posado como estatua en la base de un árbol.
Un poco asombrado por el espeluznante espectáculo, dio unos golpecitos al pajarillo con una vara. Cuando lo hizo, tres diminutos polluelos se escabulleron bajo las alas de su madre ya muerta.
La amorosa madre, en su afán de impedir el desastre, había llevado a sus hijos a la base del árbol y los acurrucó bajo sus alas, instintivamente conociendo que el humo tóxico ascendería.
Pudo volar para su seguridad, pero se negó a abandonar a sus bebés. Cuando las llamas llegaron y quemaron su pequeño cuerpo, permaneció firme, porque decidió morir para que aquellos que estaban bajo sus alas viviesen.
Remate
Jaimito y su mamá me enseñaron mucho y les estoy muy agradecido. Me ayudaron a ganar otro punto en mi camino por ser más humano, una labor que he de reconocer que empezó desde que mi madre ha estado conmigo.— Mérida, Yucatán.
(publicado en el Diario de Yucatán el 7 de mayo de 2007)

sábado, abril 28, 2007

La magia de ser niños

He llegado por fin a lo que
quería ser de mayor: un niño
— Joseph Heller (1923-1999),
escritor norteamericano
Eran seis niños que jugaban acompañados de gran algarabía en la casa; seis niños que mamá, papá y la abuela disfrutaban con sus ocurrencias.
Seis personitas que vivían de su imaginación, de juegos y travesuras. Seis hermanos niños que brincaban de un lado a otro, pasando de la imaginación a la realidad.
Estos niños detenían los juegos cuando se complicaban con un simple: “¡No valió!”, y arreglaban sus errores con un: “Empezamos otra vez”; sus discusiones las terminaban siempre con un: “¡Todo lo que digas será al revés!”.
Tener dinero para ellos significaba comer charritos con chile, chamoy o galletas, y cualquier desfile de hormigas era suficiente para mantenerlos ocupados por horas.
Los seis niños tenían formas de salvar a sus “amigos” con un grito: “... ¡Por mí y por todos mis compañeros...!”.
A cualquiera que tuviera más de 20 años le decían: “Ese señor” o “Esa señora”, y cuando querían presumir algo les salía el: “¿A que no haces esto?”...
Los baños bajo la lluvia eran lo máximo y nada les asustaba entonces, ni las enfermedades.
A pesar de que algún mayor les decía: “Te duermes, por favor”, preferían envolverse en la hamaca como si ésta fuera un refugio.
Los policías y los ladrones sólo existían en un juego: era divertido ser ladrón, pues nadie los castigaba por eso. Los globos de agua eran las armas perfectas y la única desilusión era que te eligieran de último para jugar.
Los hermanos mayores eran un tormento, sí, pero cómo protegían a los pequeños con fidelidad y fiereza. A esos seis hermanos niños no les faltaron las monedas del “ratón” por ¡un diente de leche!, y “guerra” significaba arrojar comida en el almuerzo o bolas de papel en la escuela.
Entre todos transformaban una bici, con sólo amarrar globos en los rayos para hacer ruido; y si faltaba el globo, un cartón o el sonido con la boca eran suficientes.
Saber la coreografía del personaje favorito y bailarla era lo máximo, pero sobre todo creerse Supermán y ponerse las faldas de mamá como capa, mientras subían a cualquier mueble para saltar y “volar” como él...
Todas estas cosas que parecen simples les hacían felices; no necesitaban nada más que juguetes, cualquier cosa podría ser, y hermanos o amigos para pasar el día.
Yo me acuerdo de todo eso, porque fui uno de esos seis niños.
A veces viene bien tener siempre en mente esos tiempos en que todo era distinto y reservar ese sitio en el que aún somos niños, pues eso nos hace relacionarnos de una forma más pura y honesta... Vale la pena intentarlo.
Remate
Para mí, como para muchos, la niñez fue la etapa más feliz. He visto cómo mis hijos se alegran con las cosas más triviales e insignificantes o cómo gozan jugando, mientras corren y gritan por la casa, y entonces he querido volver a ser niño. También he pensado, confieso que de manera pesimista, que en un futuro se convertirán en adultos y perderán mucho de esa inocencia, de esa candidez y del disfrute de las cosas triviales que da la vida. Por eso sólo quiero pensar en este momento mágico, en la dulzura que irradia su mirada de niños y confirmo lo que hoy e idealizado para seguir luchando: ¡Es maravilloso ser niño!— Mérida, Yucatán.
(Publicado en el Diario de Yucatán el 30 de abril de 2007)

Como una voz en el desierto

La violencia es hoy el primer problema social —y el principal de salud pública— que involucra a todos y afecta a la vida nacional tanto, que se habla de una “cultura de violencia” cuya cuna es el maltrato intrafamiliar.
En las verdaderas relaciones de pareja se permite el surgimiento del conflicto abierto, siempre que de manera civilizada, con el diálogo, se resuelvan las diferencias.
Es triste reconocer que la violencia conyugal sucede con mucho más frecuencia y es difícil verla, medirla y evidenciarla, pues ocurre en el ámbito de lo privado y no se reporta en toda su magnitud ante los organismos oficiales de apoyo a la familia o las autoridades judiciales. Además, por el lado de las víctimas, hay un gran porcentaje de mujeres que no denuncia.
Víctima y victimario son personas que se supone que se aman, o se amaban, pero, repetimos, los conflictos no son observables, no hay discusión abierta de ellos y por eso el poder controlador no encuentra límites, salvo los que ponga la “ética personal”. Recordemos que es en la intimidad donde se puede ser violento o amoroso.
Es cierto que la conciliación familiar no aparecerá como el resultado milagroso ante la magnitud de la violencia conyugal, pero las instituciones de gobierno enfocadas a proteger a la familia y la salud pública pueden contribuir con ello a las políticas públicas y a intervenir con la orientación y la protección de quienes enfrentan el maltrato.
Hay que recordar que en los casos de violencia la mujer no es la única receptora del maltrato, sino también los hijos.
La denuncia, pues, depende de la percepción cultural de que se trata de un delito, de la confianza en las instituciones para denunciar y, sobre todo, de la decisión de la víctima para hacerlo..., pero las mujeres callan, no se atreven a acusar y a señalar, ¿por qué?
Toda esta reflexión viene a propósito del comentario que el señor Gerardo Lira hizo el viernes pasado en “Voces del público”: “¿Para qué se hacen las campañas si el Ministerio Público necesita que las mujeres agredidas lleguen desangrándose a poner su denuncia para que se imparta justicia? Por eso muchas personas no denuncian, para qué, si no hay justicia en Yucatán, y me imagino que lo mismo pasa en todo México...”.
En el sistema de justicia mexicano, las modificaciones para “proteger” a los más indefensos que son violentados aún no entran en la cabeza de quienes son responsables de prevenir y proteger a las víctimas, pero sobre todo de castigar a los victimarios.
Con esta realidad en las narices, preguntamos: ¿Qué falta hacer? ¿Es suficiente dictaminar una ley, promulgarla y dejarla al “cumplimiento” en manos de quién sabe quien? ¿Cómo hacer que la autoridad entienda que su obligación es actuar en defensa del ciudadano?
Es una vergüenza escuchar respuestas como las recibidas por la prima del señor Lira, ante su decisión de denunciar un abuso. ¿Será que realmente nuestras leyes están hechas con malicia, para proteger al delincuente y aplastar a la víctima, como mucha gente dice?
La defensa del débil es una obligación inalienable que deben cumplir los verdaderos servidores públicos, pues el título “servidor” no se refiere a quien se sirve de otros, sino a aquel que sirve a todos.
Remate
En medio de tanta situación de violencia, de propuestas sin sentido, como el “aborto legal”, de crímenes perpetrados por el ser humano contra el ser humano, suena fresco, nuevo y renovador escuchar la voz de alguien a favor de la mujer cuando dice: “Soy un hombre y me duelen sus heridas; nunca olvido aquel consejo de mi padre: 'Pégale a la pared..., pero nunca a una mujer'” (Reyli). Ante la violencia de género, es quizás el mejor consejo que últimamente he escuchado.— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com
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(Publicado en el Diario de Yucatán el 23 de abril de 2007)

jueves, abril 12, 2007

Empieza por ser humano para discutir así

Cuando aún no termina el debate sobre la legalización del aborto en el Distrito Federal y la posibilidad de extender la legalidad de su práctica a todo el país, surge una nueva propuesta del PRD para permitir la muerte asistida en su modalidad de “eutanasia pasiva”.
En una entrevista con Carlos Loret de Mola, el senador del PRD y secretario de la Comisión de Salud en el Senado, Lázaro Mazón Alonso, anunció que presentará una iniciativa en el Senado de la República para despenalizar la eutanasia, aunque, dijo, “nada tiene que ver con administrar una inyección para acabar con el sufrimiento de algún paciente”.
Independientemente de la “bondad” de la propuesta, por tratarse de la “eutanasia pasiva”, se prevé la posibilidad de permitir que muera una persona, aunque existan los medios para evitarlo, previa autorización de los familiares y de un llamado “comité de bioética”.
Y el vaticinio del senador perredista va más allá: amén de ser éste “un buen momento para debatir el tema”, la iniciativa “se podría aprobar este mismo año”.
En el culmen del debate sobre el aborto se dice que la obligación del médico es suprimir la causa del dolor físico o aliviar sus efectos, dar consuelo moral y psicológico a quien sufre, y proteger la vida y curarla, mas no matar.
Esto pone de nuevo en la mesa de la discusión el asunto de si las personas estamos preparadas para hablar de estos asuntos, pues son temas que dividen: por un lado está el hecho de no permitir el nacimiento de una persona porque no se le desea y entonces se le impone la pena de morir, sin posibilidad de defenderse, y por el otro el de permitir la muerte de quien ya vivió, pero que no quiere sufrir ante una enfermedad que de forma irremediable y de todas maneras terminará con su vida.
¿Qué hacer? Es un hecho que la primera mención de ambos asuntos en reuniones familiares, de café, con amigos y conocidos enciende pasiones y divide, muchas veces de manera violenta, porque lo que se discute son posturas religiosas, moralistas y, en el colmo de los colmos, políticas.
¿No ha sido un claro y mejor ejemplo que para entender a los hombres y sus debilidades, en lugar de aniquilarlos, Dios prefirió hacerse hombre? La lección está ahí: urge ser humanos para entender al ser humano y conservarlo vivo en la Tierra; de otra manera y sin ser fatalista, nuestra extinción es casi inminente.
Ya alguien anunció antes que el PRD “discutiría” primero el aborto y que de inmediato propondría el tema de la eutanasia..., y su voz fue profética. Si la política, en algunos casos la religión en la que se cree y el ser humano ya se deshumanizaron, ¿a dónde nos dirigimos entonces?
Hay que volver a lo verdaderamente importante: es cierto, primero hay que amar a Dios sobre todas las cosas, pero también amar al ser humano para entenderlo y defenderlo.
Nos tenemos que humanizar para proponer lo mejor, a fin de crecer, no sufrir o, al menos, no discutir cosas que sólo ponen en duda nuestra permanencia en la Tierra. Y no es difícil lograrlo.
Remate
La diferencia entre “eutanasia activa” y “eutanasia pasiva” equivale a la diferencia entre matar y dejar morir. Para mí matar o dejar morir suenan igual: son un crimen. Yo aún creo en el ser humano, en su capacidad de sobrevivir y de amar.— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com
http://angelaldazg.blogspot.com/
(Publicado en el Diario de Yucatán el viernes 13 de abril de 2007)

martes, marzo 27, 2007

Se olvidaron del ser humano al discutir

Datos del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática destacan que desde 1994 se registran al año entre 87 y 110 muertes por aborto en México, y las cifras no han cambiado mucho hoy, aunque el tema es muy controvertido.
La fuerte discusión sobre el aborto no sólo ha dividido al mundo, pues se defienden posturas en todo sentido extremas y opuestas, sino que ha hecho que todos se olviden de plantear propuestas de solución para proteger a las mujeres embarazadas que sufren y sobre todo para prevenir que se llegue a una decisión tan grave, como la de matar a un bebé.
Esta controversia sobre el aborto se demostró a fines de 1999 cuando el periodista Matt Drudge se enfrentó a la cadena Fox. Drudge, convencido defensor del derecho a la vida, decidió abrir su programa de noticias con una espectacular fotografía —hoy conocida en todo el mundo— que muestra la mano de un bebé de 21 semanas de gestación, operado de espina bífida en el útero de su madre, tomando el dedo del cirujano que lo interviene.
Los directivos de la Fox le prohibieron tajantemente que exhibiera la foto, pues se prestaba a “confusión” porque Drudge pensaba “hacer un uso indebido al presentarla como testimonio a favor de la vida y contra el aborto”.
Drudge abandonó el estudio enfurecido, no hizo el programa y acusó a los directivos de censura: “Yo expliqué que dejaría en claro de qué se trataba, pero que quería usar la foto como respaldo para demostrar cuánto está desarrollado un feto de 21 semanas. Si hubiera mostrado la foto de un huevo con el pollo asomando una pata no me hubieran hecho ninguna crítica, pero el problema es que se trata de un ser humano”.
Y es precisamente el factor humano el que más se deja de lado en un debate que parece convertirse cada vez más en un conflicto ideológico, que en una solución real a un grave problema.Todo lo que asocia este tema con lo humano se volatiliza ante el uso de eufemismos: a un aborto se le llama “interrupción voluntaria del embarazo”, a un niño por nacer se le denomina “producto de la concepción” y a lo que es una campaña para promover el aborto se le llama “campaña de salud reproductiva”.
Es en medio de un escenario complicado y de lucha donde aparece delicada y poderosa la importancia, la belleza y la fuerza del testimonio de los sobrevivientes del aborto. Siendo una cantidad ínfima respecto de los millones de abortados por año, su existencia raya en lo milagroso; sin embargo, son suficientes para convertirse en un “batallón” eficaz, cuya presencia es un alegato a favor del derecho a la vida del no-nacido: sus vidas están cargadas de episodios sorprendentes que transmiten un mensaje claro y conmovedor, lleno de respuestas a muchas interrogantes sobre la vida y su sentido.
Y es que en este debate se involucran aspectos tan personales e intimos como las creencias religiosas y la educación, y factores que rodean a las mujeres, como la pobreza, las circunstancias y la sociedad. Pero no hay que olvidar que antes de ver todos estos elementos, hay que considerar el aspecto humano de quien sufre o ha sufrido por una desatención del Estado, pero principalmente de la familia.
¿Que la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo? Por supuesto, pero en un aborto no decide sólo sobre sí misma, sino sobre el cuerpo de un ser que no es ella, aunque esté temporalmente en ella. Además, el sentido común y la ciencia reconocen que durante la gestación hay dos vidas y dos cuerpos..., y eso debería terminar la discusión.
El hecho de un aborto implica acabar con la vida de una persona y destrozar moral y humanamente a otra. Quizás sería mejor estudiar y entender toda la problemática que rodea esta decisión, para trabajar en la protección de la mujer y del niño. Esa debe ser la primera tarea legislativa, antes de llegar al extremo de legalizar algo que de antemano sabemos que es un crimen.
El testimonio de Sheila Lynn, quien se practicó un aborto, nos da una idea de la dimensión del problema y sus consecuencias: “El aborto no sólo mata al niño, sino también al espíritu humano. Los padres también son víctimas. Intenté quitarme la vida por la culpa y el remordimiento..., sentía que era una tumba que caminaba”.
Remate
Semana 12: ya es posible oír el latido del corazón del bebé con un “Doppler”; tiene orejas, mentón y párpados; sus huesos son más duros y los músculos se hacen fuertes, su piel tiene vello. Sus órganos genitales están formados y los sistemas principales del cuerpo y órganos, como estómago, hígado, pulmones, páncreas e intestinos, están formados y en su sitio. Lo más hermoso es que ¡se mueve en el vientre materno! ¿Y pretenden que creamos que no es un ser humano?— Mérida, Yucatán.

domingo, marzo 25, 2007

Inmigrantes, un tema que aún causa escozor

“Usted tiene parientes que trabajan en Estados Unidos, ¿qué ha aprendido de ellos? ¿Quieren convertirse en ciudadanos? ¿Están ahí legalmente?”, preguntó al presidente Calderón el reportero de un periódico norteamericano de extrema derecha, cuando estaba a punto de terminar la conferencia de prensa de la reunión bilateral México-Estados Unidos.
Las carcajadas estallaron como celebración ante la aparentemente inocente, pero “divertida” forma de poner en aprietos al Presidente, quien respondió: “Es gente que cosecha las verduras que usted se come, gente que sirve los platos en los restaurantes con los alimentos que usted consume, gente que contribuye a la prosperidad de Estados Unidos”.
El tema de los inmigrantes era inevitable en la agenda de este encuentro, a pesar de que sabemos que seguirá siendo un asunto cuya solución siempre causará escozor al país vecino, por lo cual difícilmente se resolverá pronto.
Escuchar de voz de nuestro Presidente que en cuanto a sus parientes en Estados Unidos “ojalá un día los pueda ver... y saludarlos y abrazarlos”, me lleva a pensar en todas aquellas familias que en nuestro Estado sufren —como él— la separación a causa de este fenómeno.
En poblaciones como Peto, Tunkás, Cenotillo, entre otras, la emigración es un fenómeno que seduce, en especial a los jóvenes, y poco a poco alcanza altos índices la desintegración familiar en Yucatán.
Aunque la emigración tiene un lado positivo por las remesas que llegan de los Estados Unidos y el progreso económico de las familias de quienes van al otro lado, también tiene un lado negativo: a los estudiantes con familiares emigrantes ya no les importa seguir sus estudios y terminarlos, pues tienen en cuenta que no lo necesitan para alcanzar el “sueño americano”; además, las poblaciones se convierten en lugares habitados sólo por mujeres, niños y ancianos.
Y es que el asunto no es nada simple, pues muchas veces las mujeres que se quedan solas no pueden con la crianza de sus hijos y al final éstos terminan involucrados en drogas o alcoholismo.
Sabemos que la reclamación principal de los inmigrantes en Estados Unidos es que “las autoridades no han sido capaces de satisfacer las necesidades de los yucatecos y que la pobreza sigue siendo uno de los grandes pendientes en el Estado” (D. de Y., 21-01-2007); es un problema en todo el país, es cierto, pero ¿por qué nuestros gobiernos estatal y municipal no han puesto soluciones particulares? Éste es un tema que debe estar en las propuestas de los candidatos; hasta hoy uno repite las promesas de campaña del presidente Calderón, otra dice que hay que escuchar al estado que habla y otros están más preocupados por los reflectores y por dar la nota. La pobreza habla y hay que combatirla.
Prometer algo que es una obligación del gobierno no es honesto. Luchar por erradicar los problemas particulares de nuestro Estado es una obligación, una necesidad que un buen gobierno no puede olvidar nunca.
Remate
¿Quiénes son y qué buscan los “globalifóbicos”? Al parecer luchan por causas justas, pero me enfurece que no respeten nada, en esta ocasión nuestra ciudad. Luego del zafarrancho-protesta en la Plaza Grande, los daños ocasionados al Palacio Municipal y a la base del monumento a Justo Sierra son incalculables no por el valor económico, sino por lo que representan. De los detenidos quedan 24 personas, cuatro de ellas menores de edad (tres de 17 años y una de 16, de las cuales dos son mujeres). Quienes protestan son incongruentes, pues hacen exactamente, y peor, lo que tanto critican. La congruencia es un tema del que vale la pena discutir siempre.— Mérida, Yucatán.

jueves, marzo 15, 2007

Pornografía, un mal que nos destroza

De acuerdo con un informe del “National Research Council” de Canadá, la pornografía en internet genera aproximadamente 50,000 millones de dólares al año, con una tremenda proyección de crecimiento, “salvo que hubiera algún cambio imprevisto”. La pornografía destroza a la sociedad, es un problema de salud y económico.
Este “negocio” no sólo genera más de 80,000 millones de dólares al año, sino que está vinculado con el crimen organizado: los proveedores cosechan vastas ganancias a través de la venta de libros y revistas para adultos, películas y, en algunos países, actos vivos en lugares y teatros especiales.
Antes, se trataba de mujeres con poca ropa en poses seductoras presentadas en algunas revistas; sin embargo, hoy se ha convertido en material que va más allá de lo sexualmente explícito, pues involucra a niños y a niñas.
La novedad es que ahora se incluye a personas conocidas, cercanas, en actos sexuales grabados y distribuidos por internet, discos, teléfonos celulares, etcétera, y lo más grave es que está al alcance, incluso, de menores de edad.
En el caso de la comercialización, se sabe que su éxito se debe a que hay quien lo compra.Hay estadísticas que sugieren que la pornografía tiene consecuencias sociales profundas. Por ejemplo, de los 1,400 casos de acoso sexual infantil en Louisville, Kentucky, entre julio de 1980 y febrero de 1984, la pornografía adulta estaba relacionada con cada incidente y la infantil con la mayoría.
Y vea usted esto: ¡el consumo de pornografía es una de las características de perfil más común de asesinos en serie y violadores! Y a pesar de estos datos, la gente pretende “ignorar” su impacto y se muestra indiferente ante la necesidad de combatir esta amenaza.
Preocupa ver cómo prolifera con total libertad la pornografía en todas sus presentaciones en las calles del centro de nuestra ciudad de Mérida y en algunas colonias populares. Muchos lugares están ubicados, todos los conocen, aunque al parecer las autoridades no. Lo grave es que los adolescentes de 12 a 17 años son los más grandes consumidores de estos “productos”.
Si ya de por sí tenemos que vivir con este problema porque nadie hace nada para combatirlo, lo más conveniente sería para los padres estar cerca de sus hijos, caminar a su lado —no detrás ni adelante—, interesarse en ellos, darles la oportunidad de aprender de cualquier tema a partir de la mejor fuente, la más confiable: sus propios padres. Vale la pena por ellos, por nuestro propio bien.
Remate
El Día Internacional de la Mujer nos recuerda el esfuerzo de mujeres de todo el mundo para lograr la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo. Sin embargo, vale la pena recordar sobre todo a aquellas que han construido la libertad a través de vejaciones, golpes e incluso la muerte a manos de “hombres”. Este día nos recuerda que existen, porque en nuestra torpeza machista hemos olvidado que ellas son la causa de que la humanidad no desaparezca. Todos los días debemos tomarlas en cuenta, pues son ejemplo de fortaleza, amor, congruencia, tenacidad y son las más cercanas a Dios, algo que a muchos nos falta. Lo he dicho: de mujeres he aprendido mucho y agradezco a quienes están muy ligadas a mí. Ellas mantienen firmes mis convicciones de luchar por un mundo mejor.— Mérida, Yucatán.