martes, junio 24, 2008

El matrimonio, ¿un negocio más?

Las estadísticas de familias se paradas debido a que los padres deciden terminar el contrato le gal del matrimonio son alarman tes y van en aumento.
¿Alguna vez te has preguntado por qué muchos llegan ilusionados al matrimonio y luego terminan odiándose a un grado tal, que de ciden romper de manera egoísta y muchas veces también violenta con todo, olvidándose de los hijos?
No tengo dudas de que la falta de diálogo es un detonador muy importante, pero también el ol vido de la sinceridad, la sencillez y el detalle con la pareja.
Lo curioso es que olvidamos que tal relación inició con una mirada coqueta, un apretón cariñoso de manos o un beso robado. Si así fue, ¿por qué no volver en el tiempo y retomar en el presente lo que en el pasado disfrutamos?
Un consejo que recibo de mis padres y de mucha gente con mu cho camino andado en la vida es que cuando me sienta caer, sufra o sienta que me ahogo porque los problemas me rebasaron, “simple mente vuelve y ve en tu interior, ahí donde están los recuerdos hermo sos: llénate ellos, disfrútalos de nue vo y luego regresa; volverás a ca minar”. ¡Y funciona!

Remate
Cierto, las cifras de divorcios son alarmantes; hoy el matrimonio se ha vuelto un asunto comercial, de “contratos” que se rompen con fa cilidad; separarse es una decisión difícil, es un paso que duele, y a veces irremediable, pero siempre hay que agotar todo a fin de sal varlo. Por nosotros y, sobre todo, por los hijos— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com
http://angelaldazg.blogspot.com/

El poder de los niños en acción

Lo platicamos a cada rato, cuando nos reunimos los amigos a comer al mediodía: los niños de hoy no son como los de ayer (o sea, como nosotros fuimos).
  • “Si haces la tarea, te portas bien y obedeces te compro un juguete...”. “No vale, me estás pidiendo tres cosas... (y tú sólo me das una a cambio, agrego)”.
  • “Si haces lo que te digo te daré la película que te compré...”. “Aún no tengo ganas de que me lo des..., aún no me gusta lo que compraste”.
  • “Debes hacer esto o aquello...”. “Pero ¿por que lo debo hacer?”. “¡Porque lo digo yo!”. “Está bien, pero dime por qué lo debo hacer...”.
Es una maravilla que los niños nos recuerden el camino de la reflexión y el diálogo que olvidamos ya los adultos.
Que los pequeños modernos no son como los que fuimos es un hecho irrefutable; por eso los papás debemos renovarnos para entenderlos mejor, para darles tiempo de calidad, de certeza y seguridad, sobre todo, para entregarles mucho tiempo de constante cariño y apapacho, pues al final eso nos devolverán con el tiempo.
Vale la pena aprender de los niños: la mejor escuela para padres está en la casa, con los hijos, esos pedacitos de corazón que a diario nos enseñan que la vida es hermosa y que no debemos olvidar que hay gente que nos ama.

Remate
Me confieso contigo, amable lector: para mí la mejor frase me la dijo hoy mi hijo: “Cuando seas viejito, seguirás siendo mi papá”... Escuchar esto ha sido lo mejor.— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com
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