“Usted tiene parientes que trabajan en Estados Unidos, ¿qué ha aprendido de ellos? ¿Quieren convertirse en ciudadanos? ¿Están ahí legalmente?”, preguntó al presidente Calderón el reportero de un periódico norteamericano de extrema derecha, cuando estaba a punto de terminar la conferencia de prensa de la reunión bilateral México-Estados Unidos.
Las carcajadas estallaron como celebración ante la aparentemente inocente, pero “divertida” forma de poner en aprietos al Presidente, quien respondió: “Es gente que cosecha las verduras que usted se come, gente que sirve los platos en los restaurantes con los alimentos que usted consume, gente que contribuye a la prosperidad de Estados Unidos”.
El tema de los inmigrantes era inevitable en la agenda de este encuentro, a pesar de que sabemos que seguirá siendo un asunto cuya solución siempre causará escozor al país vecino, por lo cual difícilmente se resolverá pronto.
Escuchar de voz de nuestro Presidente que en cuanto a sus parientes en Estados Unidos “ojalá un día los pueda ver... y saludarlos y abrazarlos”, me lleva a pensar en todas aquellas familias que en nuestro Estado sufren —como él— la separación a causa de este fenómeno.
En poblaciones como Peto, Tunkás, Cenotillo, entre otras, la emigración es un fenómeno que seduce, en especial a los jóvenes, y poco a poco alcanza altos índices la desintegración familiar en Yucatán.
Aunque la emigración tiene un lado positivo por las remesas que llegan de los Estados Unidos y el progreso económico de las familias de quienes van al otro lado, también tiene un lado negativo: a los estudiantes con familiares emigrantes ya no les importa seguir sus estudios y terminarlos, pues tienen en cuenta que no lo necesitan para alcanzar el “sueño americano”; además, las poblaciones se convierten en lugares habitados sólo por mujeres, niños y ancianos.
Y es que el asunto no es nada simple, pues muchas veces las mujeres que se quedan solas no pueden con la crianza de sus hijos y al final éstos terminan involucrados en drogas o alcoholismo.
Sabemos que la reclamación principal de los inmigrantes en Estados Unidos es que “las autoridades no han sido capaces de satisfacer las necesidades de los yucatecos y que la pobreza sigue siendo uno de los grandes pendientes en el Estado” (D. de Y., 21-01-2007); es un problema en todo el país, es cierto, pero ¿por qué nuestros gobiernos estatal y municipal no han puesto soluciones particulares? Éste es un tema que debe estar en las propuestas de los candidatos; hasta hoy uno repite las promesas de campaña del presidente Calderón, otra dice que hay que escuchar al estado que habla y otros están más preocupados por los reflectores y por dar la nota. La pobreza habla y hay que combatirla.
Prometer algo que es una obligación del gobierno no es honesto. Luchar por erradicar los problemas particulares de nuestro Estado es una obligación, una necesidad que un buen gobierno no puede olvidar nunca.
Remate
¿Quiénes son y qué buscan los “globalifóbicos”? Al parecer luchan por causas justas, pero me enfurece que no respeten nada, en esta ocasión nuestra ciudad. Luego del zafarrancho-protesta en la Plaza Grande, los daños ocasionados al Palacio Municipal y a la base del monumento a Justo Sierra son incalculables no por el valor económico, sino por lo que representan. De los detenidos quedan 24 personas, cuatro de ellas menores de edad (tres de 17 años y una de 16, de las cuales dos son mujeres). Quienes protestan son incongruentes, pues hacen exactamente, y peor, lo que tanto critican. La congruencia es un tema del que vale la pena discutir siempre.— Mérida, Yucatán.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario