Las quejas que por problemas de tránsito en el centro de nuestra ciudad de Mérida se oyen entre la gente no son para menos.
Exceso de vehículos en el Centro Histórico, “paraderos” —que aún no se entiende si son zonas de ascenso y descenso, o qué— y peatones mal educados que caminan en las aceras como si estuvieran aislados de todo el mundo, incluso transitando sobre el arroyo, complementan los problemas de una ciudad cuyo trazo urbano se inició en 1542 y aún continúa ajustado para una época que no es la nuestra.
Caminar por las aceras, sobre todo del Centro Histórico, es toda una aventura, pues uno se puede encontrar con todo tipo de gente: aquellos que van ágilmente y de pronto se detienen a media acera para admirar —o sólo para ver— algo que les llama la atención en alguna vitrina o escaparate, quienes caminan lento y en zigzag, como pretendiendo que el que va detrás de ellos no los rebase, a menos que éste descienda a la calle con el riesgo de ser atropellado por algún conductor grosero que piensa que la ciudad, que las calles sólo le pertenecen a él.
Pero también encontramos a personas que avanzan como quizás lo hacen en la vida: sin precaución, empujando y golpeando a los demás, tirando basura, dando la vuelta de manera intempestiva o hablando por teléfono en voz tan alta, que uno se entera de todos sus problemas.
Un ejemplo claro de la nula colaboración de todos es el uso que la gente hace de los semáforos peatonales, más bien del no uso de estos aparatos que tanto nos costó y nos cuesta a los ciudadanos. ¿Ha visto usted cómo a pesar del riesgo que representa cruzar debido a los “bólidos” que circulan en el centro la gente pasa de una acera a otra sin ninguna precaución, aun a pesar de que los mentados señalamientos peatonales les indiquen que no deben hacerlo?
Bueno, ya ni los policías de azul, quienes “vigilan ” en los cruceros la seguridad de todos... ni siquiera ellos multan a los peatones por la infracción cometida y, el colmo, no les llaman la atención y aun dicen que no lo hacen porque los llamados “ciudadanos de a pie” se molestan y los insultan, y algunos hasta los agreden. No lo entiendo, ¿no que ellos son la autoridad?
En fin que nuestra ciudad se muestra hoy como una muy especial. Todos se quejan de que hay problemas de tránsito, pero de manera increíble nadie pone su granito de arena para que las cosas mejoren. Así somos de “folclóricos” los yucatecos para quejarnos de todo, pero igual lo somos de irresponsables a la hora de colaborar.
Remate
Nada nos cuesta empezar a actuar por el bien de todos. Es cierto, las cosas no están del todo bien, pero hemos de aceptar que mucha culpa de esto la tenemos todos, pues el sentido de colaboración mutua, la empatía y la tolerancia ya no son cualidades fuertes de los yucatecos, eso ya está demostrado. Además, es claro que cuando todos cooperan en cualquier encomienda las cosas no sólo salen bien, sino que se obtienen beneficios adicionales. Y respecto a los semáforos peatonales, un amigo me insistía en que la mejor idea para enseñar a la gente a cruzar las calles es contratar mimos que les muestren cómo hacerlo de acuerdo con el semáforo peatonal, me parece una aportación excelente; si a los policías no se les hace caso, al menos a un actor quizás sí lo atiendan, aunque sea para no ser ridiculizados. Es cuestión de pensar en el bien común; después de todo, de nosotros depende crecer... y vale la pena empezar. ¡Ah!, y esto también va, sobre todo, para nuestras autoridades.— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com http://angelaldazg.blogspot.com/
Exceso de vehículos en el Centro Histórico, “paraderos” —que aún no se entiende si son zonas de ascenso y descenso, o qué— y peatones mal educados que caminan en las aceras como si estuvieran aislados de todo el mundo, incluso transitando sobre el arroyo, complementan los problemas de una ciudad cuyo trazo urbano se inició en 1542 y aún continúa ajustado para una época que no es la nuestra.
Caminar por las aceras, sobre todo del Centro Histórico, es toda una aventura, pues uno se puede encontrar con todo tipo de gente: aquellos que van ágilmente y de pronto se detienen a media acera para admirar —o sólo para ver— algo que les llama la atención en alguna vitrina o escaparate, quienes caminan lento y en zigzag, como pretendiendo que el que va detrás de ellos no los rebase, a menos que éste descienda a la calle con el riesgo de ser atropellado por algún conductor grosero que piensa que la ciudad, que las calles sólo le pertenecen a él.
Pero también encontramos a personas que avanzan como quizás lo hacen en la vida: sin precaución, empujando y golpeando a los demás, tirando basura, dando la vuelta de manera intempestiva o hablando por teléfono en voz tan alta, que uno se entera de todos sus problemas.
Un ejemplo claro de la nula colaboración de todos es el uso que la gente hace de los semáforos peatonales, más bien del no uso de estos aparatos que tanto nos costó y nos cuesta a los ciudadanos. ¿Ha visto usted cómo a pesar del riesgo que representa cruzar debido a los “bólidos” que circulan en el centro la gente pasa de una acera a otra sin ninguna precaución, aun a pesar de que los mentados señalamientos peatonales les indiquen que no deben hacerlo?
Bueno, ya ni los policías de azul, quienes “vigilan ” en los cruceros la seguridad de todos... ni siquiera ellos multan a los peatones por la infracción cometida y, el colmo, no les llaman la atención y aun dicen que no lo hacen porque los llamados “ciudadanos de a pie” se molestan y los insultan, y algunos hasta los agreden. No lo entiendo, ¿no que ellos son la autoridad?
En fin que nuestra ciudad se muestra hoy como una muy especial. Todos se quejan de que hay problemas de tránsito, pero de manera increíble nadie pone su granito de arena para que las cosas mejoren. Así somos de “folclóricos” los yucatecos para quejarnos de todo, pero igual lo somos de irresponsables a la hora de colaborar.
Remate
Nada nos cuesta empezar a actuar por el bien de todos. Es cierto, las cosas no están del todo bien, pero hemos de aceptar que mucha culpa de esto la tenemos todos, pues el sentido de colaboración mutua, la empatía y la tolerancia ya no son cualidades fuertes de los yucatecos, eso ya está demostrado. Además, es claro que cuando todos cooperan en cualquier encomienda las cosas no sólo salen bien, sino que se obtienen beneficios adicionales. Y respecto a los semáforos peatonales, un amigo me insistía en que la mejor idea para enseñar a la gente a cruzar las calles es contratar mimos que les muestren cómo hacerlo de acuerdo con el semáforo peatonal, me parece una aportación excelente; si a los policías no se les hace caso, al menos a un actor quizás sí lo atiendan, aunque sea para no ser ridiculizados. Es cuestión de pensar en el bien común; después de todo, de nosotros depende crecer... y vale la pena empezar. ¡Ah!, y esto también va, sobre todo, para nuestras autoridades.— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com http://angelaldazg.blogspot.com/
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