Ramiro tiene 24 años de edad. Por la confianza, me cuenta emocionado algo de su vida: “En este mundo material, tus supuestos amigos no te ayudan, sino que ven a la drogadicción y la depresión como un tabú, simplemente te dan la espalda, te dejan solo. A mis 17 años tenía toda la libertad que un muchacho quisiera: salía, iba a fiestas, tenía chicas y bueno, lo tenía casi todo. Pero llegó la droga y sin darme cuenta se apoderó de mí. “Como la mayoría de mis 'amigos', de repente me vi fumando mariguana y pronto sumergido en el profundo abismo de la droga. Consumí de muchos tipos: heroína, 'crack', éxtasis y cocaína.
“Es sorprendente la inconsciencia que la droga te puede producir. Mi aspecto cambió, mi mente también, ya no tenía sueños ni ilusiones. Mis aspiraciones desaparecieron, sólo quería estar drogado o morir... Te confieso que pensé en el suicidio”.
(La tristeza de Ramiro tenía que ver con la depresión a la que la drogadicción le estaba llevando. Las depresiones causadas por la droga son constantes y tan fuertes, que muchas veces se llega al suicidio por ellas. Pero no es sólo la tristeza o el desánimo, sino que es una enfermedad que progresa, afectando pensamientos, sentimientos y salud física. No es culpa de quien la padece; tampoco es una debilidad de la personalidad).
“Un día llegué a mi casa —continúa— y me sentía tan mal, que decidí confesar mis problemas a mi padre y solicitar su ayuda..., le dije que ya no quería vivir, que ya no me sentía necesario para nadie, ni para mí mismo. Llorando, mi papá me abrazó y dijo: '¡Hijo, yo sí te necesito!'.
“Papá y mamá decidieron luchar conmigo para superar este problema. Los primeros días sin drogas fueron muy duros. Gracias a mi padre superé esto, sobre todo la depresión con la que vivía. Me di cuenta de que hay personas que me aman y me apoyan; lo más importante es que entendí que mi padre me necesita junto a él.
“Hoy vivo feliz. Estoy terminando mi carrera y pronto entraré a trabajar en un buen negocio, gracias a unos amigos que me están echando la mano... ¿Y sabes qué me anima siempre? Las palabras de mi papá que todavía escucho: 'Yo sí te necesito'”.
Esta historia me impactó mucho. Habla de temas difíciles que, con tal de no complicarnos la vida, preferimos evadir: las drogas, la depresión y la paternidad.
Después de escuchar a Ramiro pensé en cuántas veces las personas se ven involucradas en problemas graves, porque se sienten poco motivadas, solas y sin importancia. El asunto es que necesitar a alguien es un buen punto de partida para sacarlo de cualquier bronca depresiva en la que esté.
Aprendí que ser importante tan siquiera para una persona es suficiente para motivarnos a superar cualquier obstáculo. Esto nos debe mover a contribuir con la parte que nos corresponde ante los más cercanos en nuestra vida para decirles siempre: “Yo sí te necesito”.
Remate
Actualmente Ramiro trata de evitar a toda costa que otros jóvenes pasen por el suplicio que él sufrió. Dice que siente esa necesidad de alertar a otros, “como una especie de pago en agradecimiento por la oportunidad que yo sí tuve”. Mucha gente camina con desgano, sin rumbo ni visión; sin embargo, sus vidas son muy valiosas, sólo que necesitan aliento y fuerza para salir adelante. Una vida puede ser completamente rescatada de cualquier problema siempre que tenga muy cerca el apoyo y el mejor está en la familia. Es momento de darle a ella el lugar que le corresponde.— Mérida, Yucatán.
“Es sorprendente la inconsciencia que la droga te puede producir. Mi aspecto cambió, mi mente también, ya no tenía sueños ni ilusiones. Mis aspiraciones desaparecieron, sólo quería estar drogado o morir... Te confieso que pensé en el suicidio”.
(La tristeza de Ramiro tenía que ver con la depresión a la que la drogadicción le estaba llevando. Las depresiones causadas por la droga son constantes y tan fuertes, que muchas veces se llega al suicidio por ellas. Pero no es sólo la tristeza o el desánimo, sino que es una enfermedad que progresa, afectando pensamientos, sentimientos y salud física. No es culpa de quien la padece; tampoco es una debilidad de la personalidad).
“Un día llegué a mi casa —continúa— y me sentía tan mal, que decidí confesar mis problemas a mi padre y solicitar su ayuda..., le dije que ya no quería vivir, que ya no me sentía necesario para nadie, ni para mí mismo. Llorando, mi papá me abrazó y dijo: '¡Hijo, yo sí te necesito!'.
“Papá y mamá decidieron luchar conmigo para superar este problema. Los primeros días sin drogas fueron muy duros. Gracias a mi padre superé esto, sobre todo la depresión con la que vivía. Me di cuenta de que hay personas que me aman y me apoyan; lo más importante es que entendí que mi padre me necesita junto a él.
“Hoy vivo feliz. Estoy terminando mi carrera y pronto entraré a trabajar en un buen negocio, gracias a unos amigos que me están echando la mano... ¿Y sabes qué me anima siempre? Las palabras de mi papá que todavía escucho: 'Yo sí te necesito'”.
Esta historia me impactó mucho. Habla de temas difíciles que, con tal de no complicarnos la vida, preferimos evadir: las drogas, la depresión y la paternidad.
Después de escuchar a Ramiro pensé en cuántas veces las personas se ven involucradas en problemas graves, porque se sienten poco motivadas, solas y sin importancia. El asunto es que necesitar a alguien es un buen punto de partida para sacarlo de cualquier bronca depresiva en la que esté.
Aprendí que ser importante tan siquiera para una persona es suficiente para motivarnos a superar cualquier obstáculo. Esto nos debe mover a contribuir con la parte que nos corresponde ante los más cercanos en nuestra vida para decirles siempre: “Yo sí te necesito”.
Remate
Actualmente Ramiro trata de evitar a toda costa que otros jóvenes pasen por el suplicio que él sufrió. Dice que siente esa necesidad de alertar a otros, “como una especie de pago en agradecimiento por la oportunidad que yo sí tuve”. Mucha gente camina con desgano, sin rumbo ni visión; sin embargo, sus vidas son muy valiosas, sólo que necesitan aliento y fuerza para salir adelante. Una vida puede ser completamente rescatada de cualquier problema siempre que tenga muy cerca el apoyo y el mejor está en la familia. Es momento de darle a ella el lugar que le corresponde.— Mérida, Yucatán.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario