miércoles, octubre 18, 2006

¿Sabes, Ramiro? "Yo sí te necesito"

Ramiro tiene 24 años de edad. Por la confianza, me cuenta emocionado algo de su vida: “En este mundo material, tus supuestos amigos no te ayudan, sino que ven a la drogadicción y la depresión como un tabú, simplemente te dan la espalda, te dejan solo. A mis 17 años tenía toda la libertad que un muchacho quisiera: salía, iba a fiestas, tenía chicas y bueno, lo tenía casi todo. Pero llegó la droga y sin darme cuenta se apoderó de mí. “Como la mayoría de mis 'amigos', de repente me vi fumando mariguana y pronto sumergido en el profundo abismo de la droga. Consumí de muchos tipos: heroína, 'crack', éxtasis y cocaína.
“Es sorprendente la inconsciencia que la droga te puede producir. Mi aspecto cambió, mi mente también, ya no tenía sueños ni ilusiones. Mis aspiraciones desaparecieron, sólo quería estar drogado o morir... Te confieso que pensé en el suicidio”.
(La tristeza de Ramiro tenía que ver con la depresión a la que la drogadicción le estaba llevando. Las depresiones causadas por la droga son constantes y tan fuertes, que muchas veces se llega al suicidio por ellas. Pero no es sólo la tristeza o el desánimo, sino que es una enfermedad que progresa, afectando pensamientos, sentimientos y salud física. No es culpa de quien la padece; tampoco es una debilidad de la personalidad).
“Un día llegué a mi casa —continúa— y me sentía tan mal, que decidí confesar mis problemas a mi padre y solicitar su ayuda..., le dije que ya no quería vivir, que ya no me sentía necesario para nadie, ni para mí mismo. Llorando, mi papá me abrazó y dijo: '¡Hijo, yo sí te necesito!'.
“Papá y mamá decidieron luchar conmigo para superar este problema. Los primeros días sin drogas fueron muy duros. Gracias a mi padre superé esto, sobre todo la depresión con la que vivía. Me di cuenta de que hay personas que me aman y me apoyan; lo más importante es que entendí que mi padre me necesita junto a él.
“Hoy vivo feliz. Estoy terminando mi carrera y pronto entraré a trabajar en un buen negocio, gracias a unos amigos que me están echando la mano... ¿Y sabes qué me anima siempre? Las palabras de mi papá que todavía escucho: 'Yo sí te necesito'”.
Esta historia me impactó mucho. Habla de temas difíciles que, con tal de no complicarnos la vida, preferimos evadir: las drogas, la depresión y la paternidad.
Después de escuchar a Ramiro pensé en cuántas veces las personas se ven involucradas en problemas graves, porque se sienten poco motivadas, solas y sin importancia. El asunto es que necesitar a alguien es un buen punto de partida para sacarlo de cualquier bronca depresiva en la que esté.
Aprendí que ser importante tan siquiera para una persona es suficiente para motivarnos a superar cualquier obstáculo. Esto nos debe mover a contribuir con la parte que nos corresponde ante los más cercanos en nuestra vida para decirles siempre: “Yo sí te necesito”.
Remate
Actualmente Ramiro trata de evitar a toda costa que otros jóvenes pasen por el suplicio que él sufrió. Dice que siente esa necesidad de alertar a otros, “como una especie de pago en agradecimiento por la oportunidad que yo sí tuve”. Mucha gente camina con desgano, sin rumbo ni visión; sin embargo, sus vidas son muy valiosas, sólo que necesitan aliento y fuerza para salir adelante. Una vida puede ser completamente rescatada de cualquier problema siempre que tenga muy cerca el apoyo y el mejor está en la familia. Es momento de darle a ella el lugar que le corresponde.— Mérida, Yucatán.

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