La realidad nos muestra que lo que pensábamos que no sucedía ni sucedería en nuestra casa común ha pasado: la violencia se dejó ver con toda su crudeza.
El terror que hoy sienten los yucatecos no es para menos: Yucatán rápidamente ocupó un triste “buen lugar” entre los estados violentos, pues por primera vez la delincuencia presentó de golpe y porrazo 12 ejecuciones sangrientas en la “modalidad” de decapitados.
Lo cierto es que la presencia del narcotráfico no es nueva, el incremento en el consumo de drogas ha sido alarmante en los últimos años; lo novedoso es que la lucha se ha intensificando y su parte más visible es la aparición de personas ejecutadas y decapitadas desde el año pasado.
La mayor preocupación de muchos yucatecos hoy es que por las medidas que las autoridades tomen para combatir a la delincuencia sean ellas mismas —las autoridades— las que generen inquietud, injusticias y rompan la relativa y poca tranquilidad que aún nos queda.
Los retenes siguen siendo una medida que hemos de reconocer ha frenado el avance de la delincuencia en general y los accidentes se han visto reducidos en zonas donde antes era muy frecuentes que sucedieran.
Sin embargo, hemos de decir que no en todas partes resultan tan efectivos estos puestos de revisión y control, porque en algunos puntos se pueden ver a los agentes encargados de la vigilancia platicando, “mensajeándose” con alguien por el celular o haciendo llamadas telefónicas o, peor, durmiendo.
Por ese tipo de situaciones queda el mal sabor de boca en los ciudadanos, pues se piensa entonces que tales retenes sólo sirven para molestar, extorsionar o simplemente preocupar a la ciudadanía.
Además, hay que recordar que el crimen organizado —es un hecho— rebasa en todo a las autoridades, digan lo que digan, y si no están realmente vigilantes y atentas, la tragedia les puede sobrevenir en cualquier momento.
En ese sentido debemos, también todos, pensar en el granito de arena que nos toca poner para prevenir precisamente que la inseguridad y la angustia nos alcancen e impidan que nuestra vida y nuestras actividades cotidianas continúen.
Ahora entra en la polémica el asunto de los vehículos que circulan con los cristales polarizados a los que la autoridad gubernamental —a través de la Secretaría de Seguridad Pública— pide que se les retire la película de doble capa, a fin de evitar que se aplique la multa correspondiente y/o el traslado del vehículo al corralón. Una persona me preguntaba por ahí quién le devolvería los 800 pesos que había gastado cuando instaló el polarizado en sus cristales y luego ella misma respondió: “La verdad es que la tranquilidad no tiene precio...”. Aún así, personalmente pienso que esta medida no soluciona nada y en cambio crea muchos conflictos.
El problema es que todos nos sentimos preocupados, estamos horrorizados e intranquilos. Quisiéramos que no hubiése sucedido la tragedia de los 12 decapitados; pero el hecho es que sucedió. Ahora ya no debemos sólo preocuparnos, sino ocuparnos y colaborar, por la seguridad de la familia. Dicen que la marcha “Iluminemos México” cumplió sus objetivos. Eso depende de si los objetivos eran sólo movilizar a mucha gente... si de eso se trataba, por supuesto que los cumplió.
Si el objetivo fue unirnos contra la delincuencia y manifestarnos solidarios con nuestras autoridades para colaborar en la erradicación de la violencia y la delincuencia organizada, habrá que esperar a ver cómo actuamos todos para lograrlo, porque ese es un trabajo que nos corresponde, principalmente, a los ciudadanos. Las autoridades están para combatir, pero nosotros, los ciudadanos, para apoyar, prevenir y denunciar. Ahora es nuestro turno.
Remate
Y a propósito de inseguridad y delincuencia, “Facebook”, “Hi5”, “Networking Activo”, “Neurona”, “Tuenti”, “eConozco”, “Cielo”, “Dejaboo.net”, “Qdamos”, “Festuc.com”, “Spaniards, “Linkara”, “Gazzag”, “Gentenotable” y otros más son nombres que tienen algo en común: se trata de sitios, de herramientas sociales, redes en las que muchos niños, jóvenes y también padres de familia pueden “hacer amigos”. Lo grave de estos sitios en internet es que también son la “base de datos de la delincuencia organizada”, concretamente de la gente dedicada al secuestro. Así es como muchas veces deciden a quién “levantarán”, porque además saben dónde vive, cuál es su nivel económico, quiénes son sus padres, su edad y muchos datos más que finalmente los proporciona quien ingresa a esos sitios y se “da de alta”. El caso más reciente envuelto en esta situación es el de Silvia Vargas Escalera, a quien sus captores eligieron a partir de la información que obtuvieron de una red social en internet. Es importante que los padres entiendan que sólo advertir a los hijos de los peligros que les rodean ya no es suficiente, porque por desgracia los delincuentes siempre irán un paso adelante; lo urgente es no facilitarles el “trabajo” proporcionando información confidencial ni datos personales en sitios como éstos. Además, los adultos debemos saber a qué sitios entran los hijos, con quién “platican en línea”, etcétera. La seguridad y la tranquilidad empiezan por una buena educación. Recordemos que los hijos aprenderán de una u otra manera, con valores o sin ellos, en casa o en cualquier otra parte, de los padres, o de los amigos o cualquier desconocido. La regla de oro es que nadie puede ni debe suplir la labor de los padres en el camino de la educación.— Mérida, Yucatán.
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