jueves, enero 24, 2008

Del susto a las lecciones, en ida y vuelta

Hay muchas situaciones curiosas que vivimos a diario y a pesar de ello pasan desapercibidas.
Cada persona, cada cual que comparte con nosotros un espacio, un tiempo, nos enseña tantas cosas, incluso sin que nosotros nos percatemos de ello. Y les pongo un ejemplo de esto.
Hace un par de días por la noche, caminaba al estacionamiento luego de terminar mi horario de trabajo. Al llegar a las puertas del lugar en la oscuridad surgió de pronto un joven con claras muestras de intoxicación, no estoy seguro si sólo por alcohol o incluso, también, por drogas.
El caso es que luego de recuperarme del susto —confieso que me puso muy nervioso su presencia—, caí en la cuenta de que tenía la mano extendida, mientras me decía: "Amigo, ya me gasté todo lo que tenía en la 'farra' y no te voy a mentir, hace rato pensaba asaltar a alguien para conseguir 'lana' e irme a mi casa, pero lo pensé bien y prefiero ser honesto, y pedir que me presten... ¿Tienes algo para darme?".
Obviamente luego del susto y los nervios, reconozco que sus palabras me dejaron confundido, no sabía si agradecerle su sinceridad o darme la vuelta y simplemente ignorarlo e irme. Pero por las muchas dudas que me asaltaron en ese momento, decidí darle lo que tenía, 10 pesos para dos camiones, y le dije: "Te agradezco que seas sincero y te respondo de la misma manera: sólo tengo 10 pesos y te los ofrezco, suficiente para dos camiones. Espero que te sirvan".
El joven levantó la mirada y me sonrió... luego me dijo de sopetón: "Sí me sirve y es mejor que robar, ¿no cree, jefe? Gracias", y se marchó en silencio hasta perderse en la oscuridad de la calle.
Aunque por mi cabeza pasaron en unos cuantos segundos muchas ideas —muchos "ysihubieras"—, finalmente me enganché de nuevo en el mundo real y agradecí a Dios que las cosas hayan sucedido de esa manera; ya con calma en el automóvil y camino a casa reflexionaba en lo que había pasado y, una vez más, confirmé que la naturaleza humana es tan especial, que siempre sorprende y enseña.
Esa noche aprendí algo, además de que ahora tengo mucho más precaución a la hora de caminar solo por la noche en una calle casi desierta: que siempre hay un resquicio de honestidad que nos puede cambiar, nos da luz para evitar tragedias innecesarias. Lo veo como esa vocecita que todos tenemos dentro, aquella que quizás nos recuerda que debe haber una comunión especial con los de la misma naturaleza y especie, y que la mayoría de las veces es imperceptible para nosotros.
Sé que todo lo que sucedió fue totalmente accidental, circunstancial lo llamarían muchos, pero todas las lecciones que aprendimos aquel sincero desconocido y yo ese día sucedieron por algo. Yo les puedo asegurar que esa noche ambos aprendimos muchas cosas, sobre todo y en especial de nosotros mismos.

Remate
A lo largo de la vida de cada ser humano, el sentido de vivir va cambiando poco a poco, alimentado de las experiencias que se recogen en el camino. A veces resulta muy difícil reconocer cuáles son esos puntos que nos hacen ser mejores cada día, pero he ahí que tenemos la oportunidad de crecer, aunque no nos demos cuenta de ello. ¡Qué maravillosa es la vida que nos da oportunidad a cada momento!— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com
http://angelaldazg.blogspot.com/

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