La perversión existe desde que existe el hombre, pero últimamente ha alcanzado límites que creíamos imposibles, y el punto más oscuro de la depravación es el que toca a la pornografía infantil. De todos los delitos, el abuso de niños es el más horroroso.
Lo terrible es que en este problema muchas veces está involucrada gente a la que normalmente confiaríamos la seguridad de nuestros niños: maestros, policías, directores de centros infantiles, funcionarios de gobierno, de las iglesias, etcétera.
La siguiente narración es una muestra de lo fuerte del problema: “Una madre ve un vídeo casero en presencia de varios policías. Los agentes la convencieron de que su ayuda es clave para resolver un caso muy delicado. 'Ése es mi salón —se sorprende la mujer—; esa ropa y esa crema son de mi niño y ésos son mis dos hijos, ¿por qué están ahí?'. No le dejan ver más, es suficiente para cerrar el círculo.
“La mujer identificó a sus dos hijos como víctimas de Álvaro I. G., alias 'Nanysex' o 'Kova' (España, 2005). Nunca sospechó que el canguro (niñero) de sus hijos era un violador, un pederasta con la careta amable de experto informático”.
Se sabe que desde España se han dejado al descubierto redes de pederastia que tienen conexión con países latinoamericanos como México, Argentina, Chile, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Uruguay: un operativo policial descubrió 900 conexiones, de las cuales 200 pertenecen a México.
En cinco años se detectaron en el país más de 4,000 páginas de pornografía infantil en internet, según la policía cibernética recientemente creada, amén de las cifras por distribución de material pornográfico grabado. Y hay más: el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia calcula que en 2006 hubo más de 17,000 niños explotados por el comercio sexual, y que existe un tráfico de más de 260,000 menores entre México y Estados Unidos, ¡con destino al sexo servicio!
Ésta es una de las causas de la desaparición de niños en el país: el Instituto Nacional de Migración acepta que en México operan unas 100 bandas dedicadas al tráfico de personas, de las cuales 10 se especializan en la trata de menores.
Recordemos los casos de pederastas extranjeros en México: Robert Decker, principal dirigente de la organización de pedofilia en Acapulco, y Jean Succar Kuri, el pederasta de Cancún.
De por sí estas cifras nos deben alertar del inminente peligro que crece en torno a nuestros niños, pero nadie hace nada. De entrada las autoridades nos “obligan” a aceptar la venta de productos piratas en varios puntos de la ciudad al no combatirla, y ahora también la distribución de material pornográfico que involucra a pequeños, en esos mismos “puntos de venta”.
¿Qué nos falta para combatir este monstruoso problema? Algo más que voluntad: la acción coordinada de autoridades y ciudadanos, pero sobre todo la iniciativa de las primeras para luchar contra esto.
El mal existe y está muy cerca. Mientras no comencemos con la persecución y captura de aquellos que abiertamente distribuyen este material, jamás se erradicará. El licenciado Enrique Vidales Ripoll denunció la distribución de un vídeo llamado “Pedofilia” que, según los datos recibidos, se vende en los alrededores del San Benito.
Desafortunadamente, el gobierno no sólo no se preocupa, sino que antes bien pierde el tiempo intentando justificar situaciones bochornosas para estar “políticamente limpio”, en lugar de combatir este mal. Es tiempo de que la autoridad deje de jugar a ser sorda y trabaje, si es que realmente le interesa el ciudadano. Nuestro futuro está en los niños, sí, pero si no los protegemos, ¿qué nos quedará? El olvido y la terrible condena.
Remate
En la sesión del Pleno del Congreso del Estado del 25 de abril de 2006 se dio entrada a una iniciativa de la diputada Silvia López Escoffié para reformar algunos artículos del Código Penal del Estado, a fin de tipificar y sancionar con fuerza cualquier forma de maltrato, abandono, violencia, explotación sexual, incluida la pedofilia, la pederastia y el hostigamiento sexual, contra menores y mujeres. Aunque dicha iniciativa fue turnada a varias comisiones, aún no hay cambios ni adecuaciones. ¿Cuál es el pretexto? Ya es hora de ponerse a trabajar.— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com
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