viernes, enero 26, 2007

La vida no es cosa de magia

“Entre las estrellas más luminosas existe un mundo mágico y esplendoroso llamado Kichigar, lugar encantador donde la vida es buena y abundante. Ahí vive Chansamito, un niño con poderes mágicos, tan parecido a los niños de la Tierra, que podrías ser tú mismo”. Así inicia la historia “Aventura en Kichigar. Chansamito contra el brujo Lupérvolo”, Cuento de Melba Alfaro publicado en el número 47 de la revista literaria “Navegaciones ZUR” en su edición septiembre-noviembre 2006.
El cuento, dirigido al público adulto e infantil, que le recomiendo mucho, narra la historia de un niño que vive en un lugar mágico y hermoso, pero donde ronda el mal, representado en un brujo llamado Lupérvolo.
Tras desobedecer una orden, Chansamito cae en manos del brujo, quien abusa de él y lo maltrata. Para no contarle toda la historia le diré que, pese a las amenazas de Lupérvolo, el niño logra decirles a sus padres lo sucedido y el brujo es acusado, enjuiciado y condenado.
Esta historia nos remite a los temas graves de violencia, maltrato, abuso y comercio sexual de niños y adolescentes. Existen en nuestra sociedad muchos Lupérvolos que cometen hechos denigrantes y crueles; sus actos reflejan una descomposición social donde los seres humanos atentan contra su propia naturaleza.
La complejidad del problema obliga a pensar que el gobierno se debe comprometer con responsabilidad a combatir ese horror y su magnitud, sin importar las consecuencias, a fin de lograr el desarrollo integral de los pequeños.
No sólo hay que identificar el problema, sino que sobre todo se tiene que profundizar en sus entramados y raíces, para que el combate sea total.
Sobre la realidad de la explotación sexual de menores poco se sabe, fuera de la información de los medios de comunicación y los casi nulos estudios existentes. El tema apenas se empieza a incluir en las agendas de los estados, con iniciativas y propuestas de reformas legislativas de prevención y combate.
Empero, el asunto se agrava por la resistencia de la sociedad a reconocer la importancia, la magnitud y la gravedad que encierra: por un lado se relativizan los casos de abusos y explotación porque se les ve como hechos aislados o como resultados de la marginación de algunos individuos, y por el otro se considera que el problema es “un mal necesario..., una consecuencia de la modernidad”.
Por encima de esto, el interés superior del niño o la niña indica que las sociedades y los gobiernos deben realizar el máximo esfuerzo posible para construir condiciones favorables, a fin de que éstos vivan y desplieguen sus potencialidades, lo que conlleva la obligación de que, independientemente de las coyunturas políticas, sociales y económicas, se deben asignar todos los recursos posibles para garantizar esto.
La vida no es cuestión de magia, pues no vivimos en Kichigar; sin embargo, hay muchos Lupérvolos rondando a nuestros niños. De nosotros depende proteger y facilitar un desarrollo que asegure el futuro de los niños y el nuestro también. Es una obligación impostergable.
Remate
Ninguna autoridad ha dicho “esta boca es mía” por la denuncia pública del licenciado Enrique Vidales Ripoll ante la venta ilegal del vídeo “Pedofilia” en los alrededores del mercado San Benito, en puestos de vídeos piratas. El silencio puede ser cómplice y el problema es serio. Se trata de una exigencia intrínsecamente escrita en el mundo de responsabilidades que toda autoridad tiene ante sus gobernados.— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com

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