lunes, agosto 04, 2008

Política y realidad: El “calvario ciudadano” que se vive

El buen ciudadano es aquel
que no puede tolerar en su
patria un poder que pretende
hacerse superior a las leyes
—Marco Tulio Cicerón

Uno de los problemas al que a diario se enfrentan los ciudadanos es la falta de atención de algunas autoridades. Hay muchos ejemplos del llamado "calvario ciudadano" que todos los días viven muchas personas que acuden a solicitar ayuda ante cualquier problema real, lo que finalmente no consiguen y, por el contrario, reciben malos tratos, indiferencia, mentiras, ignorancia y, sobre todo, insensibilidad y desinterés.
    El caso del doctor Eduardo Lira Bojórquez es un ejemplo. Médico jubilado, actualmente con insuficiencia renal crónica e hipertrofia prostática, el señor Lira Bojórquez tiene un problema que data de 2004 y, hasta la fecha, se ha topado con mentiras y más mentiras, y aún no hay visos de solución.
    Cuando el doctor adquirió su casa, decidió construir en el fondo un cuarto, pues el frente de su vivienda colinda con una calle muy ruidosa que no le permite descansar. A un lado de su casa hay un negocio donde por mucho tiempo hubo dos perros —macho y hembra— de la raza labrador. El problema se inició cuando al labrador macho le retiraron a su compañera, en 2004, y el animal comenzó a aullar y ladrar todas las noches, pues se queda solo en ese lugar.
    El año pasado el doctor Lira intentó solucionar el problema con el dueño del perro, invitándolo a adoptar una compañera para el animal, de lo cual hubo acuerdo entre ambos, con la condición de que la hembra que se adoptara estuviera esterilizada.
    A través de un albergue canino el doctor Lira pactó la adopción de una perra, con la condición ya acordada con el vecino y con los gastos corriendo por cuenta del propio médico. Como por arte de magia y a partir de la llegada de la perra, hubo silencio en las noches; sin embargo, esto duró sólo tres meses, pues de la nada se reinició el escándalo del animal; cuando el afectado investigó qué había sucedido, supo de boca de dos empleados del negocio que se habían llevado a la perra porque quedó embarazada. A partir de ese momento, su vecino ya no quiso pactar ninguna solución al problema y tomó una actitud de intransigencia e insensibilidad.
    Entonces comenzó el vía crucis con autoridades municipales para solucionar este problema.
    Tocando puertas en el Ayuntamiento, el doctor llegó hasta un regidor que muy amablemente le dijo que no había ningún ordenamiento municipal para la solución de este problema, pero se ofreció a solucionar el problema hablando con el vecino, lo que finalmente no rindió frutos, de modo que le sugirió al doctor Lira que acudiera al Ministerio Público para denunciar los hechos.
    Con este consejo, el afectado acudió a interponer la denuncia correspondiente; luego de trámites y vueltas para levantar el acta de denuncia, finalmente le informaron que todo lo que había hecho era una pérdida de tiempo porque la denuncia no caía en ninguna figura jurídica de la competencia de ese organismo.
    Cansado, el doctor Lira decidió acudir a la Secretaría de Salud del Estado, pues "en realidad y en primera instancia mi problema es de salud"; increíblemente el jefe de Salud Ambiental le entregó copias del Reglamento para el Control Sanitario y Protección de la Fauna Doméstica en el Municipio de Mérida, que regula el control y posesión de animales domésticos, incluyendo perros y gatos; es decir, un ordenamiento que regula este tipo de problemas, pero que al parecer se desconoce en el Ayuntamiento.
    En el Artículo 22 de este ordenamiento se contempla precisamente el problema del doctor Lira: "Los perros guardianes de solares, obras, locales o establecimientos deberán estar bajo la vigilancia de sus dueños o personas responsables, a fin de que no puedan causar daños a las personas o sus bienes en la vía pública, ni perturbar la tranquilidad ciudadana, en especial en horas nocturnas...".
    Con estos datos en la mano, don Eduardo acudió al Ayuntamiento el 9 de julio pasado con un escrito en el que pedía que se cumpla el citado reglamento, y tanto el Municipio como el ingeniero Carlos David Ramírez y Sánchez, quien forma parte de la Comisión de Salud y Ecología en el Cabildo de Mérida, recibieron la denuncia.
    A pesar de la promesa del regidor Ramírez y Sánchez de solucionar el problema y llamar al doctor Lira, el asunto continúa y ni siquiera le ha cumplido la promesa de llamarlo e informarle qué pasó.
    Lo último que sucedió fue que el Ayuntamiento, a través de una persona de Desarrollo Social, se comunicó por teléfono con el doctor para decirle que personal de esa dependencia llevaría un sonógrafo para registrar los niveles de ruido que le afectan, aunque claramente en el escrito el doctor especifica que el problema sucede en la noche, no durante el día, pues el animal sólo aulla y ladra cuando está solo.
    El doctor Lira está convencido de que "los políticos tienen un ''rostro público'', pero en la realidad este rostro es otro. Ésta es una de las muchas cosas que suceden a diario en varias oficinas de gobierno que muchos desconocemos porque no se denuncian públicamente".
    El doctor Lira aún no soluciona su problema y duda de que la autoridad lo ayude; y remata: "Si esto me sucede a mí que me sé defender, cómo le irá a los pobres y a quienes llegan del interior del estado y nadie los atiende: les dan el clásico ''capotazo'' y adiós. Mientras los ciudadanos sigamos en el último lugar de los ''pendientes'' de las autoridades, no importa qué color de partido nos gobierne, nunca saldremos adelante".
   
El pelo en la sopa...
Cómo nos quejamos de las autoridades policiacas, en especial en cruceros controlados por oficiales que hacen lo posible por agilizar el tránsito, aunque a veces se enfrenten a conductores y peatones inconscientes que no les hacen caso. El problema se agrava en cruceros más allá del centro de nuestra ciudad. Hace unos días en una esquina con semáforo una camioneta Toyota con placas YYB1653 cruzó rebasando a la derecha en el cambio de luz roja a verde y por poco golpea a dos automóviles que esperaban en la esquina. Al llegar al siguiente semáforo todos observamos que se trataba de una mujer que hablaba por su celular y reía. El tiempo de todos es valioso, pero más lo es la seguridad que nos debemos. Hagamos las cosas bien para exigir lo mismo a nuestras autoridades.— Mérida, Yucatán.
aaldaz@dy.sureste.com
http://angelaldazg.blogspot.com/


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