miércoles, junio 20, 2007

La autoridad es necesaria

Un castigo duele, pero confiar
en alguien y ser traicionado,
más —Roberto, de 13 años


En un correo electrónico que hace poco recibí, una persona me confiaba que su hijo no le obedecía, que le respondía a todo, que la enfrentaba e insultaba y que ya no podía con él. Decía: “Tiré la toalla, ya no sé qué hacer”, y en uno de los párrafos apuntó: “Mi hijo tiene dos años”... ¿Qué falló entonces? Esto me llevó a reflexionar en el difícil papel de la autoridad en la educación, pues involucra a personas que mandan y a otras que obedecen. Sabemos que el educando depende, en gran medida, del prestigio de su educador, de que sea eficaz, seguro y confiable. Por encima de los miedos a ejercer la autoridad, siempre surge un valor difícil de sostener y de defender contra todo, a pesar de todo y de todos: la verdad.
Hay que considerar que para los niños y los adolescentes, por lo general, la autoridad se vincula con el concepto de “héroe”, porque la seguridad y la firmeza para ellos es protección; por eso las acciones de los educadores tienen impacto en ellos, pues derivan en triunfos o en desastres: es una cuestión de justicia o injusticia.
Uno de los problemas de la educación hoy día es la falta de autoridad o el mal uso de ella, y por eso reflexionar sobre esta potestad y la libertad al educar es una tarea necesaria e irrenunciable: la educación es un proceso de mejora de la persona, en el cual se le forma en la libertad y en la responsabilidad.
La madre Mau, aunque ella no lo sabe es una gran amiga, dice que los padres debemos estar alertas ante las señales que los hijos envían, sobre todo cuando de respeto se trata, porque también es una manera de ejercer la autoridad, nuestra sagrada encomienda.
Estoy de acuerdo con ella y agrego que en esto también interviene la verdad, esa que interactúa en nuestros juicios y en las disciplinas impuestas. La frase “La verdad os hará libres” encierra mucho y es la base de la educación, en cualquier ámbito en el que uno se encuentre.
Generalmente nuestros focos rojos se encienden cuando los hijos, en especial durante la hermosa etapa de la adolescencia, tienen la confianza para hablar de algo que les molesta; pero ¿y si no les creemos y promovemos un silencio cómplice contra ellos? ¿Y si nuestra autoridad —como ha sucedido con la judicial en muchas ocasiones— se equivoca, ignora su papel y no hacemos lo que nos corresponde? Hay que recordar que la sociedad se mueve con base en reglas y leyes, y lo que se aprende en casa se proyecta afuera: cuando a un hijo se le trata como culpable y no le damos posibilidad de defenderse, el mensaje que damos es que es mejor callar o “solucionar” el problema sin pedir ayuda.
Ante la duda sobre qué hacer si la autoridad erra al momento de razonar y emite un fallo injusto, opino que hay que levantar la voz y denunciar el atropello cuantas veces sea necesario y dejar en claro que es una injusticia, pero sobre todo tener presente que la verdad es importante, está por encima de todo y nos hace libres.
A pesar de la máxima “Quien obedece nunca se equivoca”, que pone en la cuerda floja a la autoridad, ésta es muy importante para mantener orden en las cosas y no hay que tener miedo de ejercerla.

Remate
Tenemos un compromiso con la libertad de las personas a quienes ayudamos a ser cada vez más responsables y autónomas en su camino por ser mejores, superando sus limitaciones personales y ambientales. Ejercer la autoridad es difícil, pero es peor no hacerlo. A veces los padres olvidamos que somos los adultos los educadores y que debemos guiar y mantener el orden con amor, pero también con justicia, formando sobre todo en la verdad; nuestra obligación es educar personas, con firmeza pero más con amor. Es algo necesario.— Mérida, Yucatán.
(artículo publicado en el Diario de Yucatán el 20/11/2007)

Por la puerta equivocada

De acuerdo con el “Informe global de monitoreo de las acciones contra la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes”, elaborado por Ecpat Internacional, México es el segundo país en el mundo con mayor producción de pornografía infantil.
Según el informe, la gravedad de este problema radica en que aumenta, porque no hay leyes que sancionen la tenencia o posesión de este tipo de material. Pese a las evidencias de las denuncias, los reportes periodísticos, los informes y los estudios, no se puede actuar con contundencia jurídica porque aún hay vacíos legales para identificar y sancionar delitos cibernéticos y asociados, como la distribución de material pornográfico.
Según las estadísticas de la Policía Federal Preventiva, la explotación sexual de menores de edad a través de internet se incrementa de manera acelerada: este delito ya ocupa un tercer lugar, detrás de los fraudes y las amenazas por medios cibernéticos. Para tener una idea, a inicios del año pasado se detectaron más de 100,000 sitios de este tipo en internet. Lo terrible es la nueva clasificación en lo que a imágenes se refiere, según la Policía Cibernética de México: ahora se incluye la pornografía con bebés, es decir, niños y niñas de cero a un año de edad, además de las ya ordenadas en “de cero a cuatro años, de cuatro a ocho, de ocho a 12 y de 12 a 17”, y se incrementa 5% cada mes, con fotografías e imágenes de abuso de recién nacidos.
Pese a la reforma al Código Penal Federal en materia de explotación sexual infantil que el Senado aprobó para definir tipos penales de pornografía, turismo sexual infantil y lenocinio, el problema no disminuye, sino que crece a pasos agigantados. Hay que reconocer que esto se debe a que la legislación en México tiene muchos vacíos en este tema; aún hay áreas pendientes para armonizar la legislación de los diferentes estados con la federal y la normativa internacional, lo cual representa graves dificultades y deja una puerta abierta para que se delinca contra los pequeños.
Las noticias de los “levantamientos” de personas relacionadas con el narcotráfico y la posterior aparición de cadáveres prenden los focos rojos y obligan a arreciar el combate frontal de estos delitos a través del ejército y las policías estatales, pero considero que son igual de graves los “levantamientos” de miles y miles de niños y niñas cuyo destino es incierto, pero que estoy seguro que será el de la explotación y el comercio sexual, o bien el robo y tráfico de órganos o —digamos que en el “mejor” de los casos— la “adopción” en familias que no pueden concebir.
En México aún no hay leyes que incluyan a la pornografía infantil a través de internet como un delito. Desafortunadamente, en este asunto los niños son los más vulnerables, por lo tanto, los padres tienen que cuidar el uso que los hijos dan a internet. Algunos expertos sugieren que la computadora no debe estar en el cuarto del niño, sino en un lugar visible para los adultos. Igual que pasa con los casos de violación en los que a veces se culpa a la víctima por usar minifalda, en el delito cibernético hay que tener siempre presente que el culpable es el delincuente, jamás la víctima. Nunca debemos olvidar que es importante denunciar para erradicar este mal que a nosotros y a nuestros hijos nos ronda.

Remate
Hay estudios que indican que a través de una cámara web a un niño se le puede manipular en 10 ó 15 minutos para que se quite la ropa. Por eso es importante que los padres no tengan miedo de informar a sus hijos, pues en este terreno la información es un arma de seguridad. El combate a este crimen es trabajo de todos, gobiernos de todos los niveles, iniciativa privada, sociedad civil, entidades académicas y, sobre todo, la familia. No sólo es necesario el esfuerzo para legislar en la materia y cumplir los convenios internacionales, urge sobre todo el compromiso de la sociedad.— Mérida, Yucatán.
(artículo publicado en el Diario de Yucatán el 11/06/2007)

jueves, junio 07, 2007

Lo que sigue es caminar

La modernidad nos hace asumir un tipo de vida en el que todo el tiempo corremos y nos acostumbramos a que nuestros problemas no los resolvemos, como no hay tiempo... Nuestra sociedad “moderna” tiene prisa por “crecer”, exige tener más en el menor tiempo posible y, así, resolver problemas no encaja.
Nicholas Georgescu-Roegen explica esto con una metáfora: “El circúndrome de la máquina de rasurar”: “Rasurarse más rápido para tener más tiempo, para trabajar en una máquina que rasure con mayor rapidez, a fin de tener más tiempo para trabajar en una máquina de rasurar aún más rápida y así ad infinítum”. Bajo este principio, hoy creamos un mundo con cuatro características: El aumento imparable de las desigualdades. Con consecuencias graves e inmediatas como la inmigración, la precariedad laboral y social, y la inseguridad creciente.
Una sociedad menos democrática. Todo se rige por el principio de que quien más tiene más puede.
La guerra y la agresión al servicio de proyectos unipolares. El ejemplo más claro es Estados Unidos, el “gendarme mundial” que está por encima de las Naciones Unidas.
Las amenazas ecológicas. De las que todos somos culpables: deterioro de la capa de ozono, contaminación del aire, pérdida de suelos cultivables, derroche del agua, deforestación o extinción de especies animales y vegetales.
Surge una nueva preocupación: ¡los problemas empeoran! Hace poco preguntaba qué herencia preparamos para los niños que bogan en nuestros ejemplos, si hoy se enseña agresión, violencia y muerte, una vida desechable, no valores. Nos empeñamos en educar a los niños para que piensen que no tienen futuro. Mañana serán personas que despreciarán lo ajeno, destruirán para “resolver”.
Y es que los niños son los herederos de la lengua de los padres, de la experiencia de los abuelos, de los cuentos de los ancestros, son los depositarios de la herencia que transmitirán en el futuro. Absorben todo y lo procesan, lo archivan y lo repiten. Así se forma la sociedad: los pequeños aprenden lo que ven y perpetuan los valores morales y culturales que reciben. Nosotros vivimos el futuro que labraron otros, mientras nos crecían.
Cambiar depende de que estemos convencidos y demos lo mejor; los resultados siempre serán buenos, sobre todo para nosotros.

Remate
Y a propósito de que ganó Ivonne, su premio serán problemas: el combate del hambre y de la precariedad creciente; el trabajo por la democracia participativa, la defensa de los derechos para todos, la emigración, la promoción de la cultura, los valores y la vida, y más... Creo que el cambio es posible. Muchos dirán que es una utopía, pero como dice Eduardo Galeano: “¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”.— Mérida, Yucatán.

aaldaz@dy.sureste.com
http://angelaldazg.blogspot.com/

(publicado en el Diario de Yucatán el 2 de junio de 2007)

Ahora es nuestro turno

Los políticos están más
allá de las personas; por
eso quiero ser político
—un joven que votará
por primera vez
Se termina el plazo para que los candidatos hagan sus propuestas y se ganen la confianza ciudadana para el depósito de votos a su favor. Sin embargo, luego de observar el arranque de las campañas y estar atento a las propuestas y a tanto escándalo alrededor de cada aspirante, sucedió lo que me temía: no hubo propuestas, sólo ruido.
Siempre me he preguntado qué herencia dejaremos a las próximas generaciones cuando nosotros nos hayamos ido, qué futuro les estamos preparando.
Una de las principales incongruencias que vivimos es la desigualdad social: la realidad nos muestra que en nuestro país cada vez es más fácil practicar la desigualdad para triunfar, una situación que se confirma de manera particular entre la población donde las condiciones de vida son más severas, porque la infraestructura de servicios es pésima o no existe. ¿Propuestas en este sentido? Ninguna; lo único que aprendimos es que son necesarias la pobreza, la discriminación y la delincuencia para que los políticos sobrevivan.
Todos somos importantes por derecho propio: en lo humano, por ser personas dignas de ser amadas, y en lo legal, por ser ciudadanos con derechos constitucionales. Pero el gobierno aún no entiende que en la medida en que tome en cuenta a todos y abra oportunidades por igual, beneficiará el desarrollo socioeconómico de nuestro Estado.
Es una vergüenza que mientras una buena parte de la sociedad vive en medio de problemas a causa de la desigualdad, la pobreza, la desnutrición, la ignorancia, etcétera, los gobiernos despilfarren dinero a manos llenas en tonterías que no benefician a nadie.“Campañas” con pendones, espectaculares, medallones, banderines y camisetas; apoyos “no oficiales”, “promesas” y mentiras, spots y salarios exagerados son una burla, pretextos para decir que se trabaja, cuando en realidad no se hace; mientras tanto, la gente sufre.
Que no todos tengan las mismas oportunidades no sólo se vuelve una tragedia personal o familiar, sino que representa un costo enorme para las familias, para las comunidades y para el país. Velar por la salud y el bienestar de todos y ofrecer las mismas oportunidades es humano y justo, contribuye al bien común. Ya es hora de que los políticos incluyan en sus pautas y agendas de trabajo a la compasión social: un poco de empatía por toda la ciudadanía sería suficiente para descubrir la miseria que le rodea y, sobre todo, para actuar en su favor.
Lo que la política moderna, más bien los políticos nos enseñan es que no se llevan con lo humano, no saben qué significa la empatía y sólo promueven el egoísmo y la ambición. Y las campañas que recién terminan son un claro, triste y vergonzoso ejemplo de esto.
Nuestro futuro dependerá de lo que hagamos ahora los ciudadanos y, ciertamente, el próximo domingo habrá mucho por hacer.
Remate
Es desafortunado, pero la realidad demuestra que ni los proyectos de ciudadanos organizados en beneficio de la gente prosperan, porque las autoridades anteponen sus intereses económicos, personales y políticos al bienestar común. Si fuera de otra manera, con los esfuerzos conjuntos de gobiernos, asociaciones de profesionales, instituciones académicas y organizaciones no gubernamentales se lograría que cada persona tenga la oportunidad de una vida sana y próspera, en especial los niños, las mujeres, los discapacitados y los ancianos. Si hubiera congruencia entre educación y realidad, a partir del ejemplo en casa pero sobre todo de quienes nos gobiernan, no sería tan difícil describir el tipo de futuro que recibirán las próximas generaciones. Para esto es necesario y urgente un poco de misericordia y compasión social, esas que se refieren al corazón que se hace solidario y sobre todo actúa; por desgracia, es algo que nuestros “políticos” ya demostraron que no tienen.— Mérida, Yucatán.
(Publicado en el Diario de Yucatán el 14 de mayo de 2007)