Con el título "Niños con agendas copadas", el sitio lafamilia.info publicó un interesante artículo que a continuación reproduzco. Es un tema por demás necesario discutir en familia, incluyo a la mía, pues cuántas veces nos preocupamos por mantener siempre ocupados a nuestros hijos y nos olvidamos de lo más importante: compartir, ser familia:
Se levantan muy temprano para ir al colegio, después de una larga jornada llegan a casa y apenas tienen unos minutos para comer algo cuando ya tienen la primera actividad de su agenda: la clase de piano.
Después sigue el partido de fútbol seguido de la clase de inglés. Se está escondiendo el Sol y todavía falta hacer las tareas. Cuando llegan a casa es hora de la cena y una vez que ésta termina hay que sentarse a estudiar. Ya es de noche, están cansados y no tienen ánimos de ver un cuaderno y sí mucha televisión. Finalmente llega la hora de dormir y… ¿dónde quedó el descanso y el compartir en familia?
Estos niños tienen tantas ocupaciones como los adultos, no tienen tiempo ni de estar con sus papás, su vida es trajinada y estresada, se les exige tanto que además deben ser los mejores. ¿Hasta dónde va la necesidad del hijo y hasta dónde el deseo o gusto de los padres?
Los padres quieren que sus hijos estén ocupados, pero a veces se exceden en su deseo. Las actividades después del colegio son la forma que muchos padres usan para llenar ese espacio entre el colegio y su regreso del trabajo. Sin embargo, también es recomendable que los chicos tengan ratos de diversión y, sobre todo, tiempo para compartir en familia.
No hay duda de la importancia que tienen el deporte, la cultura y el arte en la educación; tampoco es motivo de debate la necesidad de que los niños estén ocupados y lejos del ocio.
Tampoco se desconocen las condiciones actuales que obligan a ambos padres a trabajar y por ello los hijos se quedan solos en casa viendo televisión o dedicados a los videojuegos. Nada de lo anterior se discute.
Pero es propio de la infancia el juego libre, espontáneo y divertido, que debe ir de la mano de los padres. Cuando un niño ha tenido un día de muchas actividades, se desgasta físicamente, lo que imposibilita que en la noche esté dispuesto a disfrutar en familia, pues ya el sueño y el cansancio lo han abatido.
A la hora de elegir una actividad extracurricular para los hijos es primordial tener en cuenta tres aspectos principales: la necesidad, el gusto y la habilidad del hijo.
Es válido hacerse las siguientes preguntas: ¿Esta actividad le ayudará al hijo a desarrollar una habilidad innata que vale la pena cultivársela? ¿Es necesaria esta actividad para el hijo o quizá nosotros como padres nos estamos dejando llevar por la sociedad de consumo? ¿Realmente al hijo sí le gusta esta actividad o es porque nosotros como padres durante toda la vida siempre soñamos con desarrollarla? ¿Estamos sumergiendo a nuestro hijo en una competitividad alentada por nuestras frustraciones de adultos? ¿Cuál es el término medio?
Estas actividades extracurriculares son importantes, pero deben tener la intensidad apropiada, no hay que saturarlos, pues ellos mismos terminarán pidiendo un respiro. Dos veces a la semana sería un término medio, así los otros días tendrían la posibilidad de hacer otras actividades; por ejemplo, pasar un rato agradable con amigos, primos, visitar a los abuelos, jugar en el parque, hacer deporte en familia, etcétera.
En conclusión, no pase desapercibido el tema de las actividades extracurriculares pues, aunque no parezca, tiene mucha más incidencia de lo que se imagina.
Vale la pena tomar en cuenta estas reflexiones.— Mérida, Yucatán.